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miércoles, abril 05, 2017
Mendozazo: cuando tembló el poder de los de arriba
Hace 45 años Mendoza fue sacudida pero no por un sismo. Fue por la gran gesta obrera y popular que enfrentó el régimen de la dictadura cívico-militar autodenominada “Revolución Argentina”.
En 1972 Mendoza se ponía a tono con el proceso revolucionario que vivía el país y el mundo. El planeta había sido conmovido por el Mayo Francés, la Primavera de Praga y la guerra de Vietnam. Cruzando la cordillera, los trabajadores chilenos ponían en pie los cordones industriales, llevando adelante el fenómeno más avanzado de auto organización de Sudamérica. En Argentina, el Cordobazo abría una situación revolucionaria y hería de muerte a la dictadura de Onganía. Las réplicas llegaban a Mendoza tres años después ya bajo la presidencia de Lanusse. Obreros, maestras, estudiantes y vecinos protagonizarán en abril de 1972 un levantamiento que hasta el día de hoy espanta a la burguesía y a sus escribas. Aquella gesta pasó a la historia con el nombre de Mendozazo.
Las viñas de la ira
El Partido Demócrata, que ha colaborado con cuanta dictadura hubo en nuestro país y es hoy parte del gobierno de Cambiemos, en aquel entonces le proporcionó un gobernador al autodenominado régimen de la “Revolución Argentina”: Francisco Gabrielli. Por entonces en estas tierras, no solo se fermentaban las uvas para el vino sino también el malestar social.
Las docentes desde hacía dos años estaban en lucha con paros y movilizaciones. En 1972 no comenzaron las clases y declararon la huelga por tiempo indeterminado. A esto se sumaran los estatales que también estaban en conflicto y los trabajadores de la salud, agremiados en ATSA, que pedían aumento salarial entre otras demandas, con paros de hasta 192 horas, movilizaciones y asambleas. A su vez, los contratistas de viñas y frutales exigían a la patronal y al gobierno ser reconocidos como trabajadores dependientes y que se les reconocieran sus derechos como trabajadores. La respuesta fue 3000 telegramas de despidos. La cementera CORCEMAR no se quedaba atrás y despedía a 300 obreros desatando una lucha por la reincorporación de todos, a la cual se suman las familias de los trabajadores. En este marco el paro nacional de 48 horas llamado por la CGT para el 29 de febrero y el 1° de marzo, tuvo en Mendoza el mayor acatamiento en años.
La dictadura desde el comienzo atacó a las Universidades Públicas. Recordemos que durante el gobierno de Onganía se produjo la Noche de los Bastones Largos, instaurando un régimen muy represivo contra la juventud que se venía radicalizando en todo el mundo. En la Universidad Nacional de Cuyo y en la UTN cuestionaban a las autoridades universitarias. Rechazaban los exámenes de ingreso implementados por la Ley Universitaria de 1967 y a la política universitaria de conjunto. La politización y radicalización de los estudiantes desató un proceso de asambleas, tomas de facultades y manifestaciones que fueron reprimidas.
La gota que rebasaría el vaso cayó a fines de marzo de 1972, cuando el gobierno de Lanusse anuncia un aumento del 300% en la tarifa de la luz, provocando un descontento generalizado en la provincia. El 29 de marzo, en la Cuarta Sección de la Capital, 700 personas realizaron la primer asamblea que voto no pagar la luz, movilizarse y poner en pie una coordinadora. Al día siguiente, en el comedor de la Bodega Giol, la Intersindical provincial realizó una asamblea y se sumó al reclamo. Esa noche los comerciantes de la Ciudad producían un apagón en señal de protesta. El 31 marzo toma vida la Coordinadora No Pague la Luz que resolvió una concentración en Casa de Gobierno el domingo 2 de abril. Columnas multitudinarias llegaron ese día desde los distintos departamentos, reuniendo 20.000 personas. Se votó participar de la manifestación convocada por la CGT para el 4 de abril. El gobernador Gabrielli respondió prohibiendo cualquier acto de protesta.
La tierra tiembla
El terremoto social que tiro abajo los cimientos de la dictadura en la provincia fue el 4 de abril. El día comenzó con la represión a las maestras concentradas en la sede sindical del Magisterio. El “Neptuno”, carro hidrante de la policía, disparaba agua azul contra los guardapolvos blancos, convirtiéndolos en un símbolo del Mendozazo. La represión no tardó en llegar al local de la CGT, pero los obreros hicieron retroceder a la policía lanzándoles las piedras bolas que tapizaban las acequias de la época.
Levantaban barricadas a medida que avanzaban por el centro hacia Casa de Gobierno. Allí se encontraron con los estudiantes que bajaban marchando desde la UNCuyo, la UTN y colegios secundarios, juntos enfrentaron la represión de la policía provincial, la federal y la gendarmería. Finalmente del ejército que militarizó el territorio. La represión en Casa de Gobierno produjo el primer muerto: el canillita Ramón Quiroga, y decenas de heridos.
Mendoza es declarada “zona de emergencia”. Al final del día Francisco Gabrielli tiene que renunciar. Pero desde Buenos Aires deciden mantener el aumento de la luz. La CGT llama a un paro para el día siguiente y el acatamiento es total a pesar de no haber tenido difusión por la censura que reinaba en los medios. El entierro de Ramón Quiroga es acompañado masivamente y al finalizar se marcha del cementerio hacia el centro donde nuevamente hay enfrentamientos. Los manifestantes se repliegan hacia el departamento de Las Heras y junto con los vecinos organizan la resistencia, obligando a los militares a retirarse de ese territorio. Al día siguiente, el 6 de abril, en Guaymallén también se repiten los enfrentamientos. Desde distintas zonas llegan grupos al acceso norte, donde se levantaban barricadas para impedir el paso de la policía. Los vecinos hacían hogueras y sacaban de sus casas todo tipo de objetos para fotalecer las barricadas. El Carril Godoy Cruz estaba cubierto de adoquines, piedras y carteles de publicidad, haciendo imposible el despliegue de las fuerzas represivas. Por Pedro Molina era imposible penetrar, los vecinos enardecidos lanzaban todo tipo de elementos como proyectiles. Los gases lacrimógenos ya no eran efectivos, por lo que las fuerzas represivas comenzaron a disparar con armas de fuego. Ese día murió Susana Gil de Aragón con balazo en la cara, mientras atendía su negocio. Los trabajadores y la juventud de Las Heras la declararon “zona liberada”, se realizaron asambleas en las barriadas obreras, donde se preparó la autodefensa del territorio. La juventud, desobedeciendo el toque de queda, llenó de barricadas los puentes del zanjón de los ciruelos. La avenida San Martin estaba en penumbras, el alumbrado público había sido destruido y 50 manzanas de este departamento eran territorio liberado. Estaban en manos del pueblo. Los vecinos contribuían con dinero y alimentos para sostener las barricadas. El viernes 7 hubo masivas detenciones en Las Heras y la represión se cobró un nuevo muerto: Luis Mallea.
Por la noche el gobierno anunció la suspensión en el cobro de las tarifas eléctricas y se nombraron nuevas autoridades en la provincia. El Mendozazo dejó un saldo de tres muertos, 190 heridos, 480 detenidos torturados y 3 desaparecidos (un trabajador de sanidad y dos metalúrgicos). Daños materiales en la casa de gobierno y en el centro, vehículos, micros y trolebuses incendiados.
Una gesta de la que hay que aprender
En el Mendozazo el movimiento ocupó la ciudad y derrotó a las fuerzas policiales, pero fue insuficiente para frenar al ejército, que obligó a trasladar la resistencia y las batallas a las barriadas obreras de Las Heras y Guaymallén que durante días se mantuvieron como territorios liberados donde la policía no podía entrar. Los obreros y estudiantes lograron tirar abajo al gobernador, pero carecieron de una estrategia para derrotar al ejército.
El proceso revolucionario abierto en todo el país con el Cordobazo, y del cual el Mendozazo es parte, obligó a los militares y la burguesía a poner fin a la proscripción del peronismo, intentando con ello desviar ese ascenso obrero y popular. Cuando eso no alcanzó, no dudaron en apelar a las bandas fascistas de las Tres A y finalmente a la dictadura más sangrienta de la historia nacional, para aniquilar a una generación que en general se planteó la lucha contra el imperialismo y el capitalismo.
La dictadura vino a cortar la experiencia que la clase trabajadora estaba haciendo con su dirección histórica: el peronismo. Avanzar en un sentido independiente de cualquier variante política burguesa y construir un partido revolucionario de la clase trabajadora, fue una tarea que quedó trunca y pendiente.
En los últimos años, cada vez que los trabajadores y la juventud mendocina sale a las calles se escucha como un eco del pasado el cántico que dice: “paso, paso, paso, se viene el Mendozazo”. Son chispas de la memoria histórica que siguen encendidas.
Es indispensable que las nuevas generaciones saquemos lecciones de estas grandes gestas y del más importante ensayo revolucionario que vivió el país en los años ’70, dotando a la clase trabajadora de una estrategia de poder y llegar mejor preparados a los nuevos ascensos revolucionarios, a los futuros Mendozazos.
Ulises Jiménez
Ex Concejal del FIT en Las Heras | Mendoza | @UlisesJimenezLH
Jazmín Jimenez
Lic. en Sociología / @JazminesRoja
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