lunes, febrero 24, 2025

Elecciones en Alemania: un mini-golpe de estado para empezar

El nuevo canciller invita a Netanyahu, acusado de genocidio por la CPI. Los partidos que dominaron el escenario político desde la Segunda Guerra Mundial sufrieron un retroceso de época en las elecciones que tuvieron lugar ayer, domingo 23, en Alemania. Como consecuencia de ello, han perdido la posibilidad de introducir enmiendas constitucionales, que requieren los dos tercios del Parlamento. Esta limitación ha forzado al canciller electo, Friedrich Merz, a solicitar la convocatoria al parlamento actual para votar la derogación del tope de endeudamiento público, que en Alemania tiene status constitucional. La divergencia acerca de esta enmienda, entre el SPD (socialista) y FDP (liberales), llevó a romper el gobierno de coalición y a adelantar el llamado a las elecciones de ayer. Merz, el candidato de la Unión Cristiana Demócrata y de la Unidad Social Cristiana de Baviera, no pusieron el eje en este asunto durante la campaña electoral. Pero la derogación del tope fiscal, una piedra angular de la política económica germana y de la misma Unión Europea (la motosierra de Milei) se ha convertido en una cuestión crucial debido a los dos años de recesión que sufre el país y a los planes de rearme militar que figuran en la carta política de todos los partidos del sistema. Merz -y el ex primer ministro Olaf Scholz se pusieron de acuerdo en ejecutar este golpe de estado, al alargar los poderes del parlamento con mandato vencido y usurpar el poder del parlamento electo. No podría haber mayor demostración de una derrota política que esta usurpación de funciones por parte de quien ganó las elecciones de ayer – con menos del 30% de los votos – 28,5%. 
 El cuadro que han dejado los comicios es claro. Con una participación récord del 83,4% del padrón, la UCD-USC ha hecho la segunda peor elección de la posguerra; el SPD, la peor en estos años, que algunos remontan al año 1878, pasando del 26 al 16% de los votos. El FDP no alcanzó el piso para ingresar al Parlamento. Los vencedores fueron, en primer lugar, AfD, un partido neonazi, que aumentó el ciento por ciento de sus votos para llegar al 20,5% del total de los sufragios; en segundo lugar, el Partido de Izquierda (Die Linke), con el 8.7 por ciento. Tanto AfD como Die Linke obtuvieron sus mejores resultados en Alemania oriental, la región devastada por la absorción de la llamada RDA por Alemania occidental a partir de 1991; Die Linke gano el distrito de Berlín, la capital de Alemania. 
 Es necesario pasar estos resultados por un peine más fino, porque ni AfD ni Die Linke tiene un apoyo activo de masas. De acuerdo a observadores operó el famoso ‘voto castigo’ a los partidos tradicionales. AfD, por caso, tiene vínculos con la ideología del nazismo alemán, pero carece del atributo excepcional del hitlerismo – ese apoyo activo y la organización de milicias armadas. La línea política oficial de AfD es integrar un gobierno de coalición con los partidos ‘cristianos’, como ha intentado el Partido Libertario (neonazi) en Austria, por ahora sin resultado. 
 El debate tradicional entre los partidos que ingresaron al Parlamento, en la noche posterior a los comicios, estuvo muy marcado por el apoyo de Trump, Vance y Musk al ultraderechista AfD – un giro de 180 grados en la alianza histórica de los partidos norteamericanos con los cristianos alemanes. Ese apoyo se dio en el marco de otro giro – el de la política de Estados Unidos en la guerra de Ucrania. Merz, claramente, marcó la intención de convertir a Alemania en líder de la UE en la continuación de la guerra contra Rusia y en el propósito de convertir a Ucrania en su semi-colonia. El choque abierto con Trump sirvió a Merz para justificar el rearme militar sobre las espaldas de un ajuste brutal y de un salto histórico en la deuda pública. Alice Weidel, denunciada como pro Rusia y pro Putin por sus adversarios, planteó, sin un mayor desarrollo, la necesidad de una alianza tanto con Trump como con Putin, invitándose al reparto de Ucrania entre Estados Unidos y Rusia. No por eso dejó de sostener, en todo momento, de co-gobernar con Merz, que se pronunció por un enfrentamiento con Trump. Merz, sin embargo, alentó la expectativa de que el Congreso de Estados Unidos (y Wall Street) pongan un freno a la aventura exterior del magnate inmobiliario norteamericano. Tanto Merz como Weidel son furiosamente sionistas, incluso cuando las Fuerzas Armadas de Israel han iniciado la ‘evacuación’ de palestinos (30 mil) en Cisjordania, y cuando Trump ha anunciado la intención de tomar por la fuerza la Franja de Gaza. Palestina no solamente tiene una importancia ‘geopolítica’ incuestionable, representa también hasta dónde está dispuesto a llegar el imperialismo en esta etapa de guerra mundial.
 Los vasos comunicantes entre la derecha y la ultraderecha alemanas son tanto o más intensos que las divergencias estratégicas que han expuesto. El rearme alemán plantea un punto crucial poco mencionado, que es que Alemania tiene vetada la posibilidad de una fuerza nuclear, que monopolizan en Europa Francia y Gran Bretaña. Es lo que el imperialismo germano no demorará en plantear, con gran impacto en la unidad europea. Weidel, con una posición contraria a la continuidad de la UE, expresa la alternativa de un cambio de alianzas internacionales para alcanzar status nuclear. El rearme militar de Alemania y Europa (duplicar el presupuesto para Defensa) plantea una cuestión adicional decisiva, que es levantar una industria armamentista europea (con sus conexiones logísticas, satelitales, inteligencia artificial) independiente de Estados Unidos. El canciller electo, Friedrich Merz, no se ha cansado en repetir el propósito de convertir a Alemania en potencia “autónoma” durante el debate de anoche.
 En ese mismo debate, el representante de Die Linke evitó cualquier polémica sobre armamentismo y la guerra; esta izquierda apoya a Zelensky en nombre de la autodeterminación de Ucrania. Completamente fuera de foco, se limitó a defender el “estado de bienestar”, que ha venido siendo demolido sin respiro en el último medio siglo; nada dijo de los métodos de lucha para esa ‘defensa’. La agudización de esta gigantesca crisis mundial pondrá de manifiesto los grandes problemas estratégicos y de dirección que atraviesan a la clase obrera, y al mismo tiempo luchas históricas gigantescas. Esta es la perspectiva que abre camino al desarrollo de una dirección obrera y revolucionaria internacional.

 Jorge Altamira 
 24/02/2025

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