viernes, septiembre 22, 2023

Organizar la lucha y votar al Frente de Izquierda


Preparan un gobierno de guerra contra los trabajadores.

 Con la derrota del kirchnerista Jorge Capitanich en el Chaco, el peronismo perdió el gobierno de seis provincias en lo que va de las elecciones de este año. Quedan a definir tres más el 22 de octubre. Si a esto se suma que en las Paso Massa salió tercero y perdió en casi todas las provincias, lo del peronismo es una catástrofe. 
 La crisis del peronismo es más que electoral. La mayor parte de los gobernadores despegó las elecciones provinciales de las nacionales previendo que no había ningún candidato capaz de hacer que el peronismo retenga la presidencia después del desastroso gobierno del Frente de Todos, del trío de los Fernández y Massa. También pusieron candidatos propios en las listas de concejales de Milei, según confesó Berni -entre otros.
 Barrionuevo, uno de los burócratas sindicales más repodridos, decidió pasarse con armas y bagajes a apoyar la campaña del liberfacho a cambio de que le aseguren la cartera de Trabajo y la administración de los fondos de las obras sociales. No sería el único, los vasos comunicantes entre la burocracia sindical y Milei tienden a acrecentarse. Esto es un golpe a la campaña de Massa y termina de configurar la crisis del PJ. Se podrá decir que la burocracia no se ha privado de cambios de bandos, todos recuerdan a Moyano padre aliado a Macri, pero la repetición no le quita gravedad, la acrecienta. 

 Inestabilidad política en proceso 

Para recuperar la iniciativa Massa ha salido con una serie de medidas tendientes a paliar la caída de los ingresos como resultado de la devaluación del 22% del 14 de agosto y el aumento de la inflación. Algunas de ellas recogen fuertes reclamos, como la eliminación del impuesto a las ganancias sobre los salarios, pero todo tiene gusto a poco frente al derrumbe de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. 
 En esta crisis del PJ hay un hecho que se destaca: es el derrumbe del kirchnerismo. Perdió Santa Cruz, “su provincia”; cayó uno de sus pocos “presidenciables”, Capitanich, y lo más importante: a Cristina no le dio el cuero para presentarse. Kicillof, el mimado de la vice, decidió jubilarla cuando pidió “otra música” y la mandó al arcón de la historia junto a Perón, Evita y Néstor. El peronismo no tiene dirección y su candidato es un hombre de la embajada yanqui importado de la UCeDé. Como se ve, una crisis de fondo. 
 Juntos por el Cambio está festejando los triunfos provinciales, algunos sumamente importantes. A Jujuy, Mendoza, Corrientes y CABA, las provincias que ya gobernaba, agregó Santa Fe, Chaco, Chubut, San Luis y San Juan, y muy posiblemente sume Entre Ríos. Sin embargo este buen recuento de victorias no le augura un desempeño electoral exitoso de su candidata Patricia Bullrich. La apelación a Melconian para jugar una carta de peso -el apoyo de un sector de la patronal nucleada en la Fundación Mediterránea- la ha confinado a los planteos de una postulante al Ministerio de Seguridad o de Trabajo, dos puestos que tuvo y fracasó en ambos. 
 Pero los triunfos provinciales han abierto una crisis en Juntos por el Cambio: en la mayoría de las provincias gobiernan radicales. Si Bullrich no entra al balotaje –lo que hoy es probable- la ruptura de la alianza queda planteada; la UCR no tendría motivos para secundar a un PRO que solo gobierna CABA y que podría sumar Entre Ríos. 

 Milei “a la casta” 

Sobre esta crisis de las principales construcciones políticas patronales, resultado del fracaso de 40 años ininterrumpidos de gobiernos de quienes integran esos agrupamientos, progresa la candidatura derechista de Javier Milei, que pregona poner “punto y aparte” a un régimen que ha acrecentado el derrumbe nacional y el de los que habitan el país. Ese es su “fuerte”. 
 Pero Milei tiene un sometimiento al imperialismo yanqui. Se embloca sin tapujos con Estados Unidos en la guerra comercial, y no solo comercial, contra China; se congracia con los kelpers contra el reclamo de la soberanía argentina en Malvinas, y pregona a favor de Israel y la expulsión definitiva de los palestinos. Milei es un hombre de los fondos de inversión y el capital financiero internacional. 
 Todo esto provoca una alerta entre un amplio sector de los trabajadores que se saben víctimas del “ajuste mayor” que le aseguró al FMI, de la liquidación de derechos laborales -como la indemnización-, de la destrucción del sistema jubilatorio y de la educación y la salud públicas. En otros sectores hay un rechazo a su desprecio por los problemas ambientales, sus amenazas contra las protestas y luchas, los ataques a los derechos de las mujeres y las libertades democráticas, que su candidata a vice Villarruel se ha encargado de explicitar en su apoyo a la dictadura genocida y la propuesta de incorporar a las fuerzas armadas para intervenir en la represión interna.
 A su vez provoca alarma entre los capitalistas, e incluso el imperialismo, no por sus planteos antiobreros y oscurantistas, sino por las limitaciones de su construcción política. Por eso Milei ha empezado a negociar un futuro gobierno con todas las castas –la política, la judicial, la religiosa, la empresarial, la sindical, etc. 
 De triunfar Milei debería gobernar con provincias en manos del peronismo o del radicalismo, lo mismo las intendencias, sin mayoría en el congreso nacional, ni peso en legislaturas o concejos deliberantes; sería un hecho inédito en el régimen nacido hace 40 años. 

 Crisis política espejo de la crisis económica 

La crisis política es una expresión de una crisis económica que se agudiza a pasos acelerados. Las reservas disponibles están 10.000 millones de dólares abajo, es decir, son negativas. La deuda comercial cada vez más abultada. La importación está parada. La salida con una devaluación para paliar la falta de dólares conduce a una hiperinflación. El FMI ha recibido reclamos –incluso de funcionarios del gobierno norteamericano- para que denuncie el acuerdo con Argentina por incumplimiento, lo cual no sería otra cosa que hacer lo que un sector del capital internacional –y también nacional- reclama: Argentina debe ser mandada al default y proceder a un rearmado del país sobre la liquidación de gran parte del capital actuante. Es decir, Argentina debe tocar fondo. Es esto lo que está atrás de la división que envuelve a la clase capitalista: quién paga el costo. 
 Las elecciones son parte de esta situación. Lo que es claro es que cualquiera sea el resultado lo que se viene es una política de guerra contra los trabajadores, en eso no hay división. Lo cual significa enfrentar la reacción popular, por un lado, que en América Latina –y también en Argentina- ha sido con rebeliones masivas. Por el otro, encarar la división al seno de la propia clase capitalista. Milei busca convertir la adhesión que suscita hoy en autoridad para emerger como árbitro de este proceso. Massa busca que una entrada al balotaje le permita poner en acción el aparato de contención del peronismo, hoy en crisis.
 El resultado electoral no va a aportar estabilidad política. Cuando hablan de poner en pie un “país normal”, que “funcione”, que “vuelva a ser potencia”, lo cierto es que Milei, Massa y Bullrich buscan el voto para poner en pie un gobierno de guerra contra los trabajadores. Y es en función de ello que planteamos la intervención y organización en las calles, y el voto al Frente de Izquierda el 22 de octubre. 

 Más que nunca, lucha e independencia política 

Por eso fuimos impulsores del frente único de las organizaciones piqueteras, los sindicatos combativos, las organizaciones de lucha y los partidos de izquierda en la jornada del 14 de setiembre, para rechazar en la calle el ajuste de Massa y la derecha de Milei y Bullrich. Por eso impulsamos la organización de la lucha de la educación, por el aborto legal con una movilización el próximo 28 de septiembre y por los derechos humanos con el Encuentro Antirrepresivo que convoca el Encuentro Memoria Verdad y Justicia el 30, entre otras iniciativas. 
 Esa orientación es fundamental para que los trabajadores no quedemos presa de las presiones de los propios capitalistas y sus políticos. A pesar de las diferencias entre los candidatos, que existen, el voto a Milei contra Massa o Bullrich será utilizado para preservar la esencia -los intereses capitalistas- de un régimen de decadencia, pobreza, entrega y liquidación de las condiciones de vida. El voto a Massa contra Milei lo usarán para dar mayor respaldo al ajustador, al responsable de haber creado dos nuevos millones de pobres en un año, a un representante del capital que quiere avanzar fuertemente contra los derechos de los trabajadores, en el deterioro del ambiente y en la criminalización de la protesta; es un golpe a las luchas contra el ajuste. Lo mismo sucede con Bullrich, una enemiga jurada de los trabajadores. 
 La defensa de los trabajadores requiere ganar las calles con la lucha y ganar la conciencia popular a una alternativa y una salida obreras y socialistas, por eso intervenimos llamando a votar e impulsar el voto al Frente de Izquierda Unidad, a todos sus candidatos, a Myriam Bregman para presidenta y a Vanina Biasi para Jefa de Gobierno de CABA. 

 Eduardo Salas

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