lunes, noviembre 14, 2022

Se refuerzan las presiones devaluatorias


El BCRA sigue perdiendo reservas, la inflación no cede y el poder adquisitivo cae en picada. Se cuestiona todo el plan de Massa.

 En un contexto donde la inflación no cede y el poder adquisitivo de los salarios cae el picada, también se refuerzan las presiones devaluatorias. El gobierno ya se gastó todo lo recaudado mediante el dólar soja para contener la brecha cambiaria y pagar deuda, por lo que el BCRA sigue perdiendo reservas. En tanto, las patronales pugnan por mayores beneficios cambiarios, acceso a divisas, y los bancos y fondos de inversión por mayores reaseguros frente a una inminente depreciación del tipo de cambio. 
 Desde que empezó noviembre el el BCRA lleva vendido un neto de U$S 760 millones, un salto de importancia si pensamos que es el 65% de todo lo vendido durante todo el mes de octubre, y que ya de por si marcaba un ritmo insostenible. En paralelo, el capital agrario volvió a la carga con la retención de la cosecha una vez finalizado el beneficio del dólar soja; se estima que hay 10,6 millones de toneladas de soja y 7 millones de maíz sin vender, el equivalente a U$S 8.500 millones. En esa sintonía, las liquidaciones del sector se desplomaron en octubre un 85% intermensual y un 49% respecto al mismo mes del año pasado y promete continuar esta tendencia, lo que significa que no ingresarán divisas por exportaciones. 
 El esquema de desdoblamiento cambiario en el que incurrió el gobierno ya conformó una devaluación en cuotas que impactó en los precios, como fue el caso del dólar soja en el precio de los alimentos, el dólar tarjeta que encareció todos los productos importados, “dólar Qatar” que encareció el turismo externo e interno, o el “dólar Coldplay” en el caso de los eventos culturales, y que ninguno logró revertir la situación de las reservas. A su vez, Massa dijo que ahora se priorizará la importación de insumos y que se restringirá la importación de los bienes finales, lo cual va a hacer que se incrementen los precios de los productos en el mercado local, porque van a tener menos competencia. 
 De volver a utilizar el recurso ahora para que el agro liquide la cosecha, el gobierno deberá otorgar beneficios por encima de los que generaría una devaluación, algo por lo pronto inviable y que contrariamente la incentivará. A su vez, el gobierno ya aceleró el ritmo devaluatorio en octubre. La suba del dólar oficial fue del 6,51%, la más alta de los últimos 38 meses, algo que sin dudas acarreará efectos inflacionarios. 
 Por otra parte, la caída de las reservas está afectando fuertemente las importaciones. El “cepo al dólar” se ha intensificado sin que se “fortalezcan” las reservas y frenando la producción industrial dependiente de insumos importados. Al mismo tiempo, cuando las empresas pueden importar utilizan mecanismos de sobre stockeo para beneficiarse con la brecha cambiaria, porque pagan los insumos a dólar oficial y lo venden al dólar paralelo. 
 Ahora el gobierno busca avanzar en una especie de “congelamiento de precios” y a cambio le ofrece a las empresas acceso a dólares para importar, dólares que el gobierno no tiene, por lo que el acuerdo posee un carácter bastante endeble. Además las patronales remarcaron por anticipado hasta 15% o 20% las listas, según consultoras, especulando con la inflación y con una futura devaluación para no achicar sus márgenes de ganancia.
 Esto nos terminaría llevando, en un suspiro, a una hiperinflación que impactará de lleno sobre los salarios y los ingresos de la población los cuales no se actualizan por inflación o devaluación, como si los hacen los bonos de deuda en pesos que se encuentran en posesión de bancos, fondos de inversión y acreedores privados, sectores que pueden desatar una corrida y forzar un salto en el tipo de cambio. Además, un salto devaluatorio metería presión para redoblar el ajuste sobre las tarifas, forzando una actualización de la segmentación tarifaria. 
 Así se desnuda el carácter capitalista del gobierno lo cual genera una tormenta en la que distintos sectores pujan por una devaluación y podrían terminar imponiéndola, lo que cuestiona todo el plan de Massa para contenerla. Para defender los salarios y las jubilaciones y pelear por todas las reivindicaciones de los trabajadores, que son quienes generan las riquezas nacionales, es fundamental construir un nuevo movimiento popular que supere al peronismo y enarbole las banderas del socialismo.

 Camila García

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