Crisis
Estas –junto con la motosierra a nivel interno y externo– son parte de las medidas que Trump tiene pensadas para dar respuesta al desbalance de las cuentas públicas y comerciales norteamericanas.
En un artículo de Oren Cass 'Free Trade's Origin Myth' (El mito del origen del libre comercio), publicado en Law & Liberty, en enero de 2024, se exponen los números: “...las importaciones estadounidenses estaban más o menos equilibradas en 1992; en 2022 el déficit comercial superó los 900.000 millones de dólares por primera vez. Incluso en productos de tecnología avanzada, en el mismo período de 30 años, EE.UU. pasó de un superávit de 60.000 millones de dólares a un déficit de casi 250.000 millones. El crecimiento económico y la inversión empresarial se desaceleraron, y las décadas de 2000 y 2010 se convirtieron en la peor y la segunda peor década del período de posguerra. En la industria manufacturera, el crecimiento de la productividad se volvió negativo: las fábricas estadounidenses necesitaban más mano de obra en 2022 que en 2012 para alcanzar la misma producción. Las joyas de la corona de la industria estadounidense, innovadores revolucionarios como General Electric, Boeing e Intel, perdieron sus posiciones de liderazgo mundial. La relación comercial entre EE.UU. y China se convirtió en la más desequilibrada de la historia mundial y costó millones de empleos estadounidenses."
Nvidia llegó a desplazar a Microsoft en capitalización bursátil, pero la irrupción de la compañía china DeepSeek en el campo de la inteligencia artificial (IA) la pasó por arriba, al punto de hacerle perder, en horas, 600.000 millones de dólares. El 'efecto DeepSeek' hizo temblar a todas las tecnológicas de EE.UU.
Según el Instituto Australiano de Política Estratégica–que lleva un registro detallado de sesenta y cuatro tecnologías criticas– entre 2003 y 2007, EE.UU. fue líder en 60 de 64 tecnologías, mientras que China lo fue en solo tres de ellas. Sin embargo, entre 2019 y 2023, EE.UU. fue líder en solo siete de las 64, mientras que China lo fue en cincuenta y siete.
Desde Política Obrera ya desarrollamos como la industria naval china tiene una producción 200 veces mayor a la norteamericana, lo cual no es un tema menor ya que Estados Unidos, rodeado de océanos, sigue dependiendo de su poder naval para mantener proyección mundial e influencia comercial y militar. Y a las capacidades chinas hay que sumarle las rusas. Sólo en 2024 Rusia dio el alta a una treintena de buques y submarinos.
Estados Unidos tiene limitadas sus posibilidades de inversión por una deuda pública inmensa, de 36 billones de dólares, la cual no ha parado de crecer y es la que se propone disminuir Trump.
Según datos de 2023 de la Reserva Federal, EE.UU. debía pagar 1.026 billones de dólares en intereses, lo que representa cuatro veces el PIB de Portugal y dos veces y media el de Austria. En 2021, el pago de la deuda era de 500.000 millones de dólares. En 2022 subió a 635.000 millones. En 2023, la cifra era de 873.000 millones. En 2024 debieron pagarse 7,6 billones de dólares en bonos. El pago de la deuda ha pasado a ser el segundo mayor gasto del presupuesto federal, sólo superado por lo destinado a la Seguridad Social (1,4 billones, el 21% del presupuesto) y por encima del gasto militar que, ya sabemos, es el mayor del mundo (La Haine 25/02).
El plan de Trump
La suba de aranceles no es simplemente un instrumento para beneficiar productos norteamericanos en el mercado interno, sino que forma parte de un instrumento de presión –como mensaje– hacia los países tenedores de dólares y de deuda para acordar una devaluación del dólar y lograr una baja de las tasas de interés de los bonos a 10 años.
La acción disolvente de Trump va más allá de los acuerdos bilaterales con sus vecinos -que son puerta de entrada de los productos chinos– o con la misma China, sino que aspira a alterar las relaciones de comercio en el mundo a través de la desvalorización del dólar.
Una segunda fase, un poco más lejana, consiste en lograr una reestructuración de deuda para canjearla por bonos a 100 años.
Cada una de las acciones de Trump que parecen patoteadas irracionales e inconexas –la política antiimigratoria, la retirada en Ucrania, hasta el acuerdo con Maduro- forman parte del objetivo de bajar el déficit norteamericano a través de la motosierra, la baja en los precios de los combustibles, la devaluación del dólar y una reestructuración de deuda.
Sin embargo, ninguna de esas medidas es inocuas para la economía norteamericana. Las razias contra los inmigrantes están dejando sin mano de obra a la economía agrícola del país y los aranceles alteran la cadena de suministros de la industria nacional, que inevitablemente depende de insumos y partes externos. Muy por el contrario de lo que argumenta Trump, la industria norteamericana va a ser una de las principales perjudicadas por los aranceles. Las exportaciones de esos productos también van a ser menos competitivos. Los efectos inflacionarios van a ser inmanejables y van a golpear a la economía interna. Los mercados lo dejaron claro con el cimbronazo que hubo en la Bolsa el mismo martes que se implementaron las medidas.
Las respuestas de Canadá, México y China
Desde la asunción de Trump, los mandatarios de Canadá y México se mostraron por demás condescendientes con él, pero el norteamericano ya no les estaría dejando margen para que se arrastren aún más. El canadiense, Justin Trudeau, afirmó que su país responderá con aranceles del 25 % contra 155.000 millones de dólares de productos estadounidenses. México “anunció que anunciará” aranceles y otras medidas el domingo 9, como dando tiempo -en una señal de esperanza inútil– a que Trump se retracte. Por su parte, China impondrá aranceles del 10% y el 15% a una serie de importaciones agrícolas estadounidenses, entre otras cosas.
Trump, consciente de que los Estados Unidos no iban a tener impunidad para endeudarse hasta el infinito sólo por ser los garantes del orden mundial –como sí creyeron sus predecesores– está pateando el tablero de ese mismo orden mundial que su país pergeñó desde la Segunda Guerra Mundial hasta ahora. Pero cada paso genera nuevas contradicciones y socava sus propias bases económicas.
Aldana González
04/03/2025
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