La timba financiera de Milei y Caputo la pagamos los trabajadores no solo con el ajuste para pagar una deuda cada vez mayor, sino también con el encarecimiento del endeudamiento familiar y la caída de la actividad económica que lleva a despidos y cierres de empresas.
La abrupta suba de tasas de la semana pasada, en pos de frenar la corrida hacia dólar, encareció los créditos privados, lo cual promete agravar la recesión económica y ocasionar dificultades en la cadena de pagos.
Recordemos que, tras el desarme de Lefis, se liberaron $10 billones al mercado, generando presión sobre el dólar. El gobierno rápidamente salió a captar esos fondos ofreciendo Lecaps con un rendimiento extraordinario del 48% anual, lo cual condujo a los bancos a aumentar la tasa de interés de los préstamos, la cual saltó del 35% aproximadamente hasta el 150%, llevando el costo financiero total al 300%.
Por un lado, esta suba sideral de las tasas bancarias detiene la demanda de crédito privado, cuyo auge venía contrarrestando la caída de la actividad económica y del consumo. Tal es así, que, según un informe de First Capital Group en base a datos del BCRA, en mayo, los préstamos personales aumentaron 353,5% interanual, los préstamos con tarjeta de crédito 206,4%, los préstamos comerciales 168,3%, y, los créditos hipotecarios, 298,7%. En junio, según la consultora Outlier, se desaceleró ese crecimiento, y, tras el encarecimiento de los intereses de la última semana, todo indica que disminuirá, profundizando la recesión.
A su vez, se incrementará la morosidad entre quienes tomen líneas de crédito. En ese sentido, "la mora estimada para diciembre que analizan (los bancos) es de niveles del 8%, contra un 4% en la actualidad" (El Cronista, 24/7). Lo anterior puede derivar en una crisis en la cadena de pagos de las empresas, desatando quiebras y reestructuraciones, que pagarán los trabajadores perdiendo su fuente de empleo. También causaría estragos sobre el endeudamiento familiar, cuando el coeficiente de mora de los hogares ya ascendió a 4,5% en mayo (superando el ratio de irregularidad del crédito al sector privado, que fue del 2,6%).
Por otra parte, el funcionamiento cotidiano de muchas empresas depende de los adelantos de cuenta corriente que les otorgan los bancos para girar al descubierto. Al encarecerse esa fuente de financiamiento (la tasa saltó del 31% al 86% nominal anual), las patronales no dudarán en trasladar los mayores costos operativos al precio final, recalentando la inflación.
Como vemos, los malabares financieros del gobierno para sostener el carry-trade y contener el dólar hasta las elecciones de octubre tienen efectos severamente recesivos sobre la economía y costosos para el bolsillo popular. Los que salen ganando con este esquema usurario son los bancos, que se aseguran retornos excepcionales como prestamistas y como acreedores del Tesoro.
Para poner fin al parasitismo de la banca, es necesario nacionalizarla bajo control obrero. Solo así podemos terminar con el mecanismo fraudulento de la deuda pública y redirigir el crédito al desarrollo industrial del país en beneficio de las mayorías y a garantizar el derecho a la vivienda de la población trabajadora.
Sofía Hart
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