Los equipos de defensa civil pudieron rescatar algunos restos con las manos, porque Israel prohibió la entrada de equipo a Gaza y destruyó deliberadamente la escasa maquinaria disponible, según el vocero de Defensa Civil, Mahmoud Bassal. "Oíamos los gritos de los heridos atrapados bajo los escombros, pero no podíamos llegar hasta ellos. Con el tiempo, los gritos se fueron apagando y ya no sabíamos si seguían vivos o habían muerto", declaró Bassal a Drop Site (1/5). "Se podrían haber salvado muchas vidas, pero el bloqueo de herramientas esenciales eliminó cualquier posibilidad de rescate".
Esta historia se repite cada día y varias veces por día desde que Israel reanudó los ataques el 18 de marzo. La incesante matanza no tiene ningún límite: desde campamentos de refugiados hasta zonas humanitarias, hospitales, comedores sociales, caravanas de desplazados. La magnitud de los ataques es casi imposible de contabilizar dice la propia prensa palestina.
Durante dos días de la semana pasada, el ejército israelí también atacó y bombardeó más de 30 excavadoras y otras máquinas pesadas. Algunas habían sido donadas durante el alto el fuego para limpiar escombros, reparar infraestructuras críticas y rescatar a personas tras ataques aéreos, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
“Las escenas que surgen de toda Gaza, desde Rafah en el sur hasta Beit Hanún en el norte, son sobrecogedoras por su horror. Niños despedazados en tejados o mientras estaban subidos a su bicicleta; cadáveres esparcidos por un café, algunos aún sentados, desplomados en sus sillas; cadáveres envueltos en bolsas blancas, alineados en hilera; drones suicidas estrellándose contra tiendas de campaña que albergaban a familias dormidas; padres gritando y niños heridos esparcidos por las calles. “Nos están masacrando de principio a fin”, declaró el corresponsal de Al Jazeera, Anas al-Sharif, en una publicación en redes sociales.
Al menos 2.300 palestinos han muerto en las últimas seis semanas: más de cincuenta asesinados cada día. Más de un tercio son niños. El infanticidio es una política de Estado: un menor muere cada 45 minutos por la invasión desde hace año y medio. Como señaló el máximo responsable de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, solo en los primeros cuatro meses de guerra en Gaza perdieron la vida más niños que en el resto de guerras del mundo en cuatro años.
Las 27 primeras páginas del último listado de víctimas mortales de la invasión israelí de Gaza, publicada a fines de marzo, “tienen un mismo número a la derecha: cero. Es la edad (menos de un año) que tenían los 876 bebés muertos, de los que incluye su nombre completo, documento de identidad, fecha de nacimiento y género” (El País 30/4). El objetivo del Estado de Israel y sus cómplices es borrar a los palestinos de la faz de la tierra: desde el inicio de la guerra, más de 2.180 familias han sido completamente aniquiladas, con todos sus miembros muertos, mientras que de más de 5.070 familias solo queda un sobreviviente.
A los ataques militares se suma la imposición de la hambruna forzada a los dos millones de habitantes, con la prohibición de ingreso de alimentos, combustible, medicamentos y otros bienes humanitarios. Más de 65.000 niños en Gaza han sido hospitalizados con desnutrición severa producto de este castigo colectivo. El ministro de Defensa israelí, el genocida Israel Katz, se jacta de que «impedir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza es una de las principales herramientas de presión». Michael Ryan, médico de la OMS, ha denunciado tajantemente: “La realidad aquí es que estamos destrozando los cuerpos y las mentes de los niños de Gaza. Estamos matando de hambre a los niños de Gaza.”
El Programa Mundial de Alimentos anunció que se había quedado sin alimentos y “la situación está al borde del colapso". Cada persona tiene asignada una pieza pequeña de pan por día. Para sobrevivir, la gente busca plantas silvestres y come tortugas marinas que han llegado a la costa. Algunos pescadores que iban a buscarlas fueron asesinados por drones del sionismo.
El viernes pasado, drones de Israel bombardearon un buque con activistas y ayuda humanitaria para Gaza en aguas internacionales frente a las costas de Malta.
Los jefes de doce importantes ONG emitieron una declaración conjunta la semana pasada advirtiendo que “la hambruna se está extendiendo rápidamente en casi todas las partes de Gaza”, y caracterizando la situación como “uno de los peores fracasos humanitarios de nuestra generación”. Hasta Amnesty admitió que se está cometiendo “un genocidio en directo”: “Los Estados han visto a Israel matar a miles de palestinas y palestinos, masacrando familias enteras de varias generaciones y destruyendo viviendas, medios de subsistencia, hospitales y escuelas”, señaló. Israel contestó que son “mentiras infundadas”.
En las últimas semanas, el ejército israelí ha bombardeado el Hospital al-Ahli y el Hospital Pediátrico Al Durrah, ambos en la ciudad de Gaza; el Hospital Nasser en Khan Younis y el Hospital de Campaña Kuwaití en Mawasi. Masacró deliberadamente a quince trabajadores de emergencias. Los hospitales que aún siguen en pie apenas funcionan, con grave falta de medicamentos, equipos y médicos.
Mientras tanto, el ejército israelí ha vaciado el 70 % de Gaza de seres humanos, confinando a la población en pequeñas extensiones de tierra, arenosas, en la zona costera. En las últimas seis semanas, aproximadamente 420.000 palestinos han sido desplazados una vez más.
La limpieza étnica pasa de Gaza a Cisjordania, la otra cara de la confiscación de tierras palestinas para expandir los asentamientos. Israel está llevando a cabo una campaña de demolición de viviendas cuyo objetivo manifiesto es obligar a los palestinos a marcharse.
La violencia de los colonos en Cisjordania ha desplazado al menos a 20 comunidades beduinas desde octubre de 2023, mientras que los ataques del ejército israelí y los colonos han matado a más de 800 palestinos en el mismo periodo. Según la UNRWA, la ofensiva israelí «Muro de Hierro» ha desplazado hasta ahora a más de 40.000 palestinos y despobló por completo los campos de refugiados de Jenin y Tulkarem.
El 30 de marzo, el gabinete israelí aprobó un gran proyecto de infraestructura para dividir Cisjordania en dos, aislando la circulación palestina del este de Jerusalén, donde Israel tiene planes de expandir sus asentamientos hasta llegar al valle del Jordán. La conexión de Jerusalén con los asentamientos al este separaría el sur y el norte de Cisjordania y crearía una continuidad geográfica entre las fronteras de Israel de 1948, Jerusalén y los asentamientos israelíes. La actual autopista, una de las pocas en las que se permite circular a los palestinos, quedará reservada exclusivamente a los israelíes y conectará Jerusalén con los asentamientos. El núcleo de este proyecto de anexión es el segundo asentamiento israelí más grande, Maaale Adumim, que alberga a 40.000 israelíes.
El gobierno genocida de Netanhayu ha prohibido que las movilizaciones en Israel porten retratos de los niños palestinos que asesinó. No ha podido imponerse: las movilizaciones con fotos de las criaturas, que al principio eran de algunos docenas de personas superaron las 10.000 la semana pasada.
El imperialismo ha convertido Gaza en el caso testigo de hasta donde puede llegar en su debacle. La clase obrera deberá convertirla en el caso testigo de su derrota.
Olga Cristóbal
03/05/2025
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