sábado, marzo 01, 2025

La minería de criptomonedas, un trabajo productivo al servicio del parasitismo


Hayden Davis es uno de los creadores de la criptomoneda $Libra, CEO de Kielser Ventures, empresa involucrada en la estafa que incluye al presidente Javier Milei. 
 En los últimos días se difundió que, el 14 de noviembre de 2024 viajó a Vaca Muerta, junto con Brooks Glenn Heard, un empresario norteamericano cercano al presidente Donald Trump y Leandro Aranda, ligado a las compañías del sector energético, Pérez Companc y Socma del Grupo Macri. También formó parte de la comitiva Marcelo Aranda, que está al frente de un negocio financiero con base en Paraguay y Brooks Glenn Heard (CEO de una compañía radicada en Singapur de servicios para petróleo y gas) y fundador de Heard Concrete Construction Corp, empresa de Virginia dedicada a la construcción, asociada a la Organización Trump, según lo que publicó Letra P (17/11/24). Este hombre sería, a su vez, el vínculo que permitió al creador de Libra acercarse a Javier Milei. 
 ¿Por qué este viajecito a Vaca Muerta de los amigos de Trump y de Milei? Porque quieren hacer un negocio de minado de criptomonedas. 
 ¿Qué es eso y qué relación tiene con el gas de Vaca Muerta?
 Las transacciones de criptomonedas y la creación de nuevas criptomonedas se validan mediante un proceso llamado minería. 
 Esta “minería” se basa en aplicaciones de software (conjunto de programas) que se ejecutan en hardware (conjunto de computadoras) específicamente diseñado, y los “mineros” de todo el mundo conectan sus dispositivos para formar una red. Juntos, se "encargan" de mantener el registro de criptomonedas verificando que sólo se aprueben las transacciones legítimas, es decir, verificando que cada transacción es única y que nadie está intentando "gastar dos veces", copiando el mismo código digital de una criptomoneda. 
 Este proceso de verificación de monedas que está al servicio de la especulación financiera, consume enormes cantidades de energía. 
 En Vaca Muerta se ventea gas porque el petróleo crudo extraído llega con gas asociado y, como no hay infraestructura para evacuarlo, se termina quemándolo en antorchas.
 Este grupo de “amigos” de Trump y Milei quieren utilizar el gas para generar energía para los mineros de criptomonedas. 
 Ya existe otra empresa que lo hace: Unblock Computing. En La Nación (30/12/24) se publica: “El emprendimiento no solo soluciona un problema que tienen las productoras de petróleo, que no saben qué hacer con el gas asociado, sino que permite a la compañía minar criptomonedas con costos de la energía prácticamente regalados.” 
 Ya tienen dos instalaciones en los yacimientos de Tecpetrol (grupo Techint), y Pluspetrol. Entre los inversores hay fondos institucionales de Estados Unidos, un fondo climático europeo y las locales Pampa Energía, de Marcelo Mindlin y Petrocuyo.
 Nada más que en las instalaciones de Tecpetrol se consumen tantos megavatios (MW), equivalentes al consumo eléctrico de 300 casas promedio del área metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Es decir, se han hecho inversiones para permitir el funcionamiento de las criptomonedas (minar criptomonedas), en lugar de construir instalaciones para proveer de energía a más hogares. 
 La energía al servicio de las estafas y la especulación financiera. El negocio asociado al del fracking de Vaca Muerta deriva, en este caso, en ficciones destinadas al enriquecimiento no legal. 
 ¿Esto es el avance tecnológico? Es lo que impulsan Trump Milei y compañía: pulpos petroleros, especuladores inmobiliarios, productores de nada, asociados ahora a los mineros de meme monedas destinadas a estafas y a ficciones delictivas. 
 La tecnología es elegida y aplicada para el lucro de los capitalistas, con sus gobiernos, no está destinada a mejorar la vida de la humanidad. Por lo tanto, no es un real “desarrollo tecnológico” Todas las iniciativas empresariales están destinadas a salvarlos de las crisis que genera su régimen social agotado, en descomposición cadavérica, que a su vez producen más crisis y degradación a la humanidad y del planeta.
 El desarrollo tecnológico es aplicar la tecnología a la producción para reducir las horas de trabajo y para disponer de esos bienes para todos los productores (trabajadores), es decir con salarios que partan de la canasta familiar. La clase obrera es la única que puede lograr esto, con los medios de producción en sus manos y con su propio gobierno.

Silvia Jayo
26/02/2025

Trump-Zelensky: implosiona el frente imperialista


La reunión que terminó a los gritos entre Trump y Vance, de un lado, y Zelensky y la embajadora de Ucrania en Estados Unidos, del otro, tuvo la escenificación propia de Hitler, como cuando forzó al gobierno de Checoslovaquia a entregar el territorio en los Sudetes y al de Austria a entregar el país entero. El presidente de Ucrania no aceptó la exigencia de Trump de que firmara un cese del fuego incondicional con Rusia y un acuerdo que entrega los minerales en su territorio a los Estados Unidos. Zelensky ha quedado a un paso de un golpe de estado promovido por Trump, salvo que la Unión Europea convierta en prácticas las palabras de la presidenta del Consejo Europeo, la máxima autoridad de la UE, Úrsula von der Layen, quien señaló luego del choque en la Casa Blanca: “Tu dignidad (en referencia a Zelensky) hace honor a la bravura del pueblo ucraniano. Manténgase fuerte, sea bravo, no se deje intimidar. Usted no está nunca solo, querido Presidente Zelensky”. El enfrentamiento entre estos dos bloques imperialistas por el reparto de Ucrania y los recursos y mercados mundiales, ha quedado expuesto sin atenuantes. Desbocado por su prepotencia reconoció, sin advertirlo, de que él fue el principal provocador de la guerra con Rusia. Sobre el final de la pelea le dijo a Zelensky: “Yo te dí Javelin, Obama te dió mierda”. Los Javelin son los misiles personales que la primera administración Trump proveyó a Ucrania para atacar a los gobiernos regionales del este del país que resistieron el golpe de Estado que había impulsado Obama y la sub secretaria Victoria Nuland en febrero de 2014.
 Tanto Zelensky como la Unión Europea habían terminado por aceptar la exigencia de Trump de llegar a un cese del fuego con Rusia, si Estados Unidos ofrecía garantías políticas y militares de ese acuerdo. El patotero norteamericano se negó a ese pedido, a sabiendas de que la UE no puede emprender ninguna guerra de alcance mundial sin los sistemas antimisiles de Estados Unidos y sin el sistema satelital que controla, básicamente el Starlink de Elon Musk. La garantía que ofrece Trump es el acuerdo acerca del Fondo para la explotación de minerales, que convierte a Estados Unidos en dueño de Ucrania, con el acuerdo de Putin. El gobierno ruso, por su lado, había dejado en claro que rechazaría cualquier tregua en las hostilidades que habilitara a la UE a instalar tropas propias en suelo ucraniano. Precisamente debido a este conjunto de contradicciones, ni la UE ni Zelensky fueron invitados a la mesa de negociaciones entre Trump y Putin. Una ocupación militar de Ucrania, aunque parcial, por parte de la UE, ofrecía al capital europeo un lugar en el reparto de Ucrania. 
 En las pocas horas transcurridas desde este show televisivo que batirá todos los récords de ranking comunicacional, no es posible medir la cadena de reacciones que no dejará de suscitar. No hubiera ocurrido lo contrario si Zelensky se avenía a las exigencias de Trump y Vance, porque una capitulación nacional de esa envergadura es propicia para provocar, como va a ocurrir de todos modos, conatos de guerra civil en Ucrania. Algunos voceros del partido Demócrata rechazaron la posición de Trump, mientras la dirección de los republicanos dio un apoyo incondicional. Este enorme tropezón internacional de Trump tiene lugar en medio de un violento ajuste económico contra los trabajadores y jubilados estatales, y un vaciamiento del sistema político. La cadena de retiros de fondos de las cripto monedas acelera el temor de que Estados Unidos sufra un colapso en su deuda pública. No está claro todavía quien ha salido más golpeados por el round de boxeo en la Casa Blanca, si la fracción política de Zelensky en Ucrania y la del Consejo Europeo en la UE, o el dúo de fascistoides del Ejecutivo norteamericano.
 Los trabajadores aprenderemos mucho del desarrollo de estos acontecimientos, porque ponen al desnudo la inviabilidad de una iniciativa estratégica o histórica del imperialismo. La clase obrera debe unir su fuerza internacional para terminar con un régimen que lleva, de otro modo, directamente a una guerra de destrucción masiva. 

 Jorge Altamira 
 28/02/2025

Sacrificios humanos y la política de la crueldad


En la milenaria historia de los pueblos americanos se puede observar que las sociedades, naciones y repúblicas más pacíficas y democráticas incluían una equidad social y de género mayor que aquellas otras que se distinguían por la violencia y el predominio del patriarcado. Los incas y aztecas eran más violentos y patriarcales que la vasta mayoría de los pueblos nativos. El dios de los aztecas, Huitzilopochtli, era el dios de la guerra que reemplazó a las deidades femeninas en el panteón de mitos para, luego de prometerles una tierra que ya estaba habitada, les exigió rituales de sacrificios humanos, los que cumplían la función política e imperial de impresionar a propios y ajenos. En distintos continentes, la violencia y la guerra, desde los sacrificios rituales hasta la iniciación de los varones como símbolo de masculinidad estaba asociada a la dominación intra-social a través de la amenaza y el miedo inoculado al extranjero. 
 Cuando los imperios modernos surgieron, como fue el caso más reciente de Estados Unidos a finales del siglo XIX, el consenso radicaba en que los antimperialistas eran afeminados y cobardes, mientras que los imperialistas eran masculinos, violentos y siempre estaban dispuestos a iniciar alguna guerra. “Estoy a favor de casi cualquier guerra, y creo que este país necesita una”, decía Theodore Roosevelt, mientras el presidente McKinley era cuestionado en su sexualidad por no querer iniciar una contra España. 
 Desde la antigua Roma, los sacrificios humanos fueron reemplazados por rituales más simbólicos. Sin embargo, esta característica histórica, embebida en el código genético humano, no desapareció; se transformó. Hoy son los fascismos y las guerras de exterminio, toleradas o justificadas por aquellos que no se benefician directamente, pero que reproducen el antiguo ritual del sacrificio ritual como forma de ejercitar ese deseo violento, con frecuencia genocida. 
 Como lo elaboramos en Moscas en la telaraña (2023), la comercialización de la existencia convirtió fortalezas ancestrales (la atención a los eventos negativos, el consumo de estimulantes, de calorías) en debilidades modernas. Igual, la violencia hacia el otro es tan antigua como la solidaridad, pero la primera es un reflejo de la sobrevivencia egoísta del individuo y la segunda hizo posible la sobrevivencia de las sociedades. 
 La idea de libertad es antigua y casi nunca consideró la “igual-libertad”, una libertad ejercida desde el derecho ajeno. Siempre fue la libertad del poderoso, del noble, del esclavista, del capitalista para decidir por los vasallos, los esclavos de grilletes y los esclavos asalariados de hoy. El concepto de “igual libertad” estuvo sugerido entre los primeros cristianos, cuando eran perseguidos, no perseguidores, pero se articuló más de mil años después con la Ilustración, como consecuencia doble de los humanistas y del profundo impacto que tuvo entre los conquistadores el mundo más democrático, más libre e igualitario de los nativos americanos. A principios del siglo XVI y, sobre todo, a principios del siglo XVIII las ideas indígenas sobre la “igual libertad” (social, sexual, racial) y su antigua práctica democrática se hicieron conscientes en Europa y se convirtieron en el centro del debate de la intelectualidad de la época.
 El descubrimiento de América no sólo inspiró estas ideas utópicas por parte de los filósofos de la Ilustración, de la constitución idealista de Estados Unidos, de los socialistas utópicos y de los científicos que le siguieron, sino que fueron un ejemplo que contradecía al mismo Rousseau sobre el pasaje de las sociedades igualitarias de los cazadores a las sociedades verticales de los agrícolas. En las naciones americanas encontramos sociedades agrícolas, con sistemas sofisticados e, incluso, más desarrollados que el europeo, con sociedades que no conocían la propiedad privada más allá del uso y con un sistema político claramente democrático. 
 El miedo a perder la propiedad privada de tierras y esclavos en la antigua Roma condujo a un fuerte incremento de las fuerzas punitivas (inexistentes en las complejas sociedades nativo-americanas, como la policía) y, de forma simultánea, al deseo y necesidad del robo. La violencia y la represión fueron apoyadas y promovidas en nombre de la libertad, porque estaba ligada al poder de la propiedad privada. 
 El capitalismo encontró la piedra filosofal capaz de traducir de forma mágica el poder de los capitales en poder político, social, cultural y religioso. Este ejercicio de magia, además, es adictivo y es practicado por un único tipo psicológico (entre cientos de otras características y habilidades humana) aficionado a la patología de la acumulación sin importar sus consecuencias en los demás. En otras palabras, el prototipo ideal del exitoso multimillonario capaz de comprarse gobiernos es alguien obsesionado con sus ganancias económicas.
 ¿Qué perfil psicológico calza en esta demanda funcional de crueldad, del sacrificio humano? La característica central del psicópata radica en su incapacidad por sentir empatía por el dolor ajeno. Esta incapacidad de emociones que explican la sobrevivencia de la especie, los lleva a lo contrario. De las pocas fuentes de placer a las que pueden recurrir para aliviar una existencia insoportable es el placer por el dolor ajeno. 
 Nos sorprendemos al observar cómo un presidente, un primer ministro, un senador o un exitoso hombre de negocios, con un convencimiento seductor, toman decisiones que conducirán al dolor de millones de personas. Por lo general, se excusan en algo abstracto y arbitrario como la eficiencia y recurren a invertir el significado de valores y emociones que llevan miles de años definidas de una forma simple y comprensible, comola compasión y solidaridad.
 Un ejemplo contemporáneo son numerosos líderes que el sistema capitalista ha encumbrado por su alta funcionalidad. La escritora Ann Ryanse puso al frente de la reacción contra el consenso de la segunda posguerra que derrotó al sadismo del fascismo en Occidente. En 2024, el presidente Milei de Argentina dijo en Washington que “la justicia social es violenta”. Un exabrupto encapsulado 60 años atrás en píldoras para el consumo contra cualquier forma de sensibilidad social, como la de Ryan Ann: “la maldad es la compasión, no el egoísmo”. 
 Las políticas de la crueldad son parte del sistema capitalista, parte de la más antigua psicología psicópata y del ritual del sacrificio humano: el dolor ajeno no es un efecto colateral de “medidas necesarias”. Cumplen una función de control, es objeto de placer del psicópata y del ego colectivo que nunca lo reconocerá, ni siquiera ante un espejo. No es necesario entender por qué alguien puede violar a una persona y luego asesinarla. Ni siquiera un novelista necesita intentar sentir lo que siente el criminal. Basta con tomar nota de los hechos. 
 Las ideas de igual libertad y democracia, aunque una tradición antigua en América, no dejan de ser algo reciente en la evolución humana. No dejan de ser algo frágil desde el punto de vista neurológico, siempre ante el permanente acoso y amenaza del centro reptiliano del cerebro humano. Todo eso que el capitalismo no limita, sino todo lo contrario: reproduce, multiplica y concentra, sin ningún atisbo de empatía, como un robot, como un Javier Milei, un Donald Trump o un Elon Musk―como el capital mismo. 

 Jorge Majfud 
28 de febrero de 2025 - 00:01

Uruguay: Lacalle Pou y su blindaje mediático


El 17 de febrero de 2025, a días del traspaso presidencial en Uruguay, el diario El País de Montevideo tituló (lo que hizo con frecuencia en los últimos cinco años): “Lacalle Pou cierra su gobierno como el presidente mejor valorado de Sudamérica, según consultora argentina”.
 El problema central no es la confiabilidad de la encuesta de opinión sino la creación de opinión por parte de los medios dominantes, algo harto estudiado en la academia norteamericana desde hace más de un siglo. 
 Con trágicas excepciones, una característica histórica de Uruguay ha sido su estabilidad. Uno de los éxitos que se atribuye el gobierno saliente es el crecimiento económico. No obstante, en los últimos años el PIB de Uruguay creció por debajo de países tan distintos como Perú, Brasil, Venezuela o Republica Dominicana. A un precio muy alto: aumentó la deuda pública y las pérdidas del banco del Estado; aumentó la pobreza infantil y se erosionó el equilibrio social, otra de las características más reconocidas del país, aumentando la brecha entre ricos y el resto, con una pérdida de ingresos del 90 por ciento de la población. 
 Uruguay fue el país con mayor muertos per cápita en el mundo debido a la pandemia (NYT, 14 de mayo de 2021) pero el gobierno vendió la “responsabilidad individual” como un rotundo éxito. A pesar de que en 2024 hubo un cuatro por ciento más de asesinatos que en 2019, el gobierno lo vendió como una exitosa reducción de homicidios.
 Por si esta realidad no fuese suficiente para calificar al gobierno de Luis Lacalle Pou (foto) como fracaso, se podría agregar la lista más larga de casos de corrupción desde la última dictadura: 
 El jefe de custodia presidencial y amigo cercano del presidente fue condenado por corrupción, clientelismo, tráfico de influencia y manejo indebido de recursos del Estado. Senadores y sindicalistas fueron espiados por mercenarios contratados por allegados al presidente. Su ministra de Vivienda (esposa del senador y líder del partido militarista Cabildo Abierto) entregó acceso a viviendas públicas a dedo. 
 El presidente defendió a uno de sus senadores más antiguos por ser su amigo, hasta que fue condenado por pedofilia y por usar los recursos del Estado para su práctica deprecatoria de años. Mientras, otro de los intendentes de su partido compraba favores sexuales a cambio de acceso al gobierno local a través de pasantías. Se privatizó el Puerto de Montevideo. Se registró un incremento del tráfico de drogas por ese y otros puntos de entrada al país. Obligó a Antel, la empresa estatal de telecomunicaciones, a que permita el uso de su fibra óptica, la mejor del continente, para que las empresas privadas compitan con Antel. Su ministro de defensa compró por 22 millones de euros aviones militares obsoletos de España, los que ni siquiera sirvieron para apagar incendios forestales debido a la inutilidad de las aeronaves. Otorgó contratos a empresas privadas sin licitación. 
 También hubo clientelismo político, contrataciones de militares retirados, cobros inflados en al menos una intendencia de su mismo partido. Cedió a la presión del lobby de la tabacalera Montepaz para flexibilizar las leyes antitabaco de gobiernos anteriores (una denuncia logró revertir este beneficio empresarial) y facilitó préstamos ilícitos a ganaderos. Sus ministros mintieron en el Parlamento al ser interpelados por la entrega de un pasaporte a un narcotraficante detenido en Dubai por usar un pasaporte paraguayo falso, sabiendo que le estaban haciendo el favor a un conocido y peligroso narcotraficante. Un periodista amigo del presidente entrevistó al beneficiado para su programa de televisión, aunque éste continúa prófugo y buscado por Interpol. Luego el presidente autorizó el envío de 450 kilos de pescado congelado de Emiratos Árabes por vuelo diplomático y a nombre de su jefe de seguridad. Cuando el pescado fue descubierto en proceso de putrefacción y un periodista le preguntó para “qué era tanto pescado”, el presidente, con su típica obviedad y cinismo de señorito de clase alta, respondió. “Para comerlo”. Es probable que tampoco supiera nada más que esta historia surrealista. La fiscal que reconoció haber protegido al presidente de “una manada inescrupulosa que intentó dañar su imagen” en el proceso de investigación de varios de estos casos, poco después se sumó a la campaña electoral del partido del presidente. 
 El diario Financial Times de Londres calificó la serie de escándalos con el narcotráfico, el espionaje político y la corrupción como una amenaza a “la reputación del país como faro de estabilidad en América Latina”. Lo mismo publicaron otros diarios europeos y estadounidenses. El Mundo de España lo resumió: “El oasis de tranquilidad política que suele ser Uruguay en el convulsionado Cono Sur ya no es tal”. 
 Fue el presidente más caro de América latina, con un salario de 25.000 dólares mensuales (el salario del presidente de Brasil es 6.300). El costo de la residencia presidencial que los presidentes anteriores rechazaron ocupar, ascendió a 400.000 dólares anuales, sin contar con viajes pagos por el Estado para su esposa, lo cual no corresponde por ley ya que en Uruguay no existe la figura de Primera Dama. 
 Pese a todo su historial de corrupción (o al menos de ingenuidad), una encuestadora lo define como el presidente con mejor imagen en el continente para que la prensa conservadora lo venda como “el mejor presidente”. Tal vez la imagen era lo mejor que tenía y cuidaba, como su costosa y obsesiva lucha contra la calvicie, sus horas de gimnasio, su gusto por las selfies, el surf y las Harley Davidson. Con frecuencia salió a caminar por la principal avenida de Montevideo o almorzó en restaurantes populares, una vieja tradición de los presidentes y que no habla bien de él sino de sus adversarios y de la sociedad. Un antiguo capital político uruguayo. 
 Ahora, esos medios que lograron que un gobierno plagado de corrupción y fracasos apareciera como las Carmelitas Descalzas VIP harán lo mismo con cualquier gobierno que priorice a la clase trabajadora y lo venderá como corrupción o como comunismo infiltrado. Cualquier intento de limitar el monopolio a las corporaciones privadas de la oligarquía será empaquetado, etiquetado y vendido como dictadura. 
 El País, el diario de la dictadura y de las elites criollas en Uruguay, no se diferencia en nada al resto de sus aliados de clase del continente desde hace más de un siglo. Ellos son los únicos que sobreviven a todas las crisis económicas y políticas. Los únicos que reciben el apoyo de las grandes empresas, nacionales y transnacionales, de la CIA y de sus dóciles gobiernos criollos, sean de izquierda o de derecha. Ejemplos más radicales y trágicos hemos visto en el resto del continente. Los corruptos son siempre aquellos líderes que se atreven a limitar el control político de las elites financieras de los países. 
 ¿Se entiende lo que significa atender el tradicional problema comunicacional de los gobiernos populares? Bastaría con garantizar la independencia cultural y periodística a través de la independencia económica de cualquier medio público o privado, para que esos medios se conviertan en el objetivo a bombardear. 

 Jorge Majfud
 28 de febrero de 2025