El presidente no consiguió la foto con Trump.
La economía argentina no se mantuvo ajena al "lunes negro" desatado tras la suba de aranceles de Donald Trump. Cayeron hasta 8% las acciones de empresas locales que cotizan en Nueva York y el riesgo país trepó a 960 puntos. El fracaso del viaje de Javier Milei a Estados Unidos es el reflejo de que su precario esquema económico entró en colisión con el giro proteccionista del imperialismo yanqui y el salto en la guerra comercial.
Por un lado, que China, Brasil -los principales socios comerciales de Argentina- y la Unión Europea hayan procedido a devaluar sus monedas, tras el anunció de Trump, sumó presión al tipo de cambio local, en momentos donde el gobierno se empecina en mantenerlo pisado a costa de dilapidar reservas. Así las cosas, los dólares financieros superaron la barrera de los $1.300 y la corrida no se detiene. Las consecuencias inflacionarias del ensanchamiento de la brecha impactarán negativamente en la consideración popular hacia Milei, dificultando sus objetivos electorales.
Cabe destacar que el silencio de Caputo y compañía -y su completa parálisis- frente al derrumbe de acciones y bonos locales, acentúa la incertidumbre de los especuladores, incentivando que busquen refugio a los dólares paralelos.
A su vez, el derrumbe bursátil en todo el mundo hizo que el directorio del FMI demore aún más en dar una respuesta acerca del nuevo préstamo solicitado por Caputo, agravando la incertidumbre de los mercados. Incluso las desavenencias del Fondo con la política de Trump podría trabar el acuerdo con Argentina. Sumado a que la disparada del riesgo país a casi 1.000 puntos terminó de excluir a nuestro país del mercado de crédito internacional, vedando el acceso a otras fuentes de financiamiento que permitan recomponer las lánguidas reservas.
El agro, por su parte, que en marzo disminuyó el ritmo de liquidación de la cosecha respecto a febrero (U$S 1.880 millones vs U$S 2.181 millones, respectivamente, según los datos de la cámara de firmas exportadoras de cereales y de la industria aceitera, CIARA-CEC) a la espera de una devaluación, mantiene la misma tesitura. Sobre todo ahora, que la medida de Trump impactó en el precio internacional de la soja, el cual retrocedió U$S 20 la tonelada. En el mismo sentido, el petróleo alcanzó su cotización más baja desde la pandemia, amenazando el ingreso de divisas a través de la exportación de hidrocarburos.
A contramano del mundo, que se adentra en una guerra arancelaria y de monedas, el ministro Desregulación, Federico Sturzenegger, acaba de anunciar la sanción de dos decretos que dan de baja medidas antidumping destinadas a proteger la industria textil y la química. La orientación aperturista del gobierno, en medio de una escalada en los choques comerciales a nivel mundial, pone en peligro el tejido industrial del país y los puestos de trabajo. Como hemos señalado en estas páginas, los países afectados por los aranceles de Trump tenderán a buscar nuevos mercados para colocar sus productos, y el gobierno local no hace más que promover esa avalancha importadora.
Esta falta de "timing" es la que se expresó de manera patética en la gira de Milei a Estados Unidos, donde el mandatario no pudo cumplir su propósito de sacarse una foto con Trump. Debió resignarse a concurrir a un evento marginal organizado en Mar-a-lago por empresarios latinos radicados en Miami (simpatizantes de la ultraderecha), donde recibió un premio inventado por él mismo. El gobernante libertario no se atreve siquiera a cuestionar la ofensiva comercial emprendida por el presidente estadounidense, cuyos efectos sobre Argentina son ruinosos, en una muestra de absoluta genuflexión ante las directivas del norte.
Como vemos, este escenario internacional profundamente convulsionado arrincona el ya frágil esquema económico del gobierno, lo cual podría precipitar un desarme brusco de la bicicleta financiera, desencadenando una corrida de gran envergadura. Los trabajadores tenemos que intervenir en esta crisis para que no se lleve puestas nuestras condiciones de vida. La movilización del 9 de abril y el paro del 10 deben ser el puntapié de un plan de lucha decidido en defensa del salario, las jubilaciones y los puestos de trabajo y por la derrota este gobierno antiobrero, cipayo y represor.
Sofía Hart
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