martes, marzo 22, 2022

Porqué se debate la caída del gobierno


Guillermo Moreno, el ex secretario de Comercio del gobierno de Cristina Kirchner, puso el dedo en el ventilador. Ahora en su estilo conversador, el anterior jefe de tropa del kirchnerismo ha planteado la renuncia de los dos Fernández al gobierno y la elección de un nuevo presidente hasta diciembre de 2023, seleccionado entre los gobernadores peronistas, por parte de una Asamblea Legislativa, que reúna a las dos cámaras del Congreso. No sabemos si tiene ´in mente´ a Juan Manzur, que acaba de fotografiarse con una bandera de Ucrania en las escalinatas de la embajada de Washington en Buenos Aires. El gobernador de Tucumán, en licencia, constituye con Sergio Massa, Juan Argüello y Eduardo Béliz el cuarteto del Departamento de Estado norteamericano, alojado en el gobierno nacional y popular del binomio de los Fernández. Guillermo Moreno, en el cuarto menguante del kirchnerismo, entre 2016 y 2018, recorría los canales de televisión para llamar a ´hacerle el aguante´ al gobierno macrista y ´defender el orden institucional´, con el señuelo de un cambio de gobierno en 2019. En esa perspectiva, se oponía vivamente a las huelgas y las manifestaciones que podían amenazar la continuidad del saqueo social del gobierno de Cambiemos.
 Por cuerda separada, pero en simultáneo, Santiago Cafiero, la mano derecha de Alberto Fernández, improvisado como canciller, imploraba desde el portal de Horacio Verbitsky, mucho más temeroso del Covid 19 que de la dictadura militar, para que el gobierno de apellido compartido no se rompa. Las posibilidades de que esto no ocurra son iguales a las certezas que depositaban quienes no creían que Putin fuera a invadir Ucrania. Es claro que si la ruptura se produce Argentina se pondría a un paso de tener una nueva Asamblea Legislativa como la que designó presidente a Duhalde al final de 2001. La dificultad para que esto ocurra es que no hay forma de arreglar un reparto de los bienes gananciales; los cristinistas no están dispuestos a abandonar las cajas que ´supieron´ conquistar. Cuando Chacho Álvarez se divorció de De la Rúa, los frepasistas se quedaron todos adentro del Estado. De la Rúa no terminó eyectado del gobierno por esta riña sino por un golpe económico (fuga de capitales), un golpe político (la elección de una sucesión peronista en el Senado) y por una rebelión popular. 
 La escenografía se repite en JxC. Elisa Carrió se convirtió en la improbable defensora de Alberto Fernández, con un argumento polémico: el temor a la improbable posibilidad de que el cristinismo expulse del gobierno la camarilla presidencial. Aunque los números no dan en el Congreso para semejante golpe de estado, CFK se vería forzada a asumir la presidencia ante una conmoción popular. La jefa de la Coalición Cívica parece persuadida de que el acuerdo con el FMI salvó a Argentina de una corrida cambiaria pero no de un estallido social y una corrida política. Los Gerardo Morales y Larretas, convertidos ahora en el bote salvavidas del kirchnerismo, con la ayuda de último momento de Macri, Bullrich y Pichetto, navegan con viento en contra. Las encuestas levantan en cambio a Espert y Milei, quienes, de todos modos, están condicionados por la evolución de la situación política, esto porque no tienen ninguna capacidad de decidir en los acontecimientos ni cohesionar una movilización política 
 Con el diario del lunes, los columnistas de la prensa responsabiizan de la eventualidad de un acortamiento del mandato de los Fernández a la insustentabilidad del acuerdo que reunió a estos con Massa en la lista del FdT, en 2019. Lo que un psicólogo o incluso un juez denominaría "incompatibilidad de caracteres”. Le echan la culpa a la nariz de Cleopatra. De nuevo, la cosa es al revés: no es ese tardío ´menage a tres´ el responsable de la crisis, es la crisis capitalista (no solamente nacional) la razón de esta “crisis terminal”. El arreglo triangular de 2019 cumplió su función transitoria, aunque vital, de evitar que el derrumbe del macrismo se transformara en una crisis pre-revolucionaria. El peronismo se alineó con la coalición ´tri-fronte´ como un recurso para seguir pesando en la historia argentina como un cadáver insepulto. Incluso la pandemia, con gastos financiados, en Argentina, con deuda pública local indexada a la inflación, puso de manifiesto la incompatibilidad entre el capitalismo y la salud y la vida humana –ni hablemos de los crímenes y las consecuencias de la guerra mundial entre la OTAAN y Rusia, que tiene treinta años de preparación. 
 Aunque recién el viernes próximo el directorio del FMI le pondrá el sello al acuerdo con Argentina, los ´consultores´ aseguran, con mucha demora interesada, que nada de lo que se apruebe se hará efectivo. De modo que no se detuvo la corrida cambiaria que prometieron conjurar. El acuerdo es inflacionario y la guerra de la OTAN y Putin lo han convertido en más inflacionario todavía. No hay retención a la exportación capaz de detener el deterioro de los salarios y jubilaciones. Oficialistas y opositores compiten en quien es más incapaz de ofrecer una salida. En Gran Bretaña, la Federación Patronal de Alimentos y Bebidas ha urgido al gobierno a intervenir en toda la cadena agroindustrial frente a la amenaza de una hiperinflación y desabastecimientos en masa. Reclama el stockeo de nutrientes para el agro, para compensar la escasez de fertilizantes; la sustitución eventual de materias primas en la fase de elaboración y hasta modificaciones en los empaques. Es un llamado a evitar la quiebra de la industria. En Argentina, el subsidio a la producción de trigo es visto con algo más que sospecha porque el Estado nacional está en bancarrota y debe hacer frente a una factura de petróleo y gas impagable. El acuerdo con el FMI se ha convertido en una pieza de museo desde antes de su aprobación internacional. Lo que no lograron las multitudinarias manifestaciones, lo ha logrado la crisis capitalista mundial y la guerra imperialista. 
 En el comienzo de la semana del 24 de Marzo, hay una conclusión que se impone: necesitamos un gobierno de trabajadores. Hay que dar todos los pasos necesarios en esa dirección. Que se abra una discusión política general en la clase obrera. La izquierda democratizante promete, en palabras de Myriam Bregman, “una larga lucha contra el FMI” y ningún planteo frente a la catástrofe social y la crisis de poder. Imagina incluso un frente centroizquerdista con kirchneristas demorados, como la CTA de Claudio Lozano y algunos emigrados de la Cámpora. Ya ha reunido la semana pasada a quienes se ganan la vida profetizando por el mundo contra la “deuda odiosa”, con la clara finalidad de poner fin al discurso de derrocar al capitalismo. Mientras inyecta centenares de miles de millones de dólares en la guerra en Ucrania, el imperialismo sigue cobrando la deuda externa de este país, que obedece y aplica un programa que ha firmado con el FMI, diez veces revisado. 
 Llamamos a todos los luchadores obreros y del mundo del trabajo a pronunciarse por un Congreso de emergencia de la clase trabajadora. 

 Jorge Altamira 
 21/03/2022

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