lunes, noviembre 22, 2021

El “Día de la Militancia” y los 30.000 desaparecidos


El peronismo ha convertido al 17 de noviembre en el “día de la militancia”. 

Celebra el “primer retorno” de Perón a la Argentina, luego de 17 años de exilio. Es una rememoración acertada, pues, efectivamente, la “militancia” laboró por ese regreso, como salida al impasse terminal que el Cordobazo provocó en el régimen militar creado por el golpe de 1966. Perón volvió a Argentina como consecuencia de un pacto entre el jefe radical Balbín, el presidente militar Lanusse y Paladino, delegado de Perón. El pacto engendró ilusiones inimaginables en los círculos capitalistas, al punto que la Unión Industrial se disolvió por primera vez en la historia, para ingresar a la Confederación General Económica, un centro del ‘populismo’ y de la ‘sustitución de importaciones’, encabezado por un industrial ‘comunista’ –José Gelbard. La “militancia” operó como un auxiliar político de una operación del imperialismo, que los trabajadores habrían de pagar con la mayor tragedia de la historia.
 Como en la famosa farsa que sigue a cualquier tragedia, los Fernández conmemoran la fecha para que el macrismo los acompañe en la firma de un acuerdo con el FMI. Es lo que reclama el segundo punto del programa que exhibió la burocracia de la CGT, cuando desfiló para celebrar el 17 de octubre, un mes atrás 
 Aquel 17 de noviembre, miles de militantes intentaron acercarse al aeropuerto de Ezeiza, bajo las versiones de un encarcelamiento de Perón en el propio aeropuerto. El temor obedecía a que Perón llegaba a destiempo para postularse como candidato para las elecciones que se acababan de convocar. Perón, por el contrario, salió caminando del Hotel del aeropuerto, para liderar al día siguiente una célebre reunión multipartidaria en un restoran de Vicente López, que reunió desde el radicalismo al partido comunista. El “Gran Acuerdo Nacional” en pos de un relevo ordenado de la dictadura ingresaba en su recta decisiva. Como último recurso del Estado ante una insurgencia popular, se cerraba la ‘grieta’, en apariencia insuperable, que había nacido en el golpe del 55.
 Perón retornó a Madrid para volver seis meses más tarde, acompañado de un cortejo variopinto, en el que se destacaba Licio Gelli, jefe de la Logia P2, encubierto por los servicios italianos mientras preparaba un golpe de estado en esa península, contra el “acuerdo histórico” cristiano-comunista. El fascista pertenecía al círculo íntimo de Perón y tenía como agente, en la alcoba del futuro presidente, a López Rega.
 Esta vez, el 20 de junio de 1973, Perón no salió caminando: las patotas y los esbirros de la burocracia sindical, de la derecha y de los ‘gellistas’, impediría que la Juventud Peronista se acercara a los estrados instalados en las cercanías del aeropuerto. El retorno definitivo de Perón no es objeto de ninguna celebración, aunque también fue el fruto de la “militancia”. Lo que se celebra hoy, en 2021, es el aniquilamiento, primero político y después físico, de una militancia que operaba como furgón de cola de una operación de salvataje de contenido capitalista y anti-obrero.
 La criminal escalada de ese día contra “la militancia” fue el ensayo general de una política que el propio Perón se encargaría de concebir y promover cuando aún no había asumido la presidencia. Como relata Miguel Bonasso en uno de sus libros, en una conversación con el gobernador bonaerense Bidegain, Perón le señaló que la crisis nacional necesitaba de “un somatén” –así se llamaban los cuerpos parapoliciales fundados por el falangista español Primo de Rivera en 1923. A esa confesión, le siguieron reuniones y “circulares reservadas”, donde se diseñaron los propósitos y la estructura de las 3A. “La sombra de aquella charla se extendería sobre los cadáveres de Ezeiza”, concluye Bonasso, un militante que hoy no celebra nada. 
 Las 3A descerrajaron toda su furia criminal durante 1974 y 1975, y sólo fueron parcialmente frenadas durante la huelga general de junio y julio de 1975, que desalojó a José López Rega del gabinete. Las Tres A fueron el antecedente operativo de los “grupos de tareas” de la dictadura, y un semillero de los torturadores de los campos de detención. 
 El llamado día de la militancia, en definitiva, celebra al debut de un proceso político que condujo al asesinato de más de 1000 militantes hasta 1975, y la desaparición de otros 30.000 bajo la dictadura. La fantasía reaccionaria de la “comunidad organizada”, que reivindica el kirchnerismo, quedó al desnudo con el retorno de Perón. 
 Esto, que hoy es un recuento histórico, fue advertido por Política Obrera con anticipación. El único en toda la izquierda. 

 Marcelo Ramal 
 17/11/2021

No hay comentarios.: