A principios del pasado siglo XX, las grandes potencias imperiales europeas y Japón se enzarzaron en una febril carrera armamentista, que sus pueblos aplaudían gozosos, pues veían en aquellos armamentos un reflejo de su grandeza y gloria. El reparto del poder en el mundo era el motor de las contradicciones, sumadas a los conflictos económicos y comerciales. No obstante, donde más fácil era observar el delirio belicista-imperialista era en el desarrollo naval. En 1905, Gran Bretaña puso en quilla un modelo nuevo de buque, que recibió el nombre de Dreadnought (Acorazado), para fortalecer su primacía marítima, pensando que Alemania necesitaría muchos años para construir un buque similar. Se equivocaron. En 1906, Alemania adoptaba una ley que disponía que todos los buques de guerra debían ser del tipo Dreadnought. La respuesta inglesa se basó en que, «por cada barco alemán, Inglaterra pondría en quilla dos, manteniendo de este modo su actual superioridad relativa». En noviembre de 2016, Donald Trump prometió que se construirían 350 buques de guerra para garantizar la hegemonía marítima de EEUU. China y Rusia llevan más de una década aplicados a la tarea de multiplicar su poder militar, dirigido a neutralizar y superar el naval estadounidense. China tiene a punto su segundo portaaviones y Rusia, que ha duplicado y modernizado su flota de guerra en diez años, aspira a ser el segundo poder naval mundial en 2025.
Mientras tanto, el proceso de militarización de Europa, promovido por EEUU, sigue imparable y cada vez más próximo a las fronteras de Rusia y Bielorrusia. Un proceso que se viene produciendo de forma cauta, como sistema de goteo, para no llamar la atención. En octubre de 2016, EEUU envió a Alemania 620 contenedores con más de 5.000 toneladas de municiones (su mayor envío en veinte años), preparatorio del despliegue de centenares de blindados en 2017. «Podríamos tener aquí mil tanques, pero, si no tenemos munición no tendrán ningún efecto disuasorio», dijo el teniente general Ben Hogdes, del Ejército de EEUU, para explicar el volumen desembarcado.
En enero de 2017 arribaron al puerto alemán de Bremerhaven 4.000 soldados y 87 tanques de la Tercera Brigada de la Cuarta División de Infantería de EEUU, con 900 vagones en armas y equipamiento, que tenían una longitud de 14 kilómetros. Ese mes, Alemania estacionó 500 soldados en el Paso de Suwalki, Lituania, considerado el talón de Aquiles de la OTAN en su proyección sobre los países bálticos; despliegue simbólico, pero expresión del compromiso alemán en el cerco de la OTAN sobre Rusia. En febrero de 2017 fue desplegada en la base de Illesheim, Alemania, parte de la 10.ª Brigada de Aviación de Combate de Nueva York, formada por helicópteros UH-60 Black Hawk, CH-47 Chinook y Apache, según informara Stars and Stripes. (Stars and Stripes es un diario militar con información actualizada sobre movimientos de tropas, ejercicios militares y otros temas relativos a las fuerzas armadas de EEUU.)
Tanto la Brigada Blindada como la Brigada de Aviación participaron en la operación de la OTAN Atlantic Resolve, desarrollada entre enero y marzo de 2017, cuyo objetivo era concentrar tropas en las fronteras de Rusia, supuestamente para «tranquilizar a los aliados de Europa oriental» ante una supuesta amenaza rusa. La Brigada Blindada será la primera fuerza militar de rotación que se desplegará en Europa. Su sede estará en Polonia, en la misma base donde están los sistemas de misiles Paladín M109, desplegados ya por EEUU. Paralelamente, nuevas unidades serán establecidas en los países bálticos, entre ellos un batallón de tanques M1 Abrams. Otro batallón de tanques se establecerá en Alemania. Rumanía y Bulgaria, por su parte, recibirán un batallón de infantería mecanizada con vehículos de combate M2 Bradley. Por último, la 10.ª Brigada de Aviación trasladaría su sede a Alemania y parte de sus unidades aéreas serían desplegadas en zonas secretas de Polonia, Letonia y Rumanía. A este despliegue militar de EEUU debe agregarse el que han hecho varios países de la OTAN en los países bálticos y Europa oriental, como los 4.000 soldados enviados al Báltico por EEUU, Canadá, Gran Bretaña y Alemania.
Capítulo aparte son las continuas maniobras militares en países fronterizos o próximos a Rusia. Tal el caso de las maniobras Anakonda-16, desarrolladas en Polonia en junio de 2016, que movilizaron a 30.000 efectivos, 2.900 piezas de artillería, 105 aeronaves y 12 buques de guerra. Además del volumen en efectivos y medios, destacó la participación en ellas de Suecia y Finlandia, países teóricamente neutrales. Maniobras militares se desarrollaron en Polonia en enero de 2017. Las maniobras navales se vienen sucediendo casi ininterrumpidamente en los mares Báltico, Negro y de Barents. En julio de 2016 fueron las See Breeze, en el mar Negro, con 25 buques de guerra y 1.700 efectivos de cinco países. En febrero de 2017, la OTAN desarrolló maniobras navales con Ucrania, con la participación de seis países, 4.500 efectivos y 16 buques de guerra. A inicios de marzo se realizaron las maniobras navales Poseidón 2017 desde Rumanía.
Puede uno creer, ingenuamente, que esta permanente actividad militar tiene propósitos defensivos, pero no es así. Los países se arman y despliegan su poder militar cuando consideran que deben ir a la guerra, aunque no lo digan públicamente. Nadie anunció, en 1914, que se iniciaba la Primera Guerra Mundial. Sólo se inició, y ese estallido era el resultado natural de quince años preparándose para la guerra. Rusia espera que, en 2020, sus fuerzas armadas estén dotadas con misiles hipersónicos capaces de alcanzar 5 mach de velocidad (un mach es igual a 1.224 kilómetros por hora: alcanzarían París en 40 minutos). También desarrolla el misil hipersónico intercontinental 4202, que alcanzaría entre 7 y 12 M. EEUU y China trabajan en este tipo de armas, aunque no alcanzan aún el nivel de desarrollo de Rusia, pero es previsible lo logren hacia 2020-2025.
Señalaba en la Introducción de mi libro sobre política y geopolítica que, en Europa, EEUU prepara «escenarios de guerra que sólo a EEUU pueden interesar» y que los europeos «han hecho una alianza a muerte con un país que nunca morirá por ellos». En esos escenarios estamos, escenarios que, lamentablemente, recuerdan demasiado la Europa de preguerra en 1914. Hace casi un año apareció el libro y los análisis se han visto correctos. Pero la guerra no es una fatalidad. Puede evitarse y el primer paso para lograrlo es informarse y actuar. Actuar e informarse antes de que sea demasiado tarde.
Augusto Zamora R., autor de Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos
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