sábado, mayo 27, 2023

Kirchnerismo en la Plaza, ¿un nuevo amanecer o el ocaso?


CFK expuso un programa electoral para Sergio Massa.

 A pesar de la lluvia Cristina Kirchner reunió una multitud en la Plaza, que de todos modos no hubiera alcanzado para llenar la 9 de Julio como se había conjeturado en un principio. La cohorte de intendentes del conurbano intervino para agrandar la concentración. La pregunta del caso es si el acto (“una más y no jodemos más”) representa un nuevo amanecer o el canto del cisne. El 27 de septiembre de 1945, la Unión Democrática protagonizó la mayor movilización que hubiera visto la ciudad de Buenos Aires, a excepción, claro, de la Semana Trágica de enero de 1919, que fue de otra naturaleza – una huelga general que puso a la Capital en manos de clase obrera. Menos de un mes después de aquel septiembre, el 17 de Octubre le quitó relevancia a la UD hasta en los libros de historia. 
 En la cita kirchnerista hubo deserciones, por ejemplo, la de la mayoría de la burocracia de la CGT o Daniel Scioli. Este último, pre-candidato en unas eventuales Paso del Frente de Todos, tenía un compromiso harto más importante en Brasil, donde Techint se encuentra inhibido de recibir créditos del Banco de Desarrollo por su responsabilidad legal en un siniestro en la refinería de Abreu. La inhibición le imposibilitaría construir el tramo a San Pablo de los gasoductos que parten de Vaca Muerta. Jorge Argüello, el embajador en Washington, no la tiene mejor, porque el “amigo americano” ha decido mantener los fuertes aranceles que aplica a la importación de tubos de Techint. El régimen social “que mejor funciona”, al menos para CFK, el capitalismo, crea un constante excedente de mercancías, que enseguida debe bloquear o destruir. Techint, no olvidemos, es un de “los cinco o veinte vivos” a los que CFK denuncia por la pauperización de las masas. Con lo cual volvemos al acto en la Plaza, porque CFK declaró en su discurso que había recuperado la cuenca petrolera neuquina para el país. De modo que Scioli no estuvo en la Plaza para cumplir con un objetivo estratégico de la ex Presidenta; Argüello lo mismo. Kicillof y la Vice firmaron, en 2014, un acuerdo secreto con Chevron para explotar esos yacimientos, con una cláusula que autoriza a la norteamericana a reportar sus dividendos a un “paraíso fiscal” para eludir el cepo que, por aquellos años, había establecido el actual gobernador bonaerense. Tecpetrol, de Techint, es otro de los beneficiarios. Cristina Fernández puede manipular su discurso con estas contradicciones, tergiversaciones y furcios debido, probablemente, según lo dice ella misma, a la falta de “contexto” de su audiencia.
 La ausencia de Alberto Fernández ya es otra cosa. Un cartel imaginario con tinta invisible decía: ´prohibido el ingreso del presidente de la Nación´. Un dirigente sindical, Victorio Pirillo, de los Municipales de Vicente López, calificó, en Twitter, a ese veto no escrito como “un golpe de estado”. Se trata claro de una simplificación, pero señala un cambio en la conformación del poder: AF se convierte en un funcionario ceremonial, que da paso a un eje CFK-Sergio Massa. El ministro de Economía plantó a sus colegas paraguayos para estar presente en el acto lluvioso, y el lunes se lleva al hijo de la oradora a Pekín, en prenda de una unidad reforzada. No fue el único paso de minué de la Vice, en una jornada de locro y chocolate espeso. El gobierno enfrenta una crisis de conjunto inédita sin Poder Ejecutivo. En un discurso de una hora, el planteo más importante que hizo CFK, fuera de la reivindicación de Vaca Muerta, es que cumplir con el programa del FMI hace “imposible” pagarle al FMI. La ex Presidenta reclama otro programa que sí permita pagarle al Fondo. La observancia de la ley por parte de CFK es tan principista, que se atiene al hecho de que el FMI no admite la reestructuración de sus créditos, como ocurre con los privados. 
En un discurso anterior, por ejemplo, propuso pagar al FMI un porcentaje de las exportaciones, con independencia de que haya un superávit exterior que facilite las divisas para ello. No sólo la Vice piensa eso – lo piensa el propio FMI. Al final, los acreedores son muy ambiciosos, pero no boludos – para usar un lenguaje político de moda. En la época de la comunicación digital y del ChatGpt, no carecen de alguna calculadora para hacer cuentas. Sergio Massa, que es el personaje que importa en esta historia, piensa lo mismo. Aquí ya tenemos un acuerdo programático entre la ex Presi y un aspirante a ese lugar. Ese acuerdo se manifiesta en otras cosas, tanto o más importantes: Massa acaba de eximir de impuestos a los importadores de autopartes de motos, que son armadurías con presencia de capital extranjero, como Volkswagen, a pesar de que el Central carece de divisas. Esto viola el acuerdo con el FMI. El pretexto para esta generosidad es impulsar el crecimiento – lo mismo que planteó CFK en su alocución de masas. En la misma onda habrá créditos subsidiados para ¡las mineras! Y disminución de retenciones para las automotrices. “Una más…” exigen los sojeros, que quieren un ‘dólar-soja’ a 350 pesos. Pero los sojeros ya recibieron a cuenta – tendrán créditos bancarios aunque retengan en los silos parte de la cosecha. 
 Desde diciembre de 2019 hasta principios de 2021, sin embargo, el gobierno de quien prefirió Chapadmal a Plaza de Mayo, vino ejecutando ese programa de desafecto con el FMI. Martín Guzmán, el ex ministro, innovó los procedimientos de reestructuración de deuda, al empezar con los acreedores privados con contratos ley Nueva York. ¡Lo mismo hizo el preferido Kicillof con la deuda bonaerense! Máximo K, en aquel tiempo, reclamaba refinanciaciones de vencimientos, a partir de un plazo de veinte años. La posibilidad de una decisión unilateral de Argentina no pasó por la cabeza nacional y popular. Vieron, por el contrario, en ese impasse, un pretexto para financiar al Estado por medio de deuda en pesos. Así, Argentina llegó a los 16 billones de pesos de Leliq, al equivalente de 150 mil millones de dólares de deuda pública en pesos, a plazos de cuatro meses en lugar de dos décadas y a la inflación del 120% anual, que hace las delicias de los bancos e industrias, que han batido récords de ganancias en los dos últimos años. En estas condiciones, AF, Guzmán, el bloque del FdT y la misma CFK terminaron recalando en el FMI. La Vice le puso el otro día el etiquetado frontal a este paquete – “una papa caliente”. Algo muy lejos de un disgusto, más bien “un desafío”, por el cual elogió a Sergio Massa. Con su discurso, Cristina Fernández ha esbozado un borrador del discurso de campaña de Sergio Massa, que buscará poner en baño maría a la papa caliente.
 Massa, por su lado, confía en su buena estrella. Le habría comentado su optimismo a su compinche, el represor de los docentes de Salta, Gustavo Sáenz, con la certeza de que “Juntos se está cayendo como un plano”. Es lo que debe opinar también el FMI, que por eso discute como rescatar del abismo al plan ‘aguante’ del ministro de Economía. Entre el FMI y CFK hay un acuerdo tentativo a favor de la candidatura de Massa; el FMI ganaría un armado político y el apoyo de un electorado carente de contexto, mientras que CFK buscaría pasar, con esa candidatura, del tercio a la segunda posición y entrar en el ballotage. Todavía hace falta doblegar a algunos rivales, una tarea que deberán ejecutar los “poderes fácticos”.
 La exhibición de Cristina Kirchner el 25 de Mayo apuntó a sostener esta política: la papa caliente, la negociación con el FMI y la candidatura del alfil de los capitanes de la industria, de la banca y de los acreedores internacionales. 

 Jorge Altamira 
 26/05/2023

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