Al gobierno se le gastó el combustible. A pesar del elevado superávit del comercio exterior, las reservas netas del Banco Central no salen del saldo negativo: 2.900 millones de dólares. El excedente comercial se disuelve en el gasto de servicios, como el pago de intereses, los giros de utilidades, el pago de tarjetas por turismo y un despilfarro significativo de dólares para sostener el tipo de cambio. Esta fuga de divisas muestra que hay un sobrante de pesos que no se canaliza en crédito e inversiones internas. El Tesoro, por su parte, también compra dólares al Central para absorber los pesos sobrantes, mediante los pesos que recauda de su endeudamiento doméstico. Se trata de un equilibrio profundamente inestable, porque el Tesoro debe renovar montos elevados de deuda todos los meses. En marzo están en juego 13.7 billones de pesos; para que no vayan al dólar deberá ofrecer rendimientos y condiciones más beneficiosas. La deuda pública, entre dólares y pesos, es un esquema Ponzi, donde el pago de los vencimientos crecientes deben ser sostenidos por una recaudación cada vez mayor.
El acuerdo con el FMI es ‘innovador’. El Tesoro, con el dinero del Fondo, compraría una deuda que tiene con el Banco Central por 22.931 millones de dólares. Es el remanente contable de una deuda del Tesoro con el Central por 68 mil millones de dólares, bajo la forma de letras intransferibles, o sea que no se negocian en el mercado ni tienen un valor mercantil. A pesar de su valor nulo ese resto será rescatado por el Tesoro mediante los dólares que ingresen como resultado del acuerdo con el FMI. La deuda pública de Argentina aumentaría por ese valor, ya que las letras tienen valor cero. El Banco Central habrá logrado aumentar su patrimonio real en esa suma, a costa de los contribuyentes del Tesoro y de los gastos destinados a salarios, jubilaciones y prestaciones sociales. El acuerdo refuerza el ajuste de un modo excepcional. El ajuste de Milei no se ha limitado al plano fiscal y cuasifiscal (déficit del Central), como dijo en campaña y evaluó en un 15 % del PBI, alrededor de 70 mil millones de dólares, sino que agrega un 4 % más, hasta redondear en el 20 por ciento.
Pero el acuerdo está lejos de asegurar una estabilidad cambiaria, de la que depende el futuro de la inflación. Las reservas del Banco Central tienen por función cubrir los desequilibrios cíclicos del comercio exterior y del régimen cambiario; Argentina está afectada por un desequilibrio estructural, de un lado (la deuda a pagar) y cambiario, del otro (la fuga de divisas). El acuerdo con el FMI no resuelve este desequilibrio; lo acentúa. Tampoco influye el mayor o menor patrimonio del Banco Central; en los ochenta, George Soros le ganó una fuerte pulseada al Banco de Inglaterra. El propósito del acuerdo es permitir que Milei llegue a las elecciones sin sufrir una crisis cambiaria. Es cierto que el peso sobrevaluado perjudica a la exportación y al mercado interno industrial, y al empleo; pero una devaluación podría hundir a la deuda pública doméstica, la otra gran pata de la deuda del Tesoro y de los acreedores internacionales y nacionales. Pulverizaría el poder adquisitivo del superávit comercial. La preocupación del oficialismo y opositores es por este derrumbe, no el impacto de la inflación en la economía de las masas, aunque el impacto político podría ser demoledor.
El gobierno ha dicho que no dará a conocer los “detalles técnicos” del acuerdo, de modo que será un acuerdo secreto. Es que el FMI condicionará el préstamo a mayores ajustes contra la población y al establecimiento de medidas económicas y financieras que protejan al préstamo de un desborde económico. Puede incluir cláusulas geopolíticas, en torno a los recursos naturales. El acuerdo secreto no solamente agravará las condiciones de las masas, sino que provocará fisuras mayores en la clase capitalista. Hará menos ‘calmo’ sino más explosivo el proceso electoral. Es necesaria una campaña entre los trabajadores para desarrollar una deliberación política que ayude a establecer conclusiones para derrotar este pacto y para marcar una salida socialista.
Jorge Altamira
09/03/2025
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