lunes, enero 24, 2022

Nuevos pagos al FMI, con un Banco Central sin reservas


En plena corrida contra el peso. 

 El gobierno reafirmó que pagará en los próximos días los vencimientos con el FMI, que en total superan los 1.000 millones de dólares. Lo hará cuando las reservas netas líquidas del Banco Central se hallan ya en terreno negativo (es decir que está metiendo la mano en los depósitos de los ahorristas) y se intensifica la corrida contra el peso con una disparada de los tipos de cambio paralelos. En este cuadro, y con la renegociación en crisis, se refuerzan los reclamos del organismo por un ajuste fiscal más claro -que no dependa exclusivamente de la confiscación a los trabajadores vía inflación. 
 El viernes 28 de enero vencen 720 millones de dólares y el martes 1 de febrero hay otro pago por intereses de 360 millones. El mes que viene gatillarán también otro monto pendiente con el Club de París por casi 200 millones, antes de un marzo en que los vencimientos con ambas entidades totalizan 2.900 y 2.400 millones respectivamente. Para afrontar tamaños compromisos, las reservas internacionales sencillamente no alcanzan; un informe de la consultora 1816 estima que, descontando el remanente de los DEG y las tenencias en oro, las reservas netas de la autoridad monetaria arrojan un rojo superior a los 2.500 millones de dólares. La incertidumbre incentiva la compra de dólares «ahorro» (cupo de u$s 200 mensuales) ante la expectativa de nuevas restricciones, y alimenta el negocio denominado «puré» (compra a precio oficial para vender al blue). 
 Como sea, las presiones por concretar un acuerdo con el Fondo no son solo contables. Con un riesgo país orillando los 2.000 puntos y con los bonos de deuda del Estado argentino cayendo en picada, los mercados aprietan el torniquete. Esto en un escenario de corrida cambiaria que encuentra al Banco Central despilfarrando las escasas divisas para contener la disparada del contado con liqui, es decir en financiando la fuga de capitales. A su vez los magros resultados del viaje del canciller Santiago Cafiero a Washington volvieron a relucir que la buena letra con el gobierno yanqui de Joe Biden no cambia la naturaleza del imperialismo, ya que regresó con la directiva de concretar una hoja de ruta del ajuste -y por supuesto refuerza la subordinación colonial del país. 
 En conclusión, es claro como el agua que estamos ante un saqueo del ahorro nacional, y ello en función de un rumbo que no hará más que perpetuar esta situación, inclusive su tendencia al default. Sin ir más lejos, después de un 2021 de exportaciones récord por el alza de los precios internacionales de las commodities nada le quedó al país. Más de 5.000 millones de dólares se fueron en pagos de intereses de deuda, y otro tanto los consumieron los capitalistas para satisfacer autopréstamos con sus casas matrices (La Nación, 24/1). Cuando este año arranca surcado por la sequía (que restringe la cosecha) y las subas de tasas internacionales, haber dilapidado el boom exportador cobra un carácter de estafa contra la Argentina. Para colmo, en paralelo a esto asistimos a un récord de endeudamiento público, que creció 40.000 millones de dólares desde la asunción de Alberto Fernández. 
 Los voceros oficiales aseguran que las negociaciones con el FMI son el escenario de una confrontación con los funcionarios del organismo que reclaman un sendero claro, que incluya una devaluación que ordene el crítico frente cambiario y tarifazos en regla que permitan achicar sustancialmente la enorme magnitud de subsidios a las empresas de energía. Para cumplir esa agenda el gobierno aceleró la apreciación del dólar oficial, subió las tasas de interés de referencia y anunció un incremento tarifario general del 20%, pero todo ello se queda a mitad de camino: no satisface las exigencias del capital financiero pero sí agrava el desmadre inflacionario, la hipoteca del Banco Central y la crisis social.
 Lo que la realidad está desairando es la ilusión oficial de compatibilizar las exigencias del Fondo Monetario con un ajuste gradual que evite un curso hiperinflacionario y un estallido social. Finalmente, lo que emerge a la superficie son las contradicciones insalvables de todo un régimen de saqueo del país. Por ese motivo, ni una renegociación «exitosa» ahorrará a las familias trabajadoras un ataque frontal a sus condiciones de vida, ni tampoco evitará siquiera que a su turno arribemos a un nuevo default. Solo la lucha por romper con el FMI y repudiar la deuda fraudulenta puede abrir un rumbo diferente para la Argentina, en función de una reorganización económica y social que parta de quebrar el saqueo mediante la nacionalización bajo control obrero de la banca y el comercio exterior, para invertir el ahorro nacional en un desarrollo orientado a las necesidades sociales y nacionales. 

 Iván Hirsch

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