El gobierno interino de Siria anunció haber puesto fin este domingo a la operación militar en las provincias costeras del país, Latakia y Tartus. Se trata de pogromos contra los partidarios del viejo régimen de Bashar al Assad. Aunque, según reportó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), fueron masacrados más de 973 civiles, hay informes de persecuciones, asesinatos y saqueos que continuaban el fin de semana pasado en las zonas de montañas.
La masacre fue justificada como una respuesta a supuestos ataques contra el gobierno actual. Las autoridades del país pertenecen al grupo islámico HDS, ex filial de Al Qaeda.
En su último informe, la ONG detalló que la cifra total de muertos asciende a 1.311, incluyendo 231 miembros de las fuerzas de seguridad del Estado y, por otro lado, 250 militantes leales al antiguo régimen.
El OSDH acusó a las fuerzas gubernamentales de cometer crímenes de guerra y señaló que los operativos militares se llevaron a cabo en un contexto de represalias masivas contra la minoría alauita.
El presidente interino Ahmed al Sharaa amenazó con “tolerancia cero” para los responsables de crímenes de guerra y volvió a prometer por enésima vez que todas las minorías serán respetadas.
Este es un ‘acting’ para evitar incomodar al elenco internacional que lo apoyó en su lucha contra la tiranía de Al Assad.
Los pogromos provocaron que miles de sirios -alauitas y cristianos- cruzaran la frontera hacia el Líbano. Otros fueron a la base naval rusa, en Tartus, en busca de ayuda.
El presidente interino de Siria
Ahmed al Sharaa -en el pasado conocido como Abu Mohamed al-Golani– es el líder del HTS, un grupo que se desprendió de Al Qaeda. Estuvo preso entre el 2006 al 2011 por las fuerzas estadounidenses en Irak. Luego de ser liberado se unió al Estado Islámico. Estados Unidos ofreció una recompensa de 10 millones de dólares por información que favoreciera su captura.
La oferta fue retirada en 2024, cuando el terrorista se puso traje y corbata y se convirtió en un héroe de liberación nacional en un parpadeo, tras reunirse con una subsecretaria de Estado norteamericana. Buena parte de la izquierda democratizante internacional aplaudió el derrocamiento de Al Assad como una epopeya libertadora. Ahora sus tropas siguen cometiendo masacres semejantes a las del Estado Islámico, pero esta vez por parte de un gobierno que cuenta con el apoyo, aunque condicional, de Israel. La prensa occidental sigue hablando de “enfrentamientos” ignorando las imágenes de asesinatos de niños a sangre fría.
Contexto
El HTS tomó el poder con ayuda militar de Turquía, que entre sus propósitos fundamentales ha estado el desalojo de YPG, la organización kurda que controla el noreste de Siria. Los esfuerzos de Erdogan, el presidente de Turquía, se han concentrado en aniquilar la presencia del PKK, el Partido de los Trabajadores, en el sudeste de Turquía. Con relación al gobierno de las organizaciones kurdas en el norte de Irak ha establecido un régimen de colaboración mutua. El YPG, en el noreste de Siria, cuenta con el apoyo del imperialismo norteamericano, que lo sostiene contra el llamado terrorismo islámico. La ofensiva de Turquía contra el YPG, región kurdosiria -Rojava- ha proseguido desde la toma del poder por el HDS. El este de Siria es una suerte de corredor desde el Mediterráneo hacia Irak e Irán.
La noticia es que el nuevo gobierno sirio anunció este lunes la integración de la administración kurdosiria al Estado, en lo que sería una región autónoma. Marcos Rubio, el secretario de Estado norteamericano, saludó el acuerdo como un buen paso para la unificación de Siria. Se trata, en realidad, de un intento de pacto entre Turquía y Estados Unidos para cesar sus enfrentamientos militares y pasar a codirigir el país.
En una reunión con Mazlum Abdi, el líder de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD) —alianza formada mayormente por kurdosirios— se acordó "integrar todas las instituciones civiles y militares del noreste de Siria en la administración del Estado sirio, incluidos los cruces fronterizos, el aeropuerto y los yacimientos de petróleo y gas". En la región se encuentran los principales yacimientos petrolíferos del país. Asimismo, se indica que "la comunidad kurda es una comunidad indígena del Estado sirio, y el Estado sirio garantiza su derecho a la ciudadanía y todos sus derechos constitucionales". El PKK, el partido que se presenta como representante de toda la nación kurda, renuncia de este modo al objetivo histórico de construir un Estado nacional del Kurdistán, que reuniría a los kurdos de Turquía, Irak, Siria e Irán.
En este contexto, el máximo líder del PKK, Oçalan, preso en Turquía desde hace treinta años, convocó al desarme militar del partido, lo que fue apoyado por su dirección y saludado por Recep Erdogan.
Relación con Turquía
El PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) anunciará un alto al fuego y un posible desarme en Turquía después de 40 años de lucha. Oçalam, ha planteado incluso la disolución del partido. Un acuerdo con Turquía establecería garantías culturales y lingüísticas para los kurdos, con la seguridad de que no estaría al servicio de un reagrupamiento de fuerzas para reiniciar una lucha. Erdogan saludó el anuncio, sin por eso cesar la persecución a cientos de políticos, activistas y periodistas.
El PKK fue declarado terrorista no sólo por Turquía, sino por Estados Unidos y la Unión Europea, mientras que, por el contrario, el YPG, su organización hermana en Siria, fue financiada por Estados Unidos como un bastión contra el extremismo islámico. Con el frente político alcanzado por Trump y Erdogan, en cuanto a Siria, el YPG ha quedado en el vacío. La causa nacional kurda fue funcional al imperialismo norteamericano.
Netanyahu, el criminal de guerra del sionismo, ha extendido, mientras tanto, la ocupación militar en Líbano y Siria –en este caso, más allá de los Altos del Golán, una colina estratégica. El descuartizamiento de Siria sigue en pie. La intención de Israel es crear una región tapón en el sur de Siria, El pretexto para el caso es defender a la comunidad drusa, repartida entre Líbano, Israel y Siria. Israel le pidió a Putin y le reclamó a Trump que Rusia mantenga su base naval en Tartus y la base aérea de Jmeimim para involucrar a otro socio en el reparto de Siria, y a otro cómplice con el desalojo de Gaza, o sea la limpieza étnica del pueblo palestino.
A la luz de los últimos acontecimientos en Europa y en Estados Unidos, este negociado en el Medio Oriente ha entrado a formar parte del arreglo Trump-Putin en Ucrania y en Europa parece más bien ser parte de un intercambio de figuritas asincrónico y, conociéndolo a Trump, sin garantías.
Aldana González
13/03/2025
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