sábado, mayo 27, 2023

Ucrania: después de la batalla de Bajmut


Después de 224 días de los combates más brutales que se hayan visto hasta ahora en la guerra de Ucrania, los rusos han conquistado la totalidad de la ciudad de Bajmut. Puede compararse, salvando la escala, con la Batalla de Verdún en la Primera Guerra Mundial: el atacante decidió avanzar sobre un punto que los defensores no podían ceder sin importar el precio a pagar. No obstante, como en el caso de Bajmut no ha habido una Batalla del Somme -una de las batallas más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial, donde murieron un millón de hombres-, los atacantes han tenido éxito. El grueso de las fuerzas rusas consistió en unidades de mercenarios de Wagner y su CEO, Yevgenny Prigozhin, comandó a todo el grupo desde muy cerca del frente. En los próximos días, Wagner en su totalidad va a ser retirada del frente y reemplazada por unidades regulares rusas. Prigozhin emerge de esta batalla como un actor de peso en la política rusa. Mediante la crítica feroz al Ministerio de Defensa encabezado por Shoigu, ha iniciado una campaña política para empujar a Putin a otro nivel de escalada en la guerra. 
 La Batalla de Bajmut es significativa por tres aspectos. Primero, porque ha sido por lejos la batalla más grande y brutal en lo que va, no sólo de la guerra de la OTAN y Putin en Ucrania, sino de todo el siglo XXI. Segundo, porque los ucranianos, aun habiéndose propuesto frenar a los rusos y dedicado enormes recursos humanos y materiales a ello, han sido derrotados decisivamente. Tercero, porque es la primera vez en la historia contemporánea en la que un ejército mercenario derrota a un ejército regular, lo que representa un nuevo hito en el proceso de progresiva privatización de la guerra iniciado desde la desintegración de la URSS. 
 En esta batalla tomaron parte más de 30 brigadas ucranianas más otra gran cantidad de regimientos y batallones independientes. De acuerdo a Prigozhin, en todo momento, el grupo de fuerzas ucranianas en la ciudad y sus alrededores contó con alrededor de 80 mil hombres. Desde diciembre, Ucrania tuvo que rotar las unidades en la ciudad y sus alrededores al menos cinco veces debido al desgaste acelerado que sufrían. Un oficial del ejército de Australia, agregado al comando de la 24ta Brigada Mecanizada ucraniana, reportó que esta unidad había perdido el 80 por ciento de su personal antes de ser retirada para reconstituirse. El mismo oficial también aseguró que las pérdidas de Wagner, aunque significativas, fueron bastante inferiores a las ucranianas. Algo muy similar ocurrió con la 28va Brigada Mecanizada, ya desgastada por participar en la ofensiva sobre Jersón el año pasado, fue transferida al frente de Bajmut en enero donde fue “aplastada” por unidades de Wagner en su marcha desde el sur hacia la ciudad. La brigada tuvo que reemplazar el 80 por ciento de su personal, compuesto de voluntarios y veteranos, por ciudadanos recientemente movilizados, menos motivados y peor entrenados (New Yorker, 29/5). Por lo menos desde febrero, la prensa occidental comenzó a publicar notas alertando sobre el ritmo de desgaste de fuerzas ucranianas en Bajmut, poniendo en duda la capacidad de acumular tropa y material para contraatacar durante la primavera en Zaporiyia, por lo cual estratégicamente recomendaban a la dirigencia ucraniana retirarse de la ciudad y cederla a los rusos. Kiev decidió luchar por la ciudad hasta la última cuadra. 
 Se llegó a una situación tan desesperada que, para preservar a sus unidades mejor entrenadas allí desplegadas, el ejército ucraniano envió a conscriptos con escasos días de entrenamiento como reemplazo. El Wall Street Journal, a modo de ejemplo, relata la historia de un grupo de 16 conscriptos enviados a la ciudad a los pocos días de ser reclutados. Cuando protestaron contra su comandante planteándole por qué enviarlos sin entrenamiento, su respuesta fue “Bajmut los entrenará”. Antes de cumplir dos días en la ciudad, 11 de los 16 ya habían muerto o caído como prisioneros (The Wall Street Journal, 25/5). En los últimos días, antes de que Wagner tomara el control de las últimas cuadras de la ciudad, los ucranianos atacaron los flancos norte y sur de los alrededores, ocupados por tropas regulares rusas, logrando reabrir los caminos entre Bajmut y Chasov Yar para evacuar lo que quedaba de las unidades dentro de la ciudad asediada. En el balance general, Prigozhin reconoció que Wagner perdió el 40 por ciento de su fuerza de hasta 50 mil hombres y aseguró haberle infringido a los ucranianos 50 mil muertos y 70 mil heridos. Por su parte, Mediazona (medio asociado a la BBC) pudo constatar solamente 5.500 mercenarios de Wagner muertos (1). 
 Como Prigozhin ya había declarado varias veces, la finalidad estratégica no era la toma de la ciudad en sí, sino desgastar a los ucranianos al punto de reducir sus capacidades de contraatacar en otros sectores. El desgaste de las fuerzas ucranianas, si bien fue más intenso en la batalla por Bajmut, es una realidad en todos los frentes. De acuerdo a estimaciones francesas, entre el 40 y 60 por ciento de las tropas ucranianas entrenadas por ellos el año pasado ha muerto en combate (Valeurs Actuelles, 21/5). En el resto de los frentes, Rusia avanza con las mismas metodologías sobre las ciudades de Avdiivka, en Donetsk, y Kupiansk, en Járkov. La caída de Bajmut posibilita lanzar acciones ofensivas sobre el conglomerado de Slaviansk-Kramatorsk al noroeste y Siversk al noreste. Donde no hay avances, los rusos continúan con el lento desgaste por efecto de artillería y bombardeos aéreos. Se verá en las próximas semanas el desarrollo de los hechos. 
 Los rusos no cesan en preparar sus nuevas fuerzas para el combate. Putin declaró recientemente que al menos la mitad de los 300 mil reservistas convocados todavía no ha sido desplegado en el campo de batalla y sigue entrenando. Asimismo, Medvedev afirmó que, hasta mayo, un contingente adicional de 117 mil hombres se había alistado en unidades voluntarias. Incluso asumiendo como techo 50 mil muertes, que es lo que aseguran los estadounidenses y como piso el conteo llevado adelante por Mediazona, que tiene nombre y apellido de 23 mil soldados rusos muertos, la movilización ha reducido o incluso eliminado la ventaja numérica ucraniana. No obstante, el ala dura rusa -de la cual forma parte Prigozhin- insiste en la necesidad de enviar nuevas oleadas de movilización adicionales. 

 Producción armamentística

 Por otro lado, Rusia efectivamente logró movilizar su industria militar. Bloomberg reporta un incremento en la producción industrial general, motorizado fundamentalmente por la producción de material bélico (Bloomberg, 26/4). Si esto es sostenible en el tiempo es algo que nadie puede responder, excepto los mismos mandos rusos. El Ministro de Industria y Comercio, Denis Manturov (quien también está involucrado en la organización de la producción militar), declaró que el volumen total de producción de armas aumentó entre 7 y 8 veces. En la famosa fábrica de tanques Uralvagonzavod, en el primer cuatrimestre del año, se produjeron más tanques que durante todo 2022. Así mismo, durante 2022 se habían producido más del doble de tanques del modelo más avanzado disponible (T-90M) que los producidos antes de la guerra. En Kurganmazhavod, donde se producen vehículos de combate de infantería, se produjeron 100 BMP-3 durante el primer cuatrimestre, más que en 2019 y 2020. Hay que tener en cuenta que, en la producción de este tipo de blindados, durante los años recientes se producía por debajo de la capacidad instalada. De acuerdo al ministro, la expectativa es multiplicar por 4 estos outputs para fin de año. 
 Entre las nuevas armas que se empezaron a ver de manera masiva en la guerra (y en cantidades aún crecientes) están las bombas para aviones con kits UMPK, que son los análogos rusos a los JDAM estadounidenses. Se trata de kits que se pueden agregar a todos los millones de bombas “tontas” para lanzar en aviones en caída libre, acumuladas desde la Guerra Fría. Estos kits consisten en alas desplegables y una unidad de guía, transforman a las bombas “tontas “en bombas planeadoras guiadas satelitalmente (por GLONASS, equivalente del GPS) y/o de manera inercial. De esta manera una bomba -cargada con entre media y dos toneladas de explosivos- puede ser soltada por un avión a una distancia de 70 km del objetivo (mucho más lejos de lo que alcanzan la mayoría de los sistemas antiaéreos ucranianos) e impactar en un radio de pocos metros. La producción de estos kits es sumamente rápida y relativamente barata. Estas bombas tienen un impacto muy importante en el campo de batalla, se usan para destruir depósitos de municiones, puestos de mando y fortificaciones. Al igual que los drones kamikaze Geran-2, alivian enormemente el uso de misiles y armamentos más sofisticados y lentos de producir.
 En suma, la cantidad y tipo de armamento que se ve cada vez con mayor frecuencia en la guerra revela, sin el menor atisbo de duda, que la política de sanciones y guerra económica de la OTAN, cuyo objetivo explícito era detener la industria militar rusa, fracasó rotundamente. La guerra de desgaste, con el balance actual de fuerzas y la capacidad de generar nuevas por el momento está favoreciendo a los rusos.

 La ´contraofensiva´ demora 

Además de movilizar a la industria y reservistas, desde septiembre del año pasado, los rusos se han dedicado también a fortificar la línea de frente. Diferentes sistemas defensivos recorren los aproximadamente 1.500 km de línea de contacto, desde Jersón hasta Belgorod. Estas fortificaciones defensivas tienen diferentes profundidades y densidades dependiendo de cada frente. Esto es en anticipación a la tan anunciada ´contraofensiva´ ucraniana, supuestamente inminente (desde hace ya varias semanas). No hay certeza de hacia dónde atacarán los ucranianos específicamente, pero una ofensiva de norte a sur en el frente de Zaporiyia hacia las costas del Mar de Azov, lo cual implica tomar ciudades como Tokmak, Melitopol, Berdyansk o incluso Mariupol, sigue siendo la hipótesis más probable como esfuerzo principal, apoyado de operaciones secundarias o de distracción en los otros frentes.
 En el corredor ruso en Zaporiyia, que corre de Este a Oeste conectando Crimea con Donetsk, los rusos prepararon un denso esquema de defensa en profundidad, o sea, múltiples líneas defensivas que corren paralelamente una detrás de otra. Una defensa en profundidad no tiene como objetivo primario evitar que el enemigo atraviese la primera línea defensiva sino retrasarlo e infligirle la mayor cantidad de bajas mientras que las fuerzas defensivas retroceden a líneas posteriores. En otras palabras, hacerle pagar el mayor precio posible al intentar atravesar cada línea y agotar su potencial ofensivo al menos antes de atravesar la línea final. Este corredor de Zaporiyia tiene unos 100 km de profundidad. Solamente en los 20 km que separan la ciudad de Tokmak con la línea del frente, hay tres grandes líneas defensivas, cada una compuesta por múltiples capas de obstáculos, campos de minas, trincheras, sistemas de fortificaciones, etc. (y cada línea más densa y compleja que la que tiene delante). Diferentes estimaciones calculan que hay unos 150 mil soldados rusos en el frente de Zaporiyia. La fuerza de ataque ucraniana formada especialmente para la gran contraofensiva se compone de 12 brigadas (9 de ellas equipadas por la OTAN), cada una de ellas debería tener al menos en el papel hasta 4-5 mil soldados, totalizando unos 50 mil, que contarán con el apoyo de las unidades ya desplegadas en el frente en donde vayan a atacar. La inferioridad numérica y las posiciones defensivas podrían compensarse con artillería o con fuerzas aéreas, pero son áreas donde los ucranianos están en desventaja mucho mayor. El contraste con la situación de los rusos en la orilla occidental de Jersón y Járkov del año pasado, en oportunidad de los contraataques ucranianos, no podría ser mayor: esta vez los ucranianos se plantean atacar posiciones defensivas fortificadas durante meses, ocupadas por decenas de miles de rusos y con la industria militar rusa funcionando a pleno. 
 El éxito de la ´gran contraofensiva´ en Zaporiyia, de todos modos, no es imposible. No se conocen aún los planes de Kiev, pero por lo menos desde febrero, en la prensa pro ucraniana se vienen bajando las expectativas sobre las posibilidades de un éxito arrollador que expulse a los rusos por fuera de las fronteras establecidas en 1991. Las declaraciones de las propias autoridades ucranianas, cuando se les pregunta por qué no comenzó todavía la ´contraofensiva de primavera´ (ya está por comenzar el verano), contestan contradictoriamente. Algunos aseveran que todavía están esperando que lleguen armas occidentales mientras que otros aseguran que la contraofensiva “ya está sucediendo”, en forma de múltiples operaciones de pequeña escala a lo largo del frente. En los últimos días, las pequeñas formaciones de rusos proucranianas organizadas por Kiev realizaron un par de asaltos terrestres en la región de Belgorod (frente a Járkov), avanzaron unos 10 kilómetros tomando pueblos fronterizos antes de tener que huir a territorio ucraniano después de sufrir cuantiosas pérdidas. Estas formaciones, en las cuales participan neonazis rusos, tienen la finalidad declarada de tumbar a Putin y proceder a una abolición de la Federación Rusa y su división en una treintena de nuevos estados (el ´modelo yugoslavo´ a mayor escala), que es la política estratégica de EEUU hacia Rusia, a la que se refieren con el eufemismo hipócrita de “descolonizar Rusia”. Este tipo de pequeñas operaciones, espectaculares para los titulares, pero militarmente insignificantes, tienen el objetivo de crear en la opinión pública occidental la sensación de que Ucrania tiene posibilidades de ganar la guerra, y que solamente necesitaría tal o cual superarma que todavía no le fue concedida. 

 La OTAN arma a Ucrania 

La última ´súperarma´ suministrada a Kiev son los cazas F-16 de producción estadounidense. Se agrega a los NLAW, Javelins, HIMARS, Patriot y cuánto sistema haya sido promovido hasta el hartazgo, suministrado a cuentagotas (porque no hay suficiente capacidad productiva) y al cual tarde o temprano los rusos se terminaron adaptando y encontrando cómo contrarrestar. Ya hace varios meses que no escuchamos noticias espectaculares de los Javelins o el HIMARS. Los rusos han podido afinar sus sistemas de guerra electrónica para interferir en los sistemas de guía satelital de los misiles guiados del HIMARS y al mismo tiempo las unidades de defensa aérea se han acostumbrado a interceptarlos en vuelo (CNN, 6/5). Es cuestión de tiempo hasta que se adapten de la misma manera a los misiles crucero de largo alcance lanzados desde aviones Storm Shadow, provisionados a Kiev por Gran Bretaña. La campaña ucraniana para conseguir F-16 tiene dos motivos. El primero y más obvio es que Kiev se está quedando nuevamente sin aviones caza. Su flota original de MiG-29 fue prácticamente agotada durante los largos meses de combate y fue reconstituida con repuestos y aviones enteros del mismo modelo suministrados por los ex miembros del Pacto de Varsovia incorporados a la OTAN. Ahora, de nuevo, Ucrania enfrenta una escasez alarmante de cazas, pero ya quedan muy pocos MiG-29, por lo tanto los reemplazos no podrán ser equipos soviéticos. En segundo lugar, Ucrania tiene en paralelo una crisis de disponibilidad de sistemas de defensa aérea, especialmente de los que son móviles. En otras palabras, con pocos cazas y sistemas antiaéreos, Ucrania no tiene manera de proteger a las unidades terrestres que haga avanzar en ofensivas de los bombardeos de la fuerza aérea rusa. 
Si bien contar con F-16 va a simplificar el uso de armamento y misiles sofisticados (aún no se sabe con cuántos contará), este avión presenta nuevos desafíos para los ucranianos. Primero, el entrenamiento de pilotos y equipos de mantenimiento tomará meses. Se trata de un sistema mucho más sofisticado y necesitado de mantenimiento constante que los aviones soviéticos. Segundo, es un avión mucho más restringido en su uso de pistas de aterrizaje. A diferencia del MiG-29, que puede despegar de pistas improvisadas en rutas o incluso desde campos no asfaltados, el F-16 requiere de pistas absolutamente limpias y bien mantenidas, ya que cualquier daño en su motor garantiza un accidente catastrófico. Si bien Ucrania puede mejorar una cantidad de pistas de aterrizaje, los rusos podrán identificarlas y destruirlas de manera regular. El más mínimo daño en el asfalto debería dejar a los F-16 incapaces de despegar, de acuerdo a los estándares de seguridad de los estadounidenses. Dicho esto, un caza poco adecuado, por supuesto, es infinitamente mejor que no contar con aviones caza en absoluto. Su provisión significa otra escalada de parte de la OTAN en lo que va de la guerra, anunciada no por coincidencia el mismo día de la caída de Bajmut. No obstante, EEUU casi ha agotado el monto autorizado de 40 mil millones de dólares en armas para Ucrania aprobado por el Congreso el año. De llegar a tal límite, el Ejecutivo tendrá que pedir autorizaciones por montos extra, que tendrán que volver a ser discutidos en el Congreso con el agregado de la proximidad del año electoral. Trump, que se ha catapultado como favorito en la interna republicana, ha criticado la estrategia de la Casa Blanca de cara a la guerra, proponiendo reemplazar el envío de armas por negociaciones entre las partes. 

Leib Erlej
 26/05/2023

 Notas: 1 Mediazona publica actualizaciones mensuales de su conteo de bajas rusas. Se puede consultar en https://en.zona.media/article/2022/05/20/casualties_eng

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