martes, agosto 16, 2022

Se confirma, el Ártico es una bomba climática


Un nuevo estudio señala que el calentamiento en el Ártico es casi cuatro veces más rápido que el promedio global en las últimas cuatro décadas. Cada década la temperatura aumenta 0,73 ºC frente a los 0,19 ºC del planeta. 

La situación en el Ártico es mucho peor de lo que se creía. En los últimos años, la literatura científica ha alertado de que la fría región del norte se calienta a un ritmo muy superior a la media mundial, en un fenómeno que se conoce como amplificación ártica. Hasta ahora, se hablaba de que lo hacía hasta dos o tres veces más rápido. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment concluye que el calentamiento en el Ártico es casi cuatro veces más veloz que el promedio global en las últimas cuatro décadas.VIsualización de Antti Lipponen, uno de los autores del estudio. En ella se muestra cómo el calentamiento del Ártico es mayor que la media mundial. 
 El Ártico se ha calentado 3,8 veces más rápido que el promedio mundial desde finales de la década de los 70. Una cifra muy superior a la que recoge el IPCC en su Sexto Ciclo de Evaluación (donde se dice que la tasa de calentamiento es de más del doble) y el reciente informe del Programa de Monitoreo y Evaluación del Ártico (que señala que el calentamiento es tres veces más rápido). En promedio, el estudio concluye que el planeta en su conjunto se ha calentado 0,19 ºC por década, mientras que el Ártico ha aumentado su temperatura a una media de 0,73 ºC por década. 
 Dos son las claves que explican estos valores más altos respecto a investigaciones anteriores: la extensión de superficie y el espacio de tiempo escogido. Lo corrobora el doctor en meteorología Mika Rantanen, autor principal del estudio, quien señala que los resultados difieren de cálculos pasados porque han “definido el Ártico correctamente (con el Círculo Polar Ártico, 66,5°N)” y han “calculado las tendencias desde 1979, año en el que se dispone de datos satelitales». Con estos parámetros, “la relación de amplificación del Ártico observada es de 3,7-4,1 ºC, dependiendo ligeramente del conjunto de datos», puntualiza el experto. 
 Estos valores son incluso más alarmantes si se analizan determinadas zonas dentro de la región ártica. Por ejemplo, el calentamiento es siete veces más rápido que el promedio mundial en el mar de Barents –al norte de Noruega y Rusia–, como también apuntaba otro estudio publicado en junio de este año. Ello supone un calentamiento de 1,25 °C por década.Como se observa en la imagen de la derecha, la amplicación del Ártico a nivel local es mucho mayor. 
 Esta amplificación del Ártico se debe a que, de normal, el hielo marino actúa como una gran manta reflectante, reduciendo la absorción de la radiación solar. Sin embargo, a medida que el hielo se derrite como consecuencia de las altas temperaturas, la cantidad de calor que atrapa es mayor. Esto da lugar a un ciclo de retroalimentación positiva: el calentamiento global derrite el hielo, el océano atrapa más calor, y el calentamiento aumenta. 
 La amplificación ártica tiene un ciclo estacional, siendo más baja en verano y más alta a finales de otoño e invierno. En este sentido, “un hallazgo particularmente interesante” fue descubrir una amplificación del Ártico «anómalamente alta en abril», señala Rantanen. 
 Según el estudio, si se escogiera una periodo de tiempo más reciente y corto, la amplificación del Ártico sería menor, lo que significa que la región polar se ha calentado a una velocidad similar al resto del planeta en las últimas décadas. Esto podría implicar dos escenarios, según cuenta Mike Rantanen en Carbon Brief: que el calentamiento en el Ártico se ha ralentizado o que el calentamiento en el resto del mundo se ha acelerado. En este sentido, el investigador ve posible que “los modelos climáticos tengan sesgos que los hagan subestimar sistemáticamente la amplificación del Ártico”, por lo que considera que “se necesita más investigación”. 

 Por qué debe importarnos lo que ocurre en el Ártico

 Para antes de 2050, “es probable” que el Ártico esté prácticamente libre de hielo marino en septiembre al menos una vez, independientemente del nivel de emisiones actuales y futuras. Así lo indicaba el IPCC en su informe de agosto del año pasado. Que este evento no se convierta en algo recurrente dependerá de no alcanzar niveles de calentamiento más altos. 
 Ya durante la década pasada, la superficie media anual de hielo marino del Ártico alcanzó su nivel más bajo desde al menos 1850. Su extensión mínima de hielo marino disminuye a una tasa del 13,1% por década. En verano de 2020, la ciudad rusa de Verjoyanskm, en el Ártico, registró 38 ºC, lo que supuso una anomalía de 30 ºC para la época.
 Este derretimiento, como se explicaba antes, es una mala noticia porque hace que el cambio climático vaya a más. Y no solo eso: el Ártico es clave en la regulación del sistema climático global –puede influir en ciertos eventos extremos– y contribuye al aumento del nivel del mar como consecuencia de un deshielo que, además, afecta al permafrost, que almacena enormes cantidades de metano, un potente gas que calienta el planeta. 
 Por todo esto, el Ártico es una bomba climática, y su pólvora son las emisiones de gases de efecto invernadero que causan las actividades humanas. La única forma de que no ‘detone’ –o, si lo hace, que sea lo menos dañina posible– es dejar de quemar carbón, petróleo y gas. También es fundamental no financiar estos proyectos, como hacen los bancos, entre ellos el Santander, que ha incrementado un 500% sus inversiones en las perforaciones en el Ártico desde el Acuerdo de París. 

 Eduardo Robaina | 16/08/2022

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