Sobran las razones para que el pueblo trabajador argentino salga este miércoles 17 de septiembre a las calles a luchar contra el gobierno. El presupuesto 2026 elaborado por Milei constituye un ajustazo contra la educación pública. Además, el presidente acaba de reducir en más de 40.000 millones de pesos las transferencias a las universidades nacionales.
Tanto el presupuesto anunciado en cadena nacional por Milei el lunes como los recortes en los giros a las casas de estudio representan una provocación contra los docentes y estudiantes que acaban de ponerse en pie de guerra contra la política gubernamental, protagonizando tomas de facultades, clases públicas y piquetes, y que hoy movilizarán junto a otros sectores de trabajadores al Congreso en el marco del tratamiento del veto a la Ley de Financiamiento Universitario.
El presidente mintió en cadena nacional cuando dijo que aumentará el presupuesto educativo. En primer lugar, porque el 8% por encima de la inflación que prometió ni siquiera representa una recomposición de lo perdido; el presupuesto cayó un 55% entre 2024 y este año (Clarín, 17/9). Para estimar el 8%, además, se contempla el veto a la Ley de Financiamiento Universitario. Ese porcentaje, asimismo, está calculado sobre una previsión inflacionaria trucha del 10%.
Para que se alcance ese 10% total, la inflación tendría que aumentar aproximadamente un 0,8% mensual. El tipo de cambio, según el presupuesto, cerraría en 2026 en $1.423. La devaluación, que tarde o temprano terminará por abrirse paso, demostrará el carácter ilusorio de esos pronósticos. El zarpazo contra el presupuesto educativo será mayúsculo.
Por otro lado, uno de los artículos de la ley de presupuesto establecería la derogación de la obligación que tiene el Estado de invertir el 6% del PBI en el área, establecida en la La Ley de Financiamiento Educativo (2006) y solo cumplida por los gobiernos en una oportunidad (2015). Ni el gobierno que la impulsó, el de Kirchner, cumplió con ello. La deuda acumulada hasta 2020 por el incumplimiento de esta ley trepó a unos 26.000 millones de dólares. Milei también busca barrer con la disposición que exige una inversión del 0,52% del PBI en ciencia.
Con el presupuesto 2026, la inversión en educación representaría un 0,75% del PBI, cuando fue del 0,86% en 2024; muy por debajo de la inversión imperante en 2001 (3,9%). Con la ley de 2006 no se revirtió esa tendencia a la baja. La desinversión crónica impuesta por los gobiernos capitalistas a la educación pública tuvo lugar a la par del otorgamiento de subsidios a la educación privada y de un proceso de privatización. Por otro lado, si persiste la recesión y cae el PBI, también lo harán los fondos destinados a educación.
Como si fuera poco, el gobierno acaba de reducir en $40.267 millones las transferencias a las universidades nacionales, en $44.270 millones las destinadas a gestión y asignación de becas estudiantiles y en poco más de $12.000 millones las de infraestructura y equipamiento. A esto se suman recortes en los giros a las provincias. Un ajuste que los gobernadores descargan ajustando sus presupuestos educativos y el salario de los docentes.
Mientras se lleva adelante este ajuste, el presupuesto libertario establece la duplicación del dinero destinado al pago de la deuda (del 1,2% del PBI al 2,2%). Queda clarísimo para qué sector social gobierna Milei. Estamos ante una política de desguace de la educación pública en beneficio de los banqueros y los capitalistas.
Todos a las calles. Abajo el ajuste del gobierno.
Nazareno Suozzi
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