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domingo, abril 02, 2017
Colectivos y choripanes: la radicalización gorila del discurso de Cambiemos
Macri celebró lo que llamó una manifestación “espontánea”. El Gobierno busca ratificar el vínculo con la minoría intensa que lo votó en las PASO de 2015.
Este sábado quedó en evidencia que hasta la coalición política Cambiemos debe recurrir a la calle para hacer valer sus credenciales políticas. En la Argentina contenciosa marcada por las jornadas revolucionarias de diciembre de 2001, el espacio público es, en términos globales, un escenario donde dirimir el conflicto y hacer valer fuerzas.
El macrismo, fiel a su concepción, había despreciado la calle durante mucho tiempo, haciendo alarde de “lo que dicen las encuestas” y de su comunicación en las redes sociales. Pero ante el evidente declive en esos terrenos, se vio obligado a alentar por abajo este llamado.
Luego del “éxito”, Macri salió a festejar lo que consideró una manifestación espontánea, algo a todas luces falso. Pero además celebró que la misma se hiciera “sin colectivos y choripanes”. No hizo más que repetir lo que se escuchó en la calle durante horas y venían sonando por parte de diversos voceros del oficialismo.
La lectura política del Gobierno -según señala este domingo un periodista de Clarín- sería considerar que la marcha mostró el aval de sectores afines al massismo y a Stolbizer. Ese supuesto de basaría en el hecho de que palabras como “república” y “democracia” se repitieron hasta el cansancio en la manifestación. Pero detrás de las palabras está la realidad. En el caso de la concentración de este sábado, los conceptos “republicanos” vinieron a evidenciar un marcado odio de clase.
Los canticos y algunas de las entrevistas que se divulgaron lo evidencian. Desde la señora que afirmó sin dudar –directamente gritando- que en la dictadura “desaparecieron los que tenían que desaparecer”, hasta la más extendida declaración de “vine con mi Sube”.
Esa visión presupone que movilizarse para exigir la compra de dólares libremente es algo mucho más elevado o loable. El recordatorio viene a cuenta de los cacerolazos de 2012 y 2013, donde este mismo sector social se manifestaba por esa razón.
La concepción gorila de los manifestantes supone que la llamada “democracia” debe tener como “valor” a cientos de miles de docentes mal pagos y precarizados. El cantito de apoyo a la gobernadora de la provincia de Buenos Aires (“fuerza Vidal”) así lo muestra.
La demonización contra el choripán y los colectivos revela la veta antipopular de quienes marcharon. Macri, saliendo a celebrarla y tomando como propias esas mismas palabras, busca soldar un lazo con el sector más firme de las clases medias, aquel que lo acompañó en las PASO de 2015, esa minoría intensa que no alcanza para gobernar un país. Ni en términos legales ni reales. Menos un país que se gobierna ajustando a la amplia mayoría obrera y popular.
Pero ese discurso gorila no es puramente electoral. Tiene sus raíces en una realidad más profunda. El presidente que hoy ataca las movilizaciones, hace tan solo unos meses debió montar un falso viaje en colectivo para mostrarse “más cerca” de quienes viajan a diario en ese medio. Es el mismo funcionario que, agreguemos, no supo contestar cual era el monto de la jubilación mínima frente a millones de personas en televisión.
Con las felicitaciones y el video exultante difundido por Twitter, Macri volvió a mostrar que “esa es su gente”, la que llegó hasta Plaza de Mayo en la tarde del sábado.
La radicalización gorila del discurso gubernamental tiene una función electoral. Pero sus raíces están en la polarización social y política existente. Polarización que trasciende el actual Gobierno y que tiene, en parte, sus raíces en la llamada década ganada. La “herencia recibida” contempla una pobreza superior al 25 % y una precarización laboral extendida a un tercio de la clase trabajadora.
Señalemos, una vez más, que el “complot kirchnerista” con el que el oficialismo empuja a la polarización política es como los unicornios. Simplemente no existe. El kirchnerismo y el peronismo han sido y siguen siendo garantes, por medio de todas sus alas, de la gobernabilidad de Cambiemos.
Eduardo Castilla
@castillaeduardo
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