domingo, marzo 09, 2025

Trump aparta de un codazo a Europa y Zelensky acepta la partición de Ucrania


Tras un duro enfrentamiento en Washington el presidente de Ucrania Volodimir Zelensky acepta las condiciones de Washington para negociar una paz precaria con Moscú a menos de una semana del incidente. Mientras la lucha imperialista por los despojos de Ucrania ha provocado una severa crisis entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE). La crisis estalló el viernes 28 de febrero cuando el presidente estadounidense Donald Trump suspendió la visita del presidente de Ucrania. La reacción de Donald Trump fue en respuesta a la negativa de Zelensky a firmar un acuerdo para la explotación al 50% entre EEUU y Ucrania de sus yacimientos de tierras raras y minerales estratégicos. Zelensky justificó su rechazo porque Trump no aceptó comprometer a EEUU en la defensa incondicional de Ucrania frente a Rusia. La negativa de Zelensky desató la ira de Trump y su vice presidente J.D.Vance. El conflicto tuvo todas las características de una encerrona al presidente ucraniano por parte de dos matones. Zelensky terminó virtualmente expulsado de la Casa Blanca.
 Una semana después, Zelensky afirmaba que estaba dispuesto a firmar el acuerdo, se disculpaba por su actitud el viernes 28 de febrero en Washington y afirmaba que: “Estamos dispuestos a trabajar bajo el fuerte liderazgo del presidente Trump para conseguir una paz duradera”. Entre el viernes 28 y el martes 4 de marzo lo que ocurrió fue que Trump anunció la suspensión del envío de armas a Ucrania y la detención del flujo de la información de inteligencia que ha sido vital para que Kiev pudiera hacer frente a los ataques de Rusia. Esto desnuda la absoluta incapacidad de Europa para suministrar la inteligencia y las armas necesarias para contener el avance de las tropas rusas. 
 Todo ello a pesar de que el jueves 6 de marzo Zelensky está invitado a una cumbre europea en la que se discutirá un presupuesto excepcional para el rearme de Europa a propuesta de la Unión Europea. Bruselas ha aprobado un paquete de gasto en armamento de 800.000 millones de euros para lograr una autonomía militar. Para ello ha propuesto suspender de un lado y modificar parcialmente las normas de gasto público de los 27 estados miembro. El presidente Emmanuel Macron se ha dirigido a su nación el miércoles 5 para esbozar una propuesta para evitar, según el, el riesgo palpable de una ofensiva de Rusia contra Europa y ha sugerido la extensión a otras naciones de la capacidad nuclear francesa “aunque bajo control de la presidencia de Francia”. Esa misma noche cenaba con el presidente de Hungría, Viktor Orbán quien es un aliado del presidente de Rusia Vladimir Putin. 

 El contexto europeo

 En Europa la respuesta a estos hechos fue la convocatoria por parte de Keir Starmer, el primer ministro de Reino Unido, a una reunión de “aliados voluntarios” en Londres el domingo 2 de marzo para elaborar una posición conjunta que pueda servir de base a las negociaciones con Rusia sobre un armisticio en Ucrania. Ocurre sin embargo que tanto Starmer como la cohorte de invitados consideran al mismo tiempo indispensable el acuerdo con Washington. Con lo cual la cumbre se inició devaluada. El primer ministro británico que dijo haber hablado con Trump sobre la posibilidad de ofrecer un plan de paz apoyado por un grupo de países afirmó que era posible obtener el respaldo estadounidense. Está claro que tanto Washington como Moscú y también los “aliados voluntarios”, dan por hecha la partición de Ucrania porque no entra en los planes de nadie obligar a Moscú a retirarse de sus actuales posiciones. 
 La UE se muestra incapaz de hacer frente a EEUU y sólo considera viable una paz en Ucrania con su apoyo. Los planes del matón de Washington chocan con las expectativas de la UE: cooptar Ucrania al eje de Bruselas y a la OTAN como reaseguro. Esta había sido la estrategia conjunta bajo la presidencia de Joseph Biden. La situación ha cambiado en tanto que Trump ha hecho un acuerdo transitorio con Rusia para lograr una paz inestable en Ucrania que sea también desfavorable a Rusia en la que EEUU saque el mayor partido posible del expolio y utilizar ese acuerdo para golpear a la UE y a la OTAN, a la que considera un instrumento inservible, algo que ya había hecho en su anterior mandato. El objetivo de fondo de Trump es China y para ello quiere neutralizar a Rusia. 
 En la reunión en Londres el dos de febrero los “aliados voluntarios”, acordaron apoyar la elaboración de un plan de paz que diseñarían los gobiernos de Reino Unido y Francia, las dos potencias nucleares de Europa. Tanto Starmer como Emmanuel Macron se reunieron la semana anterior con Trump pero fracasaron en el intento de embarcarlo en un pacto con Europa. Starmer sugirió la posibilidad de que EEUU acepte actuar como fuerza de respaldo al estacionamiento de 30.000 soldados de una fuerza franco británica en Ucrania. Los países de la cumbre informal de Londres ratificaron su compromiso de aumentar el gasto militar y acelerar su ritmo. El primer ministro británico anunció un crédito por 2.000 millones de euros a Kiev para suministrarle 5.000 misiles para su defensa aérea que se fabricarían en Irlanda del Norte. 

 El reforzamiento de la guerra

 Los precarios equilibrios entre los intereses imperialistas se han roto de forma definitiva. Cualquier pacto, acuerdo de paz o armisticio en Ucrania será la antesala de nuevos enfrentamientos militares en el seno de Europa, en el Oriente Próximo y en Asia. Esta es la dinámica de la crisis irreversible del capital imperialista a escala internacional que no es capaz de rentabilizar los gigantescos recursos acumulados durante años volcados en los circuitos especulativos y que amenazan con una crisis financiera colosal a los mercados de acciones y de deuda pública. Estamos ante una guerra imperialista que se propone la conquista de mercados y recursos naturales de todo tipo. 
 La estrategia de EEUU y Europa de extender la frontera de la OTAN hasta Rusia, que derivó en la invasión rusa de Ucrania, ha sido desbaratada con el cambio de gobierno en Washington. El objetivo de forzar un cambio político en Moscú o una derrota militar rusa en el frente de Ucrania para acceder al mercado interior de Rusia y extender ese dominio a Asia Central ha quedado congelada de momento. Ha sido sustituida en el corto plazo por un más que frágil entendimiento entre Washington y Moscú para el reparto de Ucrania. 
 El viaje del presidente de Ucrania a Washington para su reunión el viernes 28 de febrero estuvo precedida del encuentro en Riad de delegaciones de Rusia y EEUU en la que se acordó iniciar negociaciones de paz para Ucrania sin la presencia del gobierno de Kiev ni de una representación de la UE. Una reunión bilateral en la que a todas luces se esbozó un reparto del botín de guerra entre Washington y Moscú. 
 Tanto el gobierno de Ucrania, un títere de la UE y la OTAN, como el eje imperialista europeo incapaces de enfrentar a Washington pretenden presionarlo para que apoye el plan de paz que diseñarán Londres y París. Trump advirtió el lunes 3 de marzo que no tomará distancia de Moscú. El esfuerzo por recomponer el frente imperialista con EEUU está condenado al fracaso. Mientras tanto el apoyo de la ultraderecha europea al gobierno de Trump que ha definido a la UE como un engendro desarrollado para atacar los intereses de EEUU, está abocada a una crisis creciente. Al igual que la propia UE en la cual países como Hungría, Eslovaquia, y partidos como AFD, el segundo más votado en Alemania o Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen en Francia, apoyan a un Trump cuyo objetivo es asfixiar a Europa con una guerra de tarifas. 

 La clase obrera debe hacerse presente 

Este escenario de ruptura del frente imperialista que sostuvo la guerra de la OTAN en Ucrania contra Rusia y que supone una descomunal crisis con Europa ocurre en ausencia hasta ahora de la clase obrera. Ésta aún no se ha hecho presente con su propia voz, es decir con su propio programa contra la barbarie. La izquierda se ha visto atrapada en este giro del imperialismo norteamericano y los que apoyaban a Ucrania en nombre de la defensa de su autodeterminación ante la invasión rusa y los que defendían a Rusia en nombre de la lucha contra el imperialismo de la OTAN han quedado sin ejes y desmentidos por las circunstancias. 
 El compromiso para un mayor gasto militar, que cuenta con el apoyo del “gobierno de progreso” de España amenaza las partidas presupuestarias para la salud, la educación y las pensiones. Va a provocar una congelación de los salarios de los empleados públicos, y se ha expresado en España en el intento por retacear los ingresos de las mutualidades sanitarias de empleados públicos. Mientras la industria armamentista expande sus actividades a escala continental, la locomotora económica europea, Alemania, sigue sumida en su crisis. Pese a ello un reguero de conflictos dispersos, sin centralización ni convergencia se suceden en el continente como la colosal movilización y huelga general en Grecia tras un accidente ferroviario. 
 El papel de las burocracias sindicales para evitar la confluencia de conflictos sindicales y luchas sociales y la incapacidad de los sindicatos alternativos por reagrupar a las vanguardias obreras bloquean la respuesta a la política de ajustes contra la clase obrera y los trabajadores. La política de presionar a los parlamentos por parte de las plataformas sociales que lideran las luchas por la educación y sanidad públicas y las pensiones, y su capitulación ante gobiernos calificados como progresistas como es el caso de España, ponen la cuestión de la dirección del combate de los trabajadores como el mayor problema en la lucha contra la ultraderecha y por las reivindicaciones salariales y sociales de los trabajadores. 

 Restauración capitalista y guerra mundial 

El surgimiento de Ucrania como una nación independiente ha sido históricamente el resultado de la revolución obrera rusa y el establecimiento del estado de los soviets en 1917. La reconquista de parte de su territorio de manos de Polonia y la integración de territorios antes sojuzgados por el imperio zarista fue obra de la revolución de octubre. La nación consolidó sus fronteras para constituirse como república dentro de la federación soviética en medio de la guerra civil pos revolucionaria durante los años de 1920. Aunque la consolidación de la burocracia estalinista volvió a sojuzgar al proletariado ucraniano el surgimiento de esa nación estuvo indisolublemente vinculado a la revolución de octubre. 
 Por contrapartida la tendencia a su disolución es el resultado de la restauración del capitalismo en la ex Unión Soviética, al igual que los conflictos militares en la región y la tendencia a la guerra civil que se expresa de forma velada en algunas ex repúblicas soviéticas y en la propia Ucrania donde la resistencia a la guerra, la instauración de la leva forzosa tras el colapso del reclutamiento voluntario, son signos del descontento popular y la creciente escisión social que amenaza con estallar. 
 La lucha contra la guerra en Ucrania, por el derrocamiento del gobierno del capital oligárquico de Kiev que la alimenta, contra el gobierno anti obrero de Putin y su camarilla de oligarcas que desempeña su papel de imperialismo subsidiario es indisoluble de la lucha contra los gobiernos belicistas de Europa controlados por su capital imperialista en descomposición. No existe posibilidad de una paz justa y sin anexiones sin el derrocamiento de los gobiernos del capital en la UE, Ucrania y Rusia. 
 Por la independencia política de la clase obrera, construyamos un partido obrero. Contra la guerra imperialista, contra los ajustes sociales y salariales, contra la carrera armamentista, por gobiernos obreros, por una federación de estados socialistas de Europa. 

 Grupo Independencia Obrera 
 06/03/2025

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