domingo, junio 22, 2025

Abajo la agresión imperialista y del sionismo contra Irán y Palestina


Por la derrota del imperialismo y el sionismo mediante la lucha internacional de los trabajadores y la huelga general contra el agente liberticida de la guerra imperialista en Argentina. 

 En la tarde del sábado 21, una flota de aviones norteamericanos partió de Estados Unidos para bombardear las instalaciones nucleares de Irán. Desde el 13 de junio pasado, Israel había iniciado una guerra abierta, no provocada sino “preventiva”, contra Irán, mediante el bombardeo de emplazamientos antiaéreos, infraestructuras nucleares de transporte y de petróleo, el asesinato de sus principales líderes políticos y militares, así como el de una veintena de científicos iraníes. La operación “Martillo de Medianoche” fue lanzada, como ha ocurrido en toda esta guerra imperialista, mediante trampas, engaños y zancadillas, bautizadas como “señuelos” (decoy) por las agencias militares norteamericanas y la prensa internacional. Una flota de aviones se desplazó hacia el oeste de Estados Unidos, para luego desplazar en dirección contraria a la aviación encargada del asalto a las instalaciones nucleares de Irán. La flota encargada del bombardeo está compuesta por dos B-2 –los aviones con capacidad de llevar cargas de 13 toneladas de explosivos y proyectiles de penetración de hasta cien metros bajo tierra y explotar la cargas-, acompañada por cazas de protección, aviones de reabastecimientos y una flota marítima. Mientras Trump ha calificado a la operación como un “éxito completo”, observadores internacionales opinan que el bombardeo ha destruido el exterior de las instalaciones nucleares pero no llegado a la profundidad de ellas –al menos en el caso de Fordow, la más profunda-. Lo que importa, sin embargo, es que con ‘éxito’ o sin él, el aspirante a fascista ha prometido ‘una segunda vuelta’ si fuera necesaria para completar el objetivo. Pero esa ‘segunda vuelta’ está, de todos modos, inscripta a fondo en la dinámica de esta guerra, cuyo objetivo es la “rendición incondicional” y un cambio de régimen político en Irán. Entre sus abundantes declaraciones, Trump no ha desechado el uso de un arma atómica ‘táctica’ contra Irán. Trump está a punto de echar de su gobierno a la jefa de la Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, debido a la crítica de esta mujer a los bombardeos de Hiroshima y Nagaski, lanzados por el presidente de ese momento, Harry Truman, para acelerar la rendición incondicional de Japón. 
 Donald Trump había prometido, pocas horas antes, demorar la potencial “Martillo de Medianoche, también no provocada, con el subterfugio de permitir una salida negociada al tema del enriquecimiento de uranio, por parte de Irán. El mismo recurso había utilizado, con posterioridad al inicio de la guerra, por parte de Israel, bautizada León Naciente, cuando admitió o confesó que las negociaciones que había mantenido en ese momento con el gobierno de Irán habían sido de mala fe, sólo un “señuelo” para que Israel pudiera iniciar una guerra por sorpresa. La cuestión del enriquecimiento de uranio por parte de Irán había quedado resuelta por medio de un acuerdo avalado, con sus firmas, por Obama, Merkel, Macron, Cameron, Putin y Xi Jing pin. Trump rompió ese acuerdo en forma unilateral al llegar a la Presidencia. Trump y Netanyahu no tienen nada que envidiar a Hitler. El hombre que ha prometido sacar a Estados Unidos de guerras dañinas y perjudiciales y acusado a Kamala Harris, en la campańa electoral, de querer desencadenar “la guerra mundial tres”, se ha encaminado por ese camino. “Trump dio luz verde a Israel para iniciar un ataque para principios de junio –una autorización que no hubiera dado ningún presidente de Estados Unidos en las últimas dos décadas-.”. (Haaretz, 22.6), 
 La guerra imperialista no es una cuestión de elección personal sino que surge y se desenvuelve a partir de la dinámica de las contradicciones insalvables del capitalismo imperialista como organización social y política. El “éxito” que se atribuye Trump es otro subterfugio: declara que se inicia “un período de paz”, cuando incluso él sabe que la guerra ganará una mayor violencia y abarcará más allá del Medio Oriente. Potencia al imperialismo norteamericano en la guerra económica que libra con sus rivales internacionales y reforzará la intervención del imperialismo norteamericano en la guerra entre la OTAN y Rusia, que va más allá de Ucrania –envuelve ya a las naciones que bordean el Mar Negro, de un lado, y a los estados del Báltico, del otro-.
 La cuestión de las instalaciones nucleares de Irán, dedicadas al enriquecimiento de uranio, no son la razón histórica de la guerra imperialista contra este país, ni la razón concreta del actual momento histórico. El imperio persa data de hace miles de años y ha sido, incidentalmente, un país acogedor de los judíos perseguidos en distintas épocas. La situación histórica de Irán, rico en petróleo y gas, cambia con el ascenso del imperialismo, la revolución bolchevique, las guerras mundiales y la instalación del estado sionista. Un golpe de estado ejecutado en 1953 por la CIA y la Inteligencia británica derroca a un régimen semiconstitucional y restablece la monarquía. La monarquía es derrocada por una de las revoluciones más masivas de la época actual. La revolución iraní, aunque capturada por los ayatolas, es un tornillo en el riñon del imperialismo y los jeques capitalistas del Medio Oriente, y por sobre todo del estado sionista, que es por sobre todo una agencia política y militar del imperialismo mundial. La existencia de Israel no está amenazada por Irán, sino por su condición ‘existencial’ imperialista. Si perdiera esta condición, por una combinación extraordinaria de factores históricos –el principal de los cuales es la revolución socialista en Oriente Medio– el estado sionista se disolvería en una dinámica histórica progresista con los pueblos de ese espacio histórico. Israel no puede sobrevivir sino en guerra constante por la supresión de la existencia nacional de otros pueblos –en primer lugar, el palestino-. Pero un estado que posee, clandestinamente, noventa ojivas nucleares y los medios para transportarlas, sólo puede oponerse al enriquecimiento de uranio por otro país, para sostener el terror atómico contra sus vecinos. Como Trump acaba de amenazar.
 La guerra imperialista contra Irán, en la actualidad, obedece a factores concretos del momento, aunque Israel la haya preparado desde hace décadas. La destrucción del régimen iraní (clerical, capitalista, corrupto, opresor de las mujeres y las minorías nacionales) es la conclusión obligada de la guerra de aniquilamiento del pueblo palestino y la apropiación de todo su territorio histórico, que lleva adelante el sionismo -incluso desde mucho antes de la inauguración del estado de Israel, y de la guerra de supremacía contra Líbano y Siria-. El estado sionista participa de un nuevo reparto territorial, en línea con lo ocurrido en la primera y segunda posguerra mundial. La tendencia a la guerra imperialista contra Irán es permanente. “Trump (está dispuesto) a disparar una guerra regional más amplia –que podría culminar posiblemente en un cambio de régimen, un objetivo repetidamente declarado por el ministro de Defensa, Israel Katz-.”. (Haaretz, 22.6). 
 La guerra inmotivada del imperialismo y el sionismo contra Irán es una fase y una etapa de una guerra imperialista mundial en desarrollo. La guerra en Ucrania ha llegado a Siberia y Moscú, y la guerra de socavamiento de China prosigue sin respiro. Esta guerra, imperialista por el carácter y la naturaleza de sus raíces y el alcance de sus objetivos, forma parte de una eclosión de todas las contradicciones históricas del capitalismo. En el caso de Irán, se trata de una guerra de defensa nacional. Como ocurre con todas las contradicciones estallan en forma brusca, atraviesan períodos de ‘calma’, por cierto breves, y de masacres –sistemáticas-. Envuelven un aspecto ‘exterior’ y otro interior, una agudización de los antagonismos de clases en cada país y violencias crecientes –como ocurre con la caza de migrantes en Estados Unidos para ser deportados en campos de concentración, como El Salvador-. 
 La clase obrera de todo el mundo debe intervenir en esta guerra desatada por el imperialismo con el objetivo de conseguir la derrota de todas las fuerzas imperialistas y opresoras. De ningún modo darle la espalda; sería una neutralidad pacifista hasta que la guerra llegue a nuevos territorios y campos de batalla. El medio para hacerlo es la lucha contra el imperialismo en cada país, que en la mayor parte de los casos cuenta con el acuerdo, el apoyo, pero también de la falsa neutralidad de las burguesías nacionales. El nacionalismo burgués (kirchnerismo, lulismo, frenteamplismo, boricismo) convoca a los trabajadores a no sacar los ojos de los llamados ‘asuntos nacionales’, que pone naturalmente como ‘prioritarios’, con el propósito de mantener su hegemonía política, fuertemente cuestionada, y evitar que la clase obrera se convierta en internacionalista. La izquierda colateral del nacionalismo, repite a su manera los eslóganes del nacionalismo. Cuando apoya las manifestaciones contra la masacre en Gaza, se opone a que se conviertan en medios de lucha contra sus propios gobiernos imperialistas, en nombre de la ‘unidad’ del ‘arco opositor’. Algunas ‘izquierdas’, como es el caso del Socialist Workers Party del Reino Unido, califican a Irán como “un imperialismo regional” (“Socialist Worker”, 19/6), lo que significa que a Irán la separa una diferencia de grado con el sionismo. Son numerosos los grupos que apoyan a la OTAN, en Europa, contra el “imperialismo ruso”, adoptando el punto de vista ‘democrático’ de las burguesías y gobiernos de la Unión Europea. De nuestra parte advertimos: asistimos a una guerra imperialista mundial que, en el caso de Palestina, Irán, Líbano, se desarrolla contra naciones históricamente oprimidas.
 Milei ocupa la vanguardia ideológica, mediática y ultrarrepresiva del apoyo al imperialismo y al estado sionista. Procura desarrollar esa guerra al interior de Argentina, contra la clase obrera y los derechos políticos de las masas del país. Así como “Parar la guerra” es un objetivo deseable para todo demócrata, pero inalcanzable sin una derrota del imperialismo, el rechazo a que Milei involucre a Argentina en la guerra del lado del imperialismo es posible solamente si nos involucramos en la guerra del lado de las naciones oprimidas asaltadas por el imperialismo y del lado de la clase obrera que lucha contra sus patronales ‘locales” de todos los países. 
 Por la derrota del imperialismo y el estado sionista en la guerra contra Irán y contra Palestina, por un Medio Oriente obrero y socialista. 
 Por el fin de la guerra mundial en desarrollo, derrotemos al imperialismo y a los regímenes opresores, por medio de la unidad internacional de los trabajadores. 
 Para derrotar al agente liberticida del imperialismo y sus guerras, en Argentina, impulsemos la huelga general. 

 Declaración de Política Obrera 
 22/06/2025

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