lunes, marzo 10, 2025

Trump gana posiciones contra Europa


Cuando Donald Trump declaró el martes ante el Congreso que "Europa ha gastado tristemente más dinero en comprar petróleo y gas rusos que en defender a Ucrania", admitió que fue un fracaso el intento de destruir el mercado de demanda del gas ruso a través de la guerra en Ucrania. Este intento tuvo lugar por medio de sanciones económicas que vetaban su compra como por medio de la destrucción lisa y llana de su gasoducto ubicado en aguas internacionales en el mar Báltico. Trump tiene compulsión a la exageración y la mentira, pero en este caso los datos le dan la razón. Desde antes del atentado terrorista al gasoducto Nord Stream II –que nunca llegó a usarse– Europa se surte de energía a través del gas licuado, el cual mayormente proviene de Estados Unidos, pero también de Rusia, por ser éste más barato. Por esta razón el GNL quedó fuera de las sanciones hasta que Estados Unidos logró imponer la prohibición de que pudieran exportarlo a terceros países. 
 Bélgica, Francia y España, miembros de la UE (Union Europea), siguen siendo los principales puntos de entrada del GNL ruso. Moscú también ha podido eludir las sanciones a las importaciones de petróleo gracias a su flota fantasma de petroleros operados por empresas vinculadas al Kremlin (Euronews, 07/03). El informe anual de la UE sobre el estado de la Unión de la Energía, publicado el pasado septiembre, revela que seguía dependiendo de Rusia para casi una quinta parte (18 %) de sus suministros de gas, incluso después de que la guerra hubiera entrado en su tercer año. Según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio -una organización independiente- , en el tercer año de guerra los países de la UE pagaron 21.900 millones de euros a Moscú por su petróleo. Según la Comisión Europea, la ayuda financiera, militar y humanitaria total de la UE a Ucrania asciende a 133.400 millones de euros. Eso es un 35 % menos que la cantidad estimada gastada en importaciones de combustibles fósiles rusos (Idem). 
.. Por lo tanto, Estados Unidos no logró afectar totalmente al gas ruso pero sí logró generar una crisis energética e industrial en Europa debido a que el GNL es 4 veces más caro que el gas que llegaba por los gasoductos que atravesaban Ucrania antes de la guerra. La Asociación Automovilística Alemana informó que más de la quinta parte de sus miembros están trasladando su producción al extranjero, en especial Estados Unidos, pero la industria química, por ejemplo, prefiere trasladar partes de sus instalaciones a China, como Basf, que es la más grande del mundo del sector. 

 Nuevos intentos de Estados Unidos 

En algunos medios europeos trascendió que entre las negociaciones de Estados Unidos y Rusia se planteó la reconstrucción del Nord Stream II y su compra por empresas norteamericanas. De esta manera, Estados Unidos haría de intermediario entre el gas ruso y Europa. Esto fue desmentido por ambos países –en momentos en que ni siquiera se firmó el acuerdo de paz que sería necesario para garantizar el plan–, pero inversionistas norteamericanos hicieron presentaciones frente a la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) con intención de comprar el gasoducto y Gazprom, la empresa rusa dueña, viene pateando el pago a acreedores y la quiebra en espera de poder lograr los dólares para su reconstrucción. De ser cierta, esta salida tanto para Rusia como para Europa quedaría bajo la tutela y el beneficio de Estados Unidos, y coincide con los planes de Trump de bajar el precio de los combustibles como ancla antiinflacionaria. 

 El rearme de Europa 

El armamentismo en Europa, que fue reclamado por Trump y levantado por la UE, implica un negocio redondo para el principal vendedor de armas, Estados Unidos, ya que las empresas europeas no llegaron ni siquiera a abastecer a Ucrania, mucho menos podrían cubrir las necesidades de todo el continente. Y el negocio va más allá, porque incluso las empresas armamentísticas europeas tienen accionistas norteamericanos. 
 Rheinmethall, la principal empresa alemana, tiene como principales accionistas a entidades financieras norteamericanas - la mayoritaria es Black Rock-, y su vicepresidente,Timo Hass, trabajó para el Ministerio de Defensa de Barack Obama. 
 Es más, el reciente canciller electo Friedrich Merz, que en su discurso de triunfo arengó en la necesidad de armar a Alemania frente a Putin y frente a Trump -una buena coartada– fue director de Black Rock. En su trayectoria corporativa en Estados Unidos –que es más amplia aún – promovió la compra de empresas alemanas por capitales yanquis. 
 Es decir que Alemania, en sus últimas elecciones votó en primer lugar por un personero del fondo buitre más grande del mundo, con asiento en Nueva York y, en segundo lugar, a un partido de neonazis apoyados por Elon Musk. Son relaciones de vasallaje que hasta ahora solo se veían en el tercer mundo. El boliviano Sanchez de Lozada puede considerarse más cipayo que Merz sólo porque, siendo dos veces presidente de Bolivia, nunca aprendió a hablar bien el castellano.
 Mientras Rusia reanuda los ataques para forzar la firma de un acuerdo de “paz” que concluya en un reparto de Ucrania con el imperialismo norteamericano, Trump sobreactúa su enojo con Putin, que prosigue con ataques a ciudades e infraestructuras, al que amenazó con sanciones y aranceles imposibles, si torpedea ese descuartizamiento. Las contradicciones entre las partes en pugna pueden destruir los acuerdos alcanzados, a costa de una guerra mundial de mayor alcance. 

 Aldana González
 09/03/2025

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