Facebook ha anunciado que lanzará su versión de moneda digital el próximo año. El sistema bancario internacional encuentra inquietantes los planes del gigante de las redes sociales. La irrupción de Facebook en el ecosistema financiero podría ser el anuncio de cambios importantes.
La idea de crear una moneda digital es algo natural para Facebook, empresa que hoy cuenta con más de 2,6 mil millones de usuarios. Se calcula que pronto la mitad de la población mundial podría tener una página en Facebook y con esa red de usuarios el proyecto de introducir una criptodivisa adquiere enorme importancia. Mark Zuckerberg, el mandamás de Facebook, ya tiene nombre para su divisa: libra.
Zuckerberg describe la libra como un simple medio de pago que beneficiaría a centenares de millones de personas que hoy no cuentan con servicios bancarios. Pero Facebook y Zuckerberg no tienen buena fama cuando se habla de ética. Facebook ya es propietaria de otras grandes plataformas digitales, como Whatsapp e Instagram, lo que no permite pronosticar nada bueno en materia de concentración y poder económico. Además, Facebook ha sido responsable de la venta no autorizada de datos privados de sus usuarios en el pasado. Hoy, la empresa está en espera de que se resuelva una demanda en su contra por la Comisión Federal de Comercio, que podría resultar en una multa de 5 mil millones de dólares (mmdd).
Nada de esto parece frenar las ambiciones de Zuckerberg. El proyecto de la libra ha recibido el apoyo de una constelación de 28 empresas, que incluye a MasterCard, Visa, PayPal, Uber, Spotify, eBay y Vodafone. Esta asociación será el motor y verdadero regulador de la libra, y cada uno de sus miembros será el centro de un nodo de la cadena de bloques (similar a la tecnología del bitcoin). La descentralización del sistema es presentada como una ventaja, algo así como un valor democrático, pero en realidad sirve para evadir el escrutinio de la regulación bancaria. Con razón el Banco de Pagos Internacionales ha sonado la alarma y se manifiesta en contra de esta invasión del ecosistema bancario.
En economías subdesarrolladas, en las que la mayoría de la población no tiene acceso a servicios bancarios, los sistemas de pagos con medios digitales ofrecen un atractivo importante al facilitar todo tipo de transacciones. La publicidad señala que la libra será una simple ficha digital que cualquier usuario podrá comprar (con sus dólares, euros, yenes o pesos) y utilizar en sus intercambios. Pero nunca menciona que el servicio no es gratuito. Las comisiones serán un monto despreciable de cada transacción (por ejemplo, fracciones de centavos), pero el volumen de operaciones es astronómico y la suma de ganancias será gigantesca.
La gran diferencia de libra con criptodivisas como bitcoin y ethereum es que la aceptación será fácil de lograr, dada la base de usuarios que constituye el principal activo de Facebook. El monstruo de las redes sociales obtuvo el año pasado beneficios por más de 55,8 mmdd, la gran mayoría proveniente de ventas de publicidad. Pero la empresa ya opera un pequeño sistema de pagos que le proporciona ganancias modestas (2 por ciento del total de sus ganancias en 2018). Se calcula que si el sistema de la libra se desarrolla como se ha planeado, los ingresos anuales de Facebook por comisiones muy bien podrían rebasar 20 mmdd.
El valor de la libra estará vinculado con una canasta de monedas y será cercano a la paridad con el dólar o el euro. Pero lo que nunca se ha aclarado es el mecanismo que permitirá regular el valor de la libra una vez que arranquen las operaciones. La cantidad de libras en circulación será función de los saldos en las cuentas de los usuarios, lo que introduce un factor de incertidumbre procíclica en la regulación de la libra. Al igual que los bancos centrales, Facebook verá que la creación de libras será un fenómeno endógeno que no controla.
Uno de los grandes problemas de otras criptomonedas ha sido la volatilidad de su valor. bitcoin fue inicialmente presentado como simple medio de pago, pero muy rápidamente se convirtió en vehículo para la especulación. Y esa mutación es normal: un objeto susceptible de cumplir la función monetaria de medio de pago debe tener un precio positivo (poder de compra). La expectativa de su aceptación generalizada le confiere la cualidad de ser reserva de valor y lo convierte en un activo. La libra, como cualquier activo y al igual que el bitcoin, será objeto de especulación en un espacio paralelo al mercado mundial de divisas.
El sistema bancario internacional mantiene prudente silencio frente al nacimiento de la libra. Hoy, los bancos centrales no controlan la oferta monetaria y el nuevo instrumento de Facebook hace patente esta falta de autoridad. Los bancos comerciales privados resienten la presencia de este intruso, que sólo quiere un pedazo del pastel ligado al privilegio de la creación monetaria. No cabe duda, Facebook abrirá un nuevo capítulo en la historia del capital financiero.
Alejandro Nadal
La Jornada
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