domingo, mayo 11, 2025

El Eternauta, de Oesterheld-Solano López a Stagnaro


La serie.

 Finalmente, el miércoles 30 de abril se estrenó "El Eternauta”, la versión televisiva en miniserie de la historieta insignia de la Argentina que vio la luz a fines de los años 50, gracias a dos plumas magistrales: la gráfica, de Francisco Solano López, y la literaria, de Héctor Germán Oesterheld. 
 Todo el proyecto fue impulsado por Bruno Stagnaro, que ya había renovado la ficción argentina con "Okupas" en su momento, y que ahora vuelve a dar un salto hacia adelante, no ya desde el policial negro, el cine noir o el neorrealismo italiano, sino desde una tradición muy cara a la cultura popular urbana argentina, como es la historieta. Con la voluntad, además, de trasladar a la pantalla (a la chica, pero con criterios de la grande, como viene sucediendo con una gran cantidad de producciones en todo el mundo desde hace algunos años) el universo plasmado en gráfica por la dupla Oesterheld-Solano López. Algo que tal vez no era imposible, pero sí impensado para el primer cuarto del siglo XXI, por la grandiosidad de los escenarios y sus circunstancias ficcionales, por un lado, y por su precisa e ineluctable “porteñidad”, por otro. El cineasta logra una cosa y la otra, por supuesto como resultado del trabajo de un equipo profuso en participantes y roles, que comenzó con la preproducción en 2020, siguió con la filmación en 2023 y se terminó con la posproducción, que se prolongó dos años, hasta el estreno, en 2025. 
 Y por supuesto también gracias en gran medida al apoyo material de la empresa de streaming a cargo de su estreno, Netflix. La relación del director con la plataforma se dio a partir del acuerdo que derivó en la remasterización de "Okupas" y la renovación del soundtrack para su inclusión en el catálogo de Netflix, en 2021. Con ese apoyo, se lanza a una puesta cinematográfica para televisión, que inaugura un trabajo artístico (y comercial, claro: el arte -particularmente el cinematográfico- no desprecia la gran inversión) fantaseado por realizadores y consumidores durante décadas: una producción de gran aliento y calidad a la par de la industria hollywoodense. Con la cereza de una argentinidad indiscutible. 

 La historieta y la historia de Oesterheld

 Desde fines del siglo XIX y hasta bien entrados los años 80 del XX, la historieta fue el vehículo por excelencia del entretenimiento de la clase trabajadora. Alrededor de los años 40 alcanza, si se puede plantear así, producción industrial, en estrecha relación con el desarrollo social y cultural de la clase trabajadora urbana. 
 En la cresta de esa ola Héctor Oesterheld edita la mítica revista "Misterix" y luego, con uno de sus hermanos, fundan la Editorial Frontera, que resultó ser uno de los sellos más importantes del género. Saca al mercado revistas emblemáticas como "Frontera" y "Hora Cero". Crea personajes icónicos y entrañables como el Sargento Kirk, Ernie Pike, Mort Cinder y, por supuesto, Juan Salvo El Eternauta. Fue acompañado (en sus emprendimientos editoriales y en sus propios guiones) por ilustradores como Hugo Pratt (creador de otro personaje con status universal: Corto Maltés), que le puso el rostro de Oesterheld al corresponsal de guerra Ernie Pike; Alberto Breccia, José Luis Salinas, José Muñoz y Francisco Solano López, entre otros. 
 Solano López -el dibujante de El Eternauta- supo plasmar en el relato esos climas opresivos, el tono realista, los expresivos rostros transidos por la tragedia de la apocalíptica invasión alienígena. Fue el dibujante de la primera parte, publicada entre 1957 y 1959 en la revista "Hora Cero" y de la segunda, de 1976, publicada por la revista "Skorpio", que Oesterheld escribió en la clandestinidad y que se interrumpió con su desaparición y ejecución a manos de la dictadura militar. 

 Oesterheld y la rapiña ideológica kirchnerista 

De Oesterheld no podemos agregar nada que no se sepa ya. Su historia personal y la de su familia es de las más terribles que haya dejado el paso genocida de la dictadura cívico-militar por el país. Y todos sabemos de los miles de historias terribles que los golpistas dejaron tras de sí. El guionista y sus cuatro hijas fueron secuestrados y eliminados por los grupos de tareas de los milicos. 
 En cuanto a su obra, es densa en sentidos y temas que van evolucionando con él en tanto que desarrolla su trabajo artístico, y su voz se va transformando en una herramienta de crítica social, ética y política, especialmente en sus últimos años. 
 En el 57 la nevada es, acaso, en su sensibilidad, la Revolución Libertadora, que se cierne sobre el hombre común, sobre la sociedad civil, laburante, como un peligro ajeno y mortal, anónimo en sus engranajes invisibles. En el 76, la lucha armada es la única posibilidad de supervivencia contra un enemigo que bien pudiera interpretarse como “el Imperialismo”. En la historia real, para el 76 Oesterheld se había sumado ya a Montoneros, lo que se refleja en la ficción. 
 En 2010, en ocasión del Bicentenario, el kirchnerismo se apropió de las figuras tanto de Oesterheld como del Eternauta mismo. Todos recordamos la imagen del “Nestornauta” como la representación máxima de un peronismo de izquierda que funcionaría como mito fundacional del kirchnerismo. Se trata de un gesto de oportunismo político sin igual, dado que Néstor y Cristina nunca militaron en Montoneros y que, antes del 2000, adscribían con entusiasmo al peronismo liberal y privatizador de Menem. El primer banco privatizado del menemismo fue el Banco de Santa Cruz. Tal es el devaneo de los oportunautas y el contrabandeo ideológico que practican con el autor y su obra.

 La aventura argentina 

Siendo Oesterheld, como fue, un representante de una clase media seguramente progresista y que probablemente votaría a Frondizi en el 58 (en una esquina de la Buenos Aires nevada de Oesterheld-Solano López se colige en una parte de una pintada callejera un “Vote Frondizi”), en la alianza entre el clase media Salvo, el intelectual Favalli y el proletario Franco, se adivina su apuesta por la conciliación de clases que es, en el fondo, el peronismo. El paisaje del viaje de la primera parte, de Vicente López al centro, es por su parte de una inequívoca burguesía de clase media. El “héroe colectivo” no deja afuera a ningún sector y toda la historia posterior (de hecho, también la anterior en otras partes del orbe) muestra que el conflicto histórico en el capitalismo es entre la burguesía y el proletariado: la conciliación es imposible y esto constituye, en gran medida, el desgarro humano en su desarrollo histórico actual. 
 Esta visión no disminuye la profundidad de la obra de Oesterheld. Al contrario, dialoga con esa profundidad. 
 Mientras tanto, los amigos que emprenden el viaje hacia el centro en la épica aventura eternautiana, el paisaje que transitan, no deja de ser una argentinidad de matiz urbano que por primera vez artistas argentinos instalan en una obra de aventuras y ciencia ficción, que ocurre en la Argentina y “a la Argentina”, “falta envido” incluido. Claro que es una genialidad. Se ve en lo inagotable de los sentidos que, ya lo dijimos, todas las épocas y todos los grupos encuentran en la obra. Es la definición de un “clásico”. 
 También es una genialidad el trabajo del equipo liderado por Bruno Stagnaro: entre otras exquisiteces, trasladar aquella argentinidad, la terrible aventura de los atribulados personajes y el exotismo de la invasión, con tal precisión, a “la tele”. 

 Ceferino Cruz
 07/05/2025

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