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domingo, abril 23, 2017
La huelga de hambre de los presos palestinos y el rol de Bargouthi
Por qué el líder de Fatah puede modificar los acuerdos de la Autoridad Palestina con el sionismo y los planes de Trump.
Desde el lunes, más de 1.500 prisioneros palestinos están en huelga de hambre por tiempo indeterminado. Las atrocidades en las cárceles israelíes superan lo imaginable, al punto que una demanda de los presos es el cierre del hospital penitenciario y que los envíen a hospitales civiles (ver nota anterior).
El gobierno de Benjamin Netanyahu informó que no negociarán con los prisioneros ni accederán a sus reclamos. La huelga de hambre es considerada delito por Israel, que ya aisló en celdas de confinamiento a varios presos, entre ellos al más importante rehén en las cárceles sionistas, Marwan Bargouthi. El diputado de Fatah ha logrado galvanizar a los presos de Hamas y la Jihad Islámica, lo que es inédito y una muestra de su prestigio más allá de las facciones palestinas, según señala el sitio Stratfor. Tal situación llega al punto de que el diario israelí Haaretz indica que la dirección de Hamas “trabaja estrechamente” con Bargouthi.
La huelga concitó el apoyo de “cientos de miles de palestinos” que “se han movilizado en Gaza y Cisjordania” (Haaretz, 18-4). Es que el número de prisioneros ha crecido exponencialmente en los últimos 18 meses y una huelga en las cárceles “afecta prácticamente a todas las familias de los territorios”.
En represalia, Israel suspendió las visitas de familiares y abogados, y el Servicio de Prisiones anunció que no informará sobre la salud de los huelguistas, que serán trasladados a una prisión en el desierto del Neguev. Los abogados palestinos declararon el boicot a todo el Poder Judicial israelí.
Bargouthi, el Mandela palestino
El gobierno sionista intenta desacreditar la huelga imputándola al afán de Bargouthi de consolidar su prestigio dentro de Fatah y la llamada “calle palestina”. Bargouthi es considerado –por los palestinos, por muchos israelíes y por muchos líderes mundiales- el único sucesor posible del presidente palestino Mahmoud Abbas, abrumado por un descrédito irremontable. En diciembre pasado hubo elecciones para el Comité Ejecutivo de Fatah, pero la Autoridad Palestina excluyó de las listas a los candidatos identificados con el preso. Abbas, agente directo del imperialismo vinculado a la CIA, actúa como policía a las órdenes de Israel en Cisjordania, reprime las movilizaciones y, según Haaretz, ha entregado 400 palestinos a las fuerzas sionistas en los últimos dos años. Abbas también intensificó la confrontación con Hamas el mes pasado, anunciando la suspensión de todo auxilio económico a Gaza si no le transfieren el control de la seguridad y de los puntos fronterizos de la Franja, algo impensable.
La huelga de hambre se concreta días antes de una reunión de Abbas con Trump en la Casa Blanca y la prensa israelí especula que si perdura hasta comprometer la vida de los huelguistas, “los territorios estallarán y se pondrá en crisis el intento de Trump de reabrir negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina”.
Bargouthi, preso desde 2004, cumple una condena por cuatro vidas más 40 años como responsable de cinco muertes en la Segunda Intifada. No sólo los palestinos dicen que el juicio fue una patraña, el ex primer ministro Ehud Barak (laborista) opinó que si la condena era “parte de la lucha contra el terrorismo” no tenía sentido. Pero si era un plan para convertirlo en el próximo líder nacional palestino, era “una idea brillante”. Porque “va a pelear el liderazgo desde adentro de la prisión y va a potenciar su mito”.
En 2013, ocho premios Nobel de la Paz, incluido Jimmy Carter, Desmod Tutu y Adolfo Pérez Esquivel reclamaron su libertad y lo propusieron al Premio Nobel de la Paz. Lo hicieron desde la misma celda en la que estuvo preso por décadas el sudafricano Nelson Mandela, una figura con la que se suele comparar al palestino “por su capacidad de unificar y conducir su pueblo a la liberación”. A dónde condujo Mandela a "su pueblo” lo dejamos para otra nota.
La idea de que el preso es el único que puede unir a los palestinos –verbigracia, disciplinar a los grupos islámicos– y encarar negociaciones “racionales” goza de consenso en sectores del imperialismo. El lunes que comenzó la huelga, el New York Times publicó un artículo de opinión donde Barghouti denuncia que “el sistema inhumano de la ocupación militar y colonial de Israel tiene como objetivo romper el espíritu de los presos y de la nación a la que pertenecen”. También explica la tortura, los tratos inhumanos y degradantes, la negligencia médica y los asesinatos en prisión. Las quejas del gobierno de Netanyahu y de sionistas norteamericanos obligaron al NYT a incluir una nota aclarando que el columnista “es un terrorista condenado por la muerte de cinco civiles”.
En una extensa entrevista en Haaretz, respondida a través de su esposa y su abogado, Bargouthi confirma que se postulará a la presidencia de la Autoridad palestina. Su programa: la inmediata reconciliación con Hamas y el cese de la cooperación en temas de seguridad con Israel, boicot a los productos israelíes y apoyo de la Autoridad Palestina a todas las protestas no violentas contra Israel. En el marco de la defensa de la política de los dos estados, Bargouthi estableció como condición para negociar “que Israel retroceda a los límites del 67 en un año y exprese su disposición a poner fin a la ocupación”.
Si bien su vocero aclara que “la lucha no violenta es un instrumento y no un objetivo”, para lograrlo, Bargouthi impulsa el abandono de la resistencia armada en función de una “a la Gandhi” y la conformación de un frente común con Hamas, la Jihad islámica y las otras corrientes palestinas “que comprometa en la lucha pacífica a cientos de miles de personas”. La protesta popular debería ser “pacífica. persistente y sistemática” para crear una presión internacional que obligue a Israel a volver a la mesa de negociaciones y a terminar con la ocupación.
El liderazgo civil y militar israelí “está dividido respecto de si debe liberar a Bargouthi”, sostiene The Guardian. Los que ven la liberación con buenos ojos subrayan que es el único que podría vencer en la elecciones también a Hamas, o llegar a un acuerdo con los islámicos. En ese caso, “la presión internacional será tan fuerte que Israel se verá obligado a liberarlo”.
Olga Cristóbal
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