viernes, diciembre 04, 2009

Ellos murieron por los más sagrados valores


Fragmentos del discurso pronunciado por Fidel en el Acto de despedida de duelo a nuestros internacionalistas caídos durante el cumplimiento de honrosas misiones militares y civiles, efectuado en el Cacahual, el 7 de diciembre de 1989

En Cuba, Revolución, socialismo e independencia nacional, están indisolublemente unidos.
A la Revolución y al socialismo, debemos hoy todo lo que somos. Si a Cuba regresara alguna vez el capitalismo, nuestra independencia y soberanía desaparecerían para siempre, seríamos una prolongación de Miami, un simple apéndice del imperio yanki, el cumplimiento de aquella repugnante profecía de un presidente de Estados Unidos en el siglo pasado cuando pensaban anexar nuestra isla y dijo que esta caería en manos de ese país como una fruta madura. Para impedirlo hoy, mañana y siempre, habrá todo un pueblo dispuesto a morir. De nuevo cabe repetir aquí ante su propia tumba la frase inmortal de Maceo: "quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha".
Los comunistas cubanos y los millones de combatientes revolucionarios que integran las filas de nuestro heroico y combativo pueblo, sabremos cumplir el papel que nos asigne la historia, no solo como primer Estado socialista en el hemisferio occidental, sino también como inclaudicables defensores en primera línea de la noble causa de los humildes y explotados de este mundo.
Nunca hemos aspirado a que nos entreguen la custodia de las gloriosas banderas y los principios que el movimiento revolucionario ha sabido defender a lo largo de su heroica y hermosa historia, pero si el destino nos asignara el papel de quedar un día entre los últimos defensores del socialismo, en un mundo donde el imperio yanki lograra encarnar los sueños de Hitler de dominar el mundo, sabríamos defender hasta la última gota de sangre este baluarte.
Estos hombres y mujeres a los que hoy damos honrosa sepultura en la cálida tierra que los vio nacer, murieron por los más sagrados valores de nuestra historia y de nuestra Revolución.
Ellos murieron luchando contra el colonialismo y el neocolonialismo.
Ellos murieron luchando contra el racismo y el apartheid.
Ellos murieron luchando contra el saqueo y la explotación de los pueblos del Tercer Mundo.
Ellos murieron luchando por la independencia y la soberanía de esos pueblos.
Ellos murieron luchando por el derecho al bienestar y el desarrollo de todos los pueblos de la tierra.
Ellos murieron luchando para que no existan hambrientos, mendigos, enfermos sin médicos, niños sin escuelas, seres humanos sin trabajo, sin techo, sin alimento.
Ellos murieron para que no existan opresores y oprimidos; explotadores ni explotados.
Ellos murieron luchando por la dignidad y la libertad de todos los hombres.
Ellos murieron luchando por la verdadera paz y seguridad para todos los pueblos.
Ellos murieron por las ideas de Céspedes y Máximo Gómez.
Ellos murieron por las ideas de Martí y Maceo.
Ellos murieron por las ideas de Marx, Engels y Lenin.
Ellos murieron por las ideas y el ejemplo que la Revolución de Octubre expandió por el mundo.
Ellos murieron por el socialismo.
Ellos murieron por el internacionalismo.
Ellos murieron por la patria revolucionaria y digna que es hoy Cuba.
¡Sabremos ser capaces de seguir su ejemplo!

Para ellos: ¡Gloria eterna!

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