sábado, noviembre 24, 2007

¿Por qué el precio del petróleo llegó a 100 dólares?



El aumento de los precios de petróleo, que roza los 100 dólares el barril, es una de las manifestaciones más relevantes de la crisis política internacional, que se ha puesto de manifiesto en especial con el empantanamiento del imperialismo en Irak y en Afganistán; con la explosión de los movimientos nacionales en Venezuela, Bolivia y Ecuador; y, por último, con la crisis de la transición al capitalismo en Rusia y China.
La ocupación norteamericana de Irak debía producir una reactivación del potencial petrolero de ese país bajo el control de los pulpos internacionales. Al día de hoy, sin embargo, ni siquiera se ha podido llevar a cabo la codiciada privatización de los yacimientos iraquíes, que tropieza con la creciente disgregación del régimen político títere.
Pero el orden imperialista no sólo hace aguas en Irak. El imperialismo no puede controlar ningún área fuera de Kabul en Afganistán y viene de la derrota del ejército sionista en Líbano el año pasado.
Otra de las caras visibles de este proceso la constatamos en América Latina. La insurrección de octubre de 2003 en Bolivia quebró otro de los proyectos estratégicos del imperialismo: derivar la rica producción gasífera y petrolera boliviana hacia Chile, que debía oficiar de puente para que llegara a los puertos norteamericanos. La revolución que forzó la renuncia de Sánchez de Lozada frustró estos planes.
La escalada bélica en Medio Oriente siempre estuvo conectada con el control de los gigantescos recursos de petróleo y gas, oleoductos y redes de distribución en el vasto espacio soviético y, agreguemos, de China en su proceso de restauración capitalista. A eso apuntó la privatización de rapiña del petróleo y el gas ruso por parte de oligarcas secuaces de Exxon y Shell. La desintegración social y nacional que produjo la crisis rusa de 1998, obligó a Putin a confiscar a los oligarcas y a poner esos recursos bajo la tutela de los servicios de seguridad rusos.
Los brotes nacionalistas se proponen conquistar una mayor autonomía nacional y mayores ingresos por medio de sus nuevas asociaciones con los monopolios internacionales del petróleo. Se trata de un replanteo en la explotación del mercado mundial.
Las petroleras han tenido que aceptar estos cambios, aún con países de tercera línea, como acaba de ocurrir en Kazajistán. Las corporaciones han tenido que renunciar a sus pretensiones originales, aunque su rentabilidad está asegurada mientras el precio internacional del barril se encuentre por encima de los 40 dólares. Aunque deben resignar parte de la renta, con el barril cercano a los 100 dólares, los pulpos sacan mayores utilidades hoy en día que cuando eran dueños exclusivos de los yacimientos, pero el barril apenas se cotizaba en 15 dólares. Por otra parte, las grandes petroleras cuentan con la capacidad, los recursos y la tecnología necesaria para la extracción, lo cual les permite transferir, por este medio, una parte de la renta extraordinaria. Pero un precio de 100 dólares el barril amenaza con potenciar la crisis económica mundial en curso.
En síntesis, estamos en presencia de un proceso de ruptura de las relaciones políticas internacionales.
El Nobel de Economía Joseph Stiglitz señala que “el ascenso del precio del petróleo está claramente vinculado con la guerra en Irak. La guerra — agrega — frustró todos los pronósticos (sobre un descenso del precio), no tanto por el recorte de la producción en Irak, sino, por sobre todo, por el reforzamiento de la sensación de inseguridad en toda la región, desalentando futuras inversiones” (“Las consecuencias económicas del señor Bush”, extraído de Vanityfair.com).
La cruzada contra Irán se inscribe en esta dirección y provoca nuevos desequilibrios.
Estas condiciones políticas y la crisis financiera favorecen un proceso especulativo en el ámbito petrolero. “El sector de negocios de los grandes bancos de inversión — desde Goldman Sachs y Morgan Stanley hasta Lehman Brothers Holdings — han sido activos jugadores este año en opciones de petróleo crudo, que les otorga a los compradores un derecho para comprar o vender el producto a un precio fijo en el futuro. El rol de los bancos y los movimientos que hacen para neutralizar su exposición, pueden tener una inmensa influencia en el precio de crudos” (The Wall Street Journal, 12/11). A propósito de este punto, un analista destacaba que las instituciones a las que pertenecen “hacen apuestas con Wall Street para protegerse ellos mismos” (ídem). El mismo analista señalaba que, así como dos meses atrás los bancos se convirtieron en vendedores de petróleo, esta semana están comprando, con el objetivo de provocar un alza de precios. Lo que sucede es que “una franja de contratos vence esta semana” y dichos contratos están pactados en 100 dólares el barril” (ídem). El mercado a futuro del petróleo ha ido expandiéndose, asimismo, en proporción con la caída de la burbuja inmobiliaria. Capitales que antes estaban en el mercado de hipotecas han buscado refugio en otras áreas y han incursionado, entre otros, en el circuito del petróleo. Esto vuelve más explosivo el punto, creando una mayor volatilidad en los precios. Se calcula que 40 dólares de los casi 100 a que ha llegado la cotización del barril obedecen a esta burbuja. Aquí tenemos retratado cómo la crisis financiera mundial, que irrumpe y entra cada vez más en escena, se entrecruza con la crisis de las relaciones políticas internacionales y con el desbarajuste del imperialismo, potenciando sus alcances y envergadura.

Pablo Heller

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