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lunes, agosto 17, 2009
Uribe sella el pacto militar con EEUU
Tras varias rondas de conversaciones secretas iniciadas el pasado febrero, se cerró en Washington ayer el acuerdo entre los gobiernos colombiano y estadounidense para el uso de siete bases aéreas y marítimas en Colombia. La filtración del pacto militar provocó en las últimas semanas una tormenta en toda América Latina e interrumpió en la práctica el proceso de alianza UNASUR, que impulsa el presidente brasileño, Lula da Silva.
La oposición a Uribe exige que el texto sea debatido en el Congreso, mientras que él sostiene que, para no alterar sustancialmente los pactos vigentes con EEUU, sólo debe pasar por el Consejo de Estado en un trámite no vinculante.
La autonomía de los estadounidenses en suelo colombiano se negociará en secreto
Según filtraciones publicadas por la revista Cambio, que dirige el ex canciller Rodrigo Pardo, algunos de los aspectos polémicos, como la autonomía del Ejército estadounidense en suelo colombiano, serían objeto de un posterior "acuerdo de aplicación" a negociar reservadamente por "agentes ejecutivos de los dos gobiernos" .
Tanto el Gobierno colombiano, como el propio presidente Barack Obama, han subrayado que EEUU no instalará bases propiamente dichas en Colombia , sino que se ubicará en las que ya están operativas en este país.
Sin embargo, en declaraciones a Público, la analista internacional estadounidense y profesora de la Universidad de los Andes Arlene Tichner, considera que esa precisión es una "cortina de humo" , puesto que "no tener bases fijas es la estrategia actual de Washington, especialmente tras el 11-S.
Ahora se trata de contar con múltiples puntos, llamados en la jerga militar flores de loto, entre los que poder saltar de manera rápida y ágil, lo que permite una mayor interrelación y articulación entre los distintos comandos que tiene el Pentágono".
Según un informe elaborado en abril por el Comando Aéreo de Movilidad para la Fuerza Aérea de EEUU, las antiguas bases de la Guerra Fría han pasado a denominarse "Ubicaciones de Cooperación en Seguridad" (CSL por sus siglas en inglés).
Los países vecinos temen la capacidad operativa de EEUU fuera de Colombia
El proceso para que el Pentágono empiece a instalarse o refuerce su posición en Malambo, Palanquero, Apiay, Tolemaida, Larandia, Bahía Málaga y Cartagena, se inició cuando el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, anunció en su campaña electoral que no renovaría el contrato para el Puesto Militar de Operaciones Avanzadas situado en Manta, la única base militar de EEUU en Suramérica.
La base de Manta permitía al Pentágono la vigilancia del Pacífico, desde Perú hasta América Central. La decisión de Correa se reafirmó ante la certeza de que desde Manta se intervino en la invasión del Ejército colombiano en Angostura para bombardear un campamento de las FARC el 1 de marzo de 2008, tras lo que se produjo la ruptura de relaciones entre Ecuadory Colombia.
Aviones AWACS y C-17
El punto más conflictivo del acuerdo, el que más ha despertado el recelo de los vecinos de Colombia, desde Venezuela a Brasil, es de la previsible "extraterritorialidad" de la intervención estadounidense, tanto desde el punto operativo, como de inteligencia.
El Gobierno colombiano ha insistido en que EEUU sólo operará en el interior del país para luchar contra el narcotráfico, lo que no es congruente con la ubicación prevista en las bases de aviones AWACS, que pueden sobrevolar varios países del continente sin ser detectados por los radares, y de los gigantes C-17, destinados al transporte masivo de tropas, para los que se acondicionará la base de Palanquero.
Otro aspecto polémico en Colombia es el de la inmunidad del personal civil y militar estadounidense, que el acuerdo firmado equipara al de la Embajada de EEUU. En Ecuador han quedado impunes más de 3OO delitos, incluidos robos, asesinatos y violaciones cometidos por el personal estadounidense de la base de Manta.
Perfil
El mayordomo de los superpoderosos
Nadie de los que frecuentaron a aquel rebelde estudiante de Derecho en la Universidad de Medellín, Álvaro Uribe Vélez (Medellín, 1952), enamoradizo y pendenciero, incontrolable y agresivo en el trago, buen representante del espíritu paisa para los negocios, intuyó que un día sería el político más popular de Colombia. Dos veces presidente por carisma personal, sin el apoyo de una estructura partidista seria, aunque aupado por la oligarquía antioqueña, que coincidió con la de Bogotá en la necesidad de encontrar a alguien que aplicara mano dura en el orden público y liberalismo ilimitado para sus negocios.
Su vinculación con los poderosos nació durante su gestión como gobernador de Antioquia. El sociólogo y escritor Alfredo Molano le conoció allí cuando ejercía como gestor de paz. "Tuve una reunión con él y con otros personajes. El que manejaba todo era Fabio Rico, el magnate del azúcar; él le dictaba las medidas Lo que tiene Uribe es que es una especie de mayordomo de los superpoderosos; interpreta muy bien su lógica y los ha sabido utilizar para su ambición política y para su fortuna económica".
En 1982, la familia Uribe compra en Córdoba (la zona más importante del paramilitarismo) una finca de más de 2.000 hectáreas, El Ubérrimo. El padre, Alberto Uribe Sierra, asesinado por la guerrilla durante un intento de secuestro, se dedicaba a la compra y venta de fincas, y es íntimo amigo de Fabio Ochoa, patriarca de una de las primeras familias de narcos, cuyos hijos fueron extraditados a EEUU. Uribe siempre ha sostenido que sus vinculaciones con gente tan dudosa tuvieron su origen en la afición por los caballos. Él mismo es un buen jinete y su número preferido es el trote con montura de paso sosteniendo una taza llena de café sin que se derrame una gota. Así alterna su tiempo entre una frenética actividad política todos le reconocen una gran capacidad de trabajo con la vida de terrateniente.
Los próximos días serán decisivos para que Uribe, retorciéndole una vez más el pescuezo a la Constitución y las leyes colombianas, se promueva para un tercer mandato, que tendría ganado de antemano ante la desunión de la oposición política. Frío y habilidoso, suele faltar a su palabra cuando lo considera necesario. Un importante político que visitó a Chávez en medio de la crisis de las bases estadounidenses, subraya que el mayor reproche que le hace a Uribe el mandatario venezolano es el de ser un mentiroso. En esto coincide Antonio Caballero, el periodista más influyente de Colombia: "Miente como respira. Casi todos los políticos mienten, pero éste lo hace de una manera casi patológica".
Empezó a mentir casi al comienzo de su primer mandato, cuando aseguró que no se prestaría a una reelección. Tras un montaje turbio de compra de votos, que tiene en la cárcel a dos parlamentarios por cohecho, abrió la posibilidad para un segundo mandato, que ganó en las urnas frente a Carlos Gaviria, quien, sin embargo, obtuvo la mayor votación de la izquierda en la historia colombiana.
Perpetuarse en el poder
Ante las críticas generalizadas por sus maniobras, Uribe acude a su popularidad en las encuestas, que no ha bajado nunca del 50%, especialmente entre las clases bajas, y habla del "estado de opinión" por encima de las formas democráticas. "Es un populista", afirma Caballero. "Mediante los consejos comunales (concejos abiertos donde amonesta públicamente a sus ministros y reparte cheques y ayudas) abrió paso a esa idea del estado de opinión, que es una preparación para un posible autogolpe de Estado. Si no le va bien con las normas vigentes, buscaría fórmulas para perpetuarse en el poder con apariencias de legalidad o sin ellas. A lo Fujimori".
La clave de la ascensión de Uribe está en su programa de dureza para acabar con la guerrilla. Las FARC y el ELN han sembrado el odio y la inseguridad en los campos de Colombia, fomentando un deseo de "tranquilidad" que el presidente y los medios, casi todos afines a él, han sabido vender. Ésta fue una de las claves de su primera elección en 2002, cuando partía desde niveles muy bajos de conocimiento popular y las dos TV privadas, Caracol y RCN, se coligaron para apoyarlo y ridiculizar a su adversario, el veterano liberal Serpa. Cuando la victoria era dudosa y se presumía que perdería si hacía falta una segunda vuelta, dos falsos atentados montados por los servicios secretos (el tenebroso DAS) elevaron la popularidad de Uribe el 10% que necesitaba.
Dice Caballero: "Éste es un país muy de derechas. Está muy difundido algo parecido a lo que en España se llamaba franquismo sociológico y, mientras la izquierda armada ejerce un militarismo muy facha, la reacción ha sido siempre partidaria de las soluciones de fuerza".
Los símiles con la derecha española más reaccionaria pueden establecerse entre Uribe y Aznar como siervos voluntarios del imperio estadounidense. Los dos trataron de engrandecer su corta estatura del bracete de Bush: no en vano Colombia fue el único país de Latinoamérica en apoyar la invasión de Irak. En toda su trayectoria, Uribe ha privilegiado la sumisión a EEUU a las buenas relaciones con sus vecinos, a los que siempre ha desdeñado. Cuando pensó que los nuevos vientos que anunciaba Obama le iban a apartar del favor de la primera potencia, se apresuró a ofrecer el territorio de Colombia para sustituir a la base de Manta en Ecuador, cuyo cierre anunció Rafael Correa. La secuencia no pudo ser más grotesca: mientras el Pentágono se fijó en tres puntos de Colombia para establecer su fuerza, Uribe ofreció dos más y luego otras dos zonas navales ¡hasta siete bases!, ante el estupor de casi toda Latinoamérica.
El flanco más débil de Uribe reside en las zonas del paramilitarismo y el narcotráfico que ensangrentan Colombia desde hace decenios. Nada se le ha podido probar en este orden, pero nadie duda de su proximidad y parentesco con gente peligrosa. Su primo, Mario Uribe, que le hizo de escudero en su ascenso a la Presidencia, está procesado por sus vínculos con los paras, como la totalidad de su movimiento Colombia Democrática. Las amistades peligrosas de Alvaro Uribe han sido abundantes. Como muchas de sus actuaciones. Una de las más sonadas fue el homenaje de "desagravio" al general Rito Alejo del Río, procesado por espantosas masacres. Para el abogado Iván Cepeda, dirigente de la Asociación de Víctimas de Crímenes de Estado: "Uribe está implicado en un conjunto de hechos sin esclarecer, mientras varios de los que se ofrecieron como testigos están siendo asesinados y los dirigentes más importantes del paramilitarismo fueron extraditados a EEUU para que no hablaran aquí".
Antonio Albiñana
Público
El mimado ‘doberman’ del imperio americano
Orgulloso portaestandarte de la oligarquía colombiana, vinculado a las familias de notorios narcotraficantes y relacionado políticamente con los paramilitares, de Álvaro Uribe sólo sorprende que sea el niño mimado de los gobiernos occidentales. Presidente de una nación devastada por secuestros y asesinatos políticos, reino de los negocios de la droga y de los abusos policiales, todas sus arbitrariedades –incluidas sus maniobras para perpetuarse en el poder– son contempladas con benevolencia por los mismos que condenan vehementemente los “excesos populistas” de Chávez, Correa y Morales.
Pero más notable aún que esa hipocresía internacional es la escalada militar que vive Latinoamérica desde que llegó a la Casa Blanca el pacifista Barack Obama. Por primera vez en decenios, se ha perpetrado un golpe de Estado (en la Honduras que fuera sede de la odiosa Escuela de las Américas y que todavía hoy alberga una estratégica base de EEUU) y ahora el Pentágono se dispone a desplegar sus tropas por toda Colombia.
Está claro que Obama no podía dejar en el olvido su patio trasero –que Bush desdeñó mientras giraba a la izquierda como reacción a los desmanes dictatoriales que fomentó el Tío Sam–, y que Washington siente la imperiosa necesidad de recuperar parte del terreno perdido. Pero los pocos escrúpulos de la nueva ofensiva diplomática estadounidense hacia el Sur, confiada a Hillary Clinton, nos recuerdan que los virreyes de EEUU en América Latina siguen siendo hoy los mismos que designó la anterior Administración neocon.
Obama les está dejando hacer. Y esos creyentes en la guerra preventiva le pueden precipitar en un nuevo conflicto bélico por el exceso de celo de su doberman Uribe.
Carlos Enrique Bayo
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