sábado, julio 12, 2014

Los alcances del Califato Islámico



El grupo islamista EIIL (Estado islámico de Irak y del Levante) declaró la creación de un nuevo “Califato Islámico”, basado en la ley islámica, en la totalidad de los territorios que controla desde el noreste sirio hasta el oeste iraquí. Sin embargo, la insurgencia en Irak es protagonizada por sectores heterogéneos. Si bien la potencia militar la aporta el EIIL, la estabilización y soporte territorial son sostenidos por las tribus o los consejos locales en cada pueblo o ciudad enfrentada al gobierno de Bagdad. “Milicias sunnitas locales (y no el EIIL) mantienen la defensa de las localidades tomadas por los rebeldes. Entidades gubernamentales podrían ser formadas en Mosul, Salah Ad-din y Anbar, para formar una región autónoma sunnita similar a la kurda en el noreste iraquí” (Executive Intelligence Review, 20/6). Sectores ‘baathistas’ (partido secular de Saddam Hussein) junto a otras agrupaciones tribales sunnitas son coordinadas por el Consejo de Insurgentes de Anbar, que, a su vez, coordinaría con EIIL y con el servicio de inteligencia saudí (Stratfor, 17/6). Los que hoy combaten junto a los islamistas están motivados por la lucha contra el gobierno central y no por la conformación de una teocracia.
El levantamiento de la minoría sunnita viene desde finales de 2012, con movilizaciones populares contra el desempleo, la corrupción, el ‘sectarismo’ (atribuido a la alta influencia iraní) y los miles de presos políticos. Al-Maliki desarrolla una política de persecución étnica; 10 mil jóvenes sunnitas se encuentran encarcelados y se vale de una ley anti-Baath (que prohíbe la participación política de los seguidores del antiguo régimen de Saddam) para atacar y perseguir a todo el arco político sunnita en su conjunto, al que acusa de colaborar con el terrorismo. Las protestas en la provincia de Anbar (mayoría sunnita) fueron fuertemente reprimidas por el Ejército y Mosul bombardeada, generando una gran cantidad de expulsados, que desde enero de este año, escaparon del embate gubernamental (Al Jazeera, 2/7). Estados Unidos presiona a Al Maliki para la conformación de un gobierno de ‘unidad nacional’ de shiítas, sunnitas y kurdos, como un modo de sostener el orden político. Sin embargo, esto pende de un hilo: Maliki no puede juntar quórum y la sesión parlamentaria para formar el nuevo gobierno, debía sesionar la semana pasada, se pospuso para agosto (ídem, 7/7); porque los partidos sunnitas y kurdos la boicotearon. La direccion kurda quiere aprovechar la crisis para avanzar en una mayor autonomía con respecto a Bagdad, incluso baraja la posibilidad de un referéndum de independencia para los próximos meses.
El ‘sectarismo’ oficial del gobierno de Maliki es dejado de lado a la hora de atacar a los trabajadores. La ley laboral que rige Irak se mantiene desde la época de Saddam Hussein, la que prohíbe a los trabajadores estatales la asociación sindical independiente del Estado (maestros, portuarios, petroleros y el 80 por ciento de la industria iraquí dependen del Estado) y declara ilegal la organización de cualquier protesta. Los pulpos petroleros que explotan los yacimientos del país mesopotámico -como Exxon, Chevron y British Petroleum- están chochos con una ley hecha a su medida. La regulación de la protesta social es una garantía que los incentiva a la hora de invertir en cualquier parte del mundo.
La resistencia sunnita no fue lo único que le dio trabajo al aparato represivo de Bagdad en los últimos años. Movilizaciones obreras por mejores condiciones de trabajo, contra la discriminación, por la igualdad laboral entre hombres y mujeres, y por la libre organización de los trabajadores por fuera del Estado y las patronales recorrieron el país en los últimos años, según consta en el informe 2012 de la Confederación Internacional de Sindicatos (http://cor.to/califatoirak).
Más que nunca, es esencial la irrupción revolucionaria de las masas explotadas contra todos los sectarismos y contra todos los gobiernos pro-imperialistas, por una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente que incluya una república palestina en sus territorios históricos.

Federico K.

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