domingo, agosto 30, 2009

Gregorio Selser, el hombre que juntaba papeles


Creció en un orfanato, fue aprendiz de relojero, estudió en escuelas nocturnas y cursó sólo ocho meses de Sociología. Creó uno de los archivos periodísticos más grandes de Iberoamérica, dio conferencias en universidades de Europa y Estados Unidos, y es autor de 47 libros y siete mil artículos de política internacional.
Fue una idea fugaz. Cuando a fines de 1979 la profesora de dibujo y pintora argentina Marta Ventura vio las quince enormes cajas de cartón llegadas de Buenos Aires, que ocupaban la sala y los pasillos de su departamento de la ciudad de México, pensó durante un instante: “¿Y qué pasaría si todo esto se quema?”.
Ganas no le faltaban. Si “todo esto” se quemaba, ella se evitaría la tarea que tenía por delante: revisar cientos de bolsas de plástico que había dentro de las cajas y que contenían miles de recortes periodísticos de 1945 a 1976, sin ningún orden cronológico ni clasificación temática.
En las cajas también había –para su desesperación– colecciones de diarios y revistas, folletos, boletines y documentos políticos, junto con los originales de cientos de artículos para periódicos, semanarios, quincenarios y agencias internacionales de noticias redactados en las últimas tres décadas por su marido, el periodista, historiador, conferencista y profesor universitario Gregorio Selser, un simpatizante del Partido Socialista Argentino exiliado en México desde hacía tres años.
“Todo estaba mezclado sin ton ni son y por unos segundos pensé que mi salvación era prender fuego esos papeles”, relata Marta Ventura. Los 300 kilos de impresos habían sido rescatados apresuradamente en Buenos Aires por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), bajo el gobierno militar que se había instalado en marzo de 1976, y enviados a México por barco.
Poco antes del rescate de sus papeles, Selser había donado su biblioteca de diez mil volúmenes al gobierno mexicano, que junto con la FLACSO tuvo que negociar con el régimen militar la salida del país de los libros. Paradójicamente, los mismos que habían obligado al periodista a partir al destierro y que hacían hogueras con textos “subversivos” de historia, filosofía y política, consideraban que su colección bibliográfica constituía un “patrimonio nacional” que debía permanecer en Argentina.

Un archivo y siete mil artículos

Marta no quiso hacer una fogata al estilo de los generales, almirantes y brigadieres rioplatenses. Y luego de evitar esa momentánea tentación piromaníaca, ella y Gregorio trabajaron en los siguientes años desde la mañana hasta la noche durante siete días a la semana, ordenando un archivo que, además, se engrosaba cada 24 horas con la incorporación de nuevos artículos, newsletters y cables de agencias noticiosas.
El resultado de esa labor fue la creación de uno de los centros de documentación más importantes de Iberoamérica. Hoy está ordenado en 150 archiveros de cartón que contienen 3.700 carpetas con recortes de prensa y 50 revisteros con publicaciones de Argentina, Cuba, América Central, Estados Unidos, Puerto Rico y algunos países europeos. Se encuentran, por ejemplo, las colecciones completas de la desaparecida revista Life en español, Soldier of Fortune, Cover Action y Le Monde Diplomatique. El archivo incluye ponencias universitarias, discursos de líderes políticos, conferencias y papers académicos.
Todo fue rigurosamente clasificado por Marta Ventura. En las etiquetas de los archiveros se lee: Relación Estados Unidos-América Latina, Armamentismo, CIA, Comisión Trilateral, Deuda Externa, Empresas Transnacionales, Espionaje, Fondo Monetario Internacional, Guerra Fría, Guerra de las Galaxias, Guerra de Vietnam, Iglesia Católica, Logias Secretas, Mafia, Masonería, Mercenarios, Militarismo, Nazismo, Opus Dei, Periodismo, Sectas, Sionismo, Sociedad Interamericana de Prensa, Tráfico de Drogas... Son 55 cajas y, aparte, hay otras 95 con información de todos los países de América Latina y el Caribe.
En el archivo también están los datos biográficos de todos los tiranos sudamericanos, centroamericanos y caribeños del siglo XX y de la mayoría de personajes clave de la política exterior estadounidense, desde los presidentes James Monroe, Theodore Roosevelt y Ronald Reagan hasta los secretarios de Estado Henry Kissinger, Alexander Haig y Zbigniew Brzezinski.
La documentación incluye la historia del Canal de Panamá, el apropiamiento de territorios mexicanos por parte de Estados Unidos, la lucha independentista de Puerto Rico, información sobre Haití, República Dominicana y la ex Guyana Holandesa, los conflictos civiles de Guatemala y El Salvador, la revolución sandinista en Nicaragua, la actividad de los contras en Honduras y Costa Rica, las operaciones terroristas de los gusanos cubanos refugiados en Miami, la guerra de las Islas Malvinas y la venta de armas israelíes a dictaduras latinoamericanas.
Además, la Fundación Latinoamericana Gregorio Selser (Flags), que dirige Marta Ventura, posee siete mil artículos de su esposo escritos entre 1956 y 1991. Alumnos de diversas universidades realizan su servicio social de seis meses colaborando con ella en la captura digital de los trabajos.
Marta menciona un dato ilustrativo: en los últimos 16 años, con información del archivo y la biblioteca, 35 alumnos de las carreras de Ciencias Políticas, Sociología e Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) elaboraron sus tesis de licenciatura.
Este dato constituye un singular reconocimiento académico a la tarea de Marta y Gregorio, un voraz autodidacta que creció en un orfanato para niños judíos en el que su única posesión fue un diccionario, trabajó como aprendiz de relojero y oficinista en una fábrica de cajas de cartón, realizó estudios secundarios en colegios nocturnos e ingresó a la Universidad en 1956, a los 34 años. Para entonces, Selser estaba casado, habían nacido dos de sus tres hijas y comenzaba a trabajar como reportero del diario La Prensa, de Buenos Aires, así que sólo pudo cursar menos del primer año de Sociología.

Periodista, editor y maestro

Gregorio Selser se transformó en uno de los escritores más prolíficos de su tiempo, sin equivalentes en América. Durante décadas dedicó –con la ayuda de su esposa– casi 16 horas diarias a la recolección de la más variada información histórico-política y a la redacción de artículos que publicaba en diarios, revistas y agencias de noticias, además de la preparación de numerosos libros, clases universitarias y conferencias en México, América Central, Estados Unidos y Europa.
Nacido en Argentina el 2 de julio de 1922, Selser fue articulista del semanario Propósitos, las revistas Inédito, Confirmado y Cuestionario, y de los diarios El Cronista Comercial, La Opinión y Página 12. Colaboró con el semanario Marcha, de Uruguay; las revistas Análisis y Ercilla, de Chile, y Presencia, de Bolivia. Escribió para los periódicos Siete Días, Expreso y Marka, de Perú; el diario El Nacional, el semanario El Clarín y el bimensuario Nueva Sociedad, de Venezuela, y las publicaciones Diálogo Social y Tareas, de Panamá.
En México, el escritor fue columnista en los diarios El Día, El Financiero y La Jornada, el periódico Le Monde Diplomatique en Español y las revistas Cuadernos del Tercer Mundo, Crítica Política y Proceso. También redactó informes especiales para las agencias de noticias Prensa Latina, de Cuba, e Inter Press Service (IPS), de Italia.
Selser creó en su país la editorial Triángulo, fue prologuista del sello Parnaso, dirigió la colección “Historia Viva” de ediciones Palestra de 1958 a 1966 y fue director de la Biblioteca América de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) entre 1962 y 1966. Como editor divulgó textos claves de otros autores, como Fábula del tiburón y las sardinas (1956), del ex presidente guatemalteco Juan José Arévalo; Democracia y tiranías en el Caribe (1957), del canadiente William Krehm, corresponsal de Time; y Estirpe sangrienta: los Somoza (1957), del nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro, director del diario La Prensa, asesinado en 1978.
El periodista también editó y escribió los prólogos de Mil norteamericanos (1957) y Los amos de la prensa (1959), de George Seldes; La batalla del petróleo (1957), del general Enrique Mosconi; Nuestra colonia de Cuba (1959), de Barry E. Barnes; Nuestra América y el imperialismo (1961), del dirigente socialista Alfredo Palacios, y América Latina, mundo en revolución (1964), de Carleton Beals.
El estudiante frustrado que no pudo ser sociólogo se convirtió en docente. En Argentina fue profesor en la Escuela Superior de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Tras su exilio en México, trabajó como investigador en el Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (ILET), el Proyecto Lázaro Cárdenas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Posgrado del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) y la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en la especialidad Historia de América Latina, siglos XIX y XX. Y por sus méritos académicos, fue miembro de la Latin American Studies Association, de Estados Unidos.

Toda la historia americana del siglo xx

Selser es autor de 47 libros. El más conocido es Sandino, general de hombres libres, publicado en 1955, que cuatro años después reeditó en dos tomos, con mucha más documentación y con prólogo del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura.
A ese título le siguieron El pequeño ejército loco (1958), El guatemalazo (1961), Diplomacia, garrote y dólares en América Latina (1962), El rapto de Panamá (1964), Alianza para el Progreso, la mal nacida (1964), Argentina a precio de costo: el gobierno de Frondizi (1965), ¡Aquí Santo Domingo! La tercera guerra sucia (1966), Espionaje en América: el Pentágono y las técnicas sociológicas (1966), De Dulles a Raborn: la CIA , métodos, logros y pifias del espionaje (1967) y Punta del Este contra Sierra Maestra (1968).
Antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976, el escritor publicó La CIA en Bolivia (1970), Los cuatro viajes de Cristobal Rockefeller (1971), De la CECLA a la MECLA o la diplomacia panamericana de la zanahoria (1972), Una empresa multinacional: la ITT en Estados Unidos y en Chile (1974), Chile para recordar (1974), Los marines: intervenciones norteamericanas en América Latina (1974) y De cómo Nixinger desestabilizó a Chile (1975).
A partir de su exilio mexicano, Selser publicó –entre otros títulos– La batalla de Nicaragua (en colaboración con Ernesto Cardenal, Gabriel García Márquez y Daniel Waksman, 1980), Apuntes sobre Nicaragua (1981), Bolivia, el cuartelazo de los cocadólares (1982), Reagan: de El Salvador a las Malvinas (1982), Honduras, república alquilada (1983), Nicaragua de Walker a Somoza (1984), Informe Kissinger contra Centroamérica (1984), Cinco años de agresiones estadunidenses contra Centroamérica y el Caribe - 1979-1984 (1984), Salvador Allende y Estados Unidos: la CIA y el golpe militar de 1973 (1987) y Panamá: érase un país a un canal pegado (1989).
Selser también redactó una monumental Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina, en cuatro tomos, que comienza con la independencia de Estados Unidos en julio de 1776 y concluye con la invasión norteamericana a Panamá en diciembre de 1989. Está toda la historia del continente, desde Alaska hasta la Patagonia: es la descripción día a día de más de 200 años de luchas emancipadoras, guerras civiles, conflictos fronterizos, tratados de límites, convenios comerciales, acuerdos diplomáticos, golpes de Estado, asesinatos políticos, rebeliones armadas, movimientos insurgentes, negociaciones de paz, elecciones... En más de dos mil páginas describe la actividad de presidentes, militares, embajadores, líderes populares, agentes secretos, guerrilleros, héroes, mártires y traidores.

El hombre y su circunstancia

A fines de los años 70, el sociólogo mexicano Stephen Hasam vivía en Hamburgo, donde trabajaba en un Centro de Investigaciones sobre América Latina. Allí, con cinco universitarios editaba cada tres semanas una publicación elaborada con fotocopias de recortes de diarios y revistas iberoamericanas. La mayor parte de los artículos eran del diario mexicano El Día y tenían la firma de Gregorio Selser
Hasam creía que “Selser” era una firma ficticia, un seudónimo colectivo de varios redactores. No se le ocurría que una sola persona manejara ese volumen de información y publicara tanto y tan seguido.
Cuando en diciembre de 1981 regresó a México, Hasam fue a ver al sociólogo y periodista peruano Rafael Roncagliolo, que entonces trabajaba en el Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (ILET), y le dijo que deseaba conocer al grupo de investigadores que firmaba como “Gregorio Selser”. Roncagliolo casi se muere de la risa: “Existe, es un solo hombre y tiene su oficina aquí, al lado”.
Después, cuando Hasam visitó el departamento de Marta Ventura y Gregorio Selser, no pudo creer lo que estaba viendo: había archiveros de cartón ordenados desde el suelo hasta casi el techo en la mayor parte de la vivienda. Estaban en la sala, la cocina, el cuarto de servicio y los pasillos. Sobre las mesas, sillas y sillones había decenas de recortes, fotocopias, diarios y revistas. “Hice un pequeño tour por ese laberinto y me asombró que sólo dos personas manejaran ese tremendo archivo”, relata 25 años después. “Esa labor artesanal me recordó a los artistas del Renacimiento, que preparaban su propias pinturas con polvos minerales y sus propios pinceles antes de realizar un mural o un fresco gigante”.
Diez años más tarde, lo que no lograron la CIA , ni el Mossad israelí, ni diversos matones pagados por dictaduras latinoamericanas que intentaron callar a este Miguel Ángel Buonnarotti de la información, lo consiguió un cáncer imprevisto. El escritor decidió adelantarse a una prolongada agonía y puso punto final a su vida el 27 de agosto de 1991, poco después de haber cumplido 69 años.

Papeles para la posteridad

Según el Programa Memoria del Mundo, de la UNESCO , “la recopilación, preservación y divulgación de la información son indispensables para la existencia de la humanidad” y “las bibliotecas y los archivos han sido los guardianes del patrimonio documental de la humanidad a lo largo de toda la historia”.
Con ese criterio, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) adquirió toda la información impresa reunida durante años por el matrimonio argentino y creó el Archivo Gregorio y Marta Selser. El proyecto, coordinado por Beatriz Torres y Ana Laura Ramos, del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la UACM, incluye el microfilmado y digitalización de todos los artículos y documentos.
Ambas se proponen, además, la realización de seminarios para dar continuidad a la obra del historiador y la publicación de varios libros inéditos, entre los que se cuenta Los otros militares, una recopilación de discursos y conferencias de los generales Juan Domingo Perón, Lázaro Cárdenas, Carlos Prats, Juan Velazco Alvarado, Omar Torrijos y ex oficiales del Centro de Militares Democráticos de Argentina (Cemida).
Entre los planes de Torres y Ramos también figura la adquisición de la correspondencia de Selser con la hija de Augusto César Sandino, el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, el socialista argentino Alfredo Palacios, de quien en su juventud fue secretario privado; los ex presidentes José Figueres, de Costa Rica, y Juan José Arévalo, de Guatemala; el venezolano José Vicente Rangel –hoy vicepresidente de Venezuela– y los intelectuales estadounidenses Noam Chomsky, James Petras y Larry Birns, director del Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA).
Torres y Ramos tienen una meta para el 2008: la organización el Primer Congreso Latinoamericano de la Memoria, dedicado al imprescindible Selser. Así, el ex estudiante que asistió menos de un año a la universidad continuará dando batalla, gracias a que Marta Ventura dominó en 1979 aquel súbito deseo de quemar 300 kilos de papeles que hoy se triplicaron. Y que, además, están a la disposición de los estudiantes, investigadores, periodistas e historiadores dispuestos a recoger las enseñanzas del hombre que juntaba papeles.

Roberto Bardini
robertobardini@yahoo.com

2 comentarios:

estela dijo...

si nuestros chicos y jovenes leyeran estas historias de vida y sus libros con documentacion importante podrian entender por donde comienza el dominio y lo inteligente que es nuestro enemigo, vive con nosotros y no nos damos cuenta estela

Yehoshua Erlich dijo...

A propósito de la memoria y el respeto al maestro GREGORIO SELSER
Es curioso cómo se "borra" (¡quién sabe por qué motivos!) toda una página de la vida de MI MAESTRO Gregorio Selser, quien me "dedicó" y "autografió" casi todos sus libros. Desde 1968 hasta su cierre, en 1973, Gregorio Selser trabajò bajo el pseudónimo de "Manuel Iuffe", como Jefe de Redacciòn de "Raíces", publicación de la Organización Sionista Argentina. Lo llamábamos cariñosamente "Gregorio" o "El CIA de la CIA" o "Monseñor". Y si lo llamo "MI MAESTRO" es porque lo fue de verdad. Me "pegó" el vicio de la "recortitis" - lo cual hice CON EL, en "Raíces", Gregorio hizo de mi un observador "crítico" de la realidad, que vuelca en la "pauta" un bosque sin los árboles que impiden verlo. Me "suprimió" muchos vicios de lenguaje (¡muy porteños y rioplatenses!) y me enseñó a manejar una lectura crítica que "anticipaba" la decisión de recortar o no un determinado artículo. Yo leía prensa diaria y semanal en cinco idiomas...y "recortaba" marcando en fichas los puntos de interés. Creo que quedó en la extinta publicación, un fichero muy lleno ..La computadora con su internet vinieron mucho después. Vivo hace como cuatro décadas en Israel y NUNCA OLVIDÉ NI OLVIDARÉ A MI MAESTRO TAN QUERIDO, Gregorio, quien más de una vez me repitió en hebreo
הַקֹּל קוֹל יַעֲקֹב וְהַיָּדַיִם יְדֵי עֵשָׂו
Ha-qqol qol yaaqov ve-haiadayim iedey 'Eisav
- del Génesis 27, 22, "La voz es la voz de Jacob y las manos, manos de
Esau" - lo que parece había aprendido en el orfanatorio judío en el que se "educó", pero ese "dicho" nunca se le olvidó y siempre tuvo "aplicación"en su día a día.
¡Honor a la memoria de mi maestro!.
Yehoshua Erlich,
Haifa, Israel
yyerlich@gmail.com