lunes, diciembre 27, 2021

Burning: los incendios en Australia y las políticas extractivistas

El “verano negro” del 2019 es un llamado de atención. 

 Los incendios de Australia desde junio 2019 hasta mayo del 2020, pusieron de relevancia que Australia es la síntesis del dilema mundial respecto de los incendios forestales, el cambio climático y cómo influyen negativamente las políticas gubernamentales en función del capitalismo extractivista. Es lo que pone de relieve el documental “Burning”, producido por la plataforma Amazon Prime Video.
 Australia es el país modelo respecto las consecuencias de las producción capitalista tienen un fuerte impacto sobre un territorio. La extracción industrial del carbón, como recurso predominante en su economía, y los incendios generaron un aumento considerable en los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, incrementando el “efecto invernadero”. El tipo de clima en el país varía según las regiones: desértico, seco, tropical, parte de pradera; incluyendo entre sus variedades de flora bosques fósiles nativos, como eucaliptus y acacias, y fauna única en el mundo, como los canguros. Es decir, un territorio que condensa todos los condicionantes para que, ante un peligro tan grande como lo son los incendios forestales, sin políticas ambientales estrictas, arda y se descontrolen las quemas en cuestión de días, con pérdidas irrecuperables.
 “Burning” fue dirigido por Eva Orner, productora y directora de cine premiada por la Academia Australiana y un Emmy. A través de testimonios de sobrevivientes, personas involucradas en la resistencia de los incendios, investigadores e imágenes sensoriales desoladoras –como lo es el llanto de un koala-, el documental logra sintetizar el conjunto de catalizadores que llevaron a los incendios de 2019 como uno de los más graves en la historia de Australia y sus consecuencias. 
 El rojo del incendio, el sonido espeluznante del viento, la oscuridad total: figuras tan surrealistas como apocalípticas. El fuego se muestra como un animal depredador natural; las llamas de entre 15 y 20 metros, el microclima que se genera a partir de la cantidad de focos de incendios cercanos lleva a las tormentas eléctricas. Es decir, el efecto climático es trágico. Se quemaron más de 23 millones de hectáreas, más de 50 personas perdieron la vida, y cerca de mil millones de animales fallecieron. Pero no sólo hubo consecuencias inmediatas: el documental también refleja los problemas respiratorios, los casos de muerte fetal y el impacto emocional en los supervivientes. 
 La política extractivista en Australia, bajo la influencia de capitales multinacionales como Shell o Chevron, se ve hasta en las convenciones climáticas mundiales en las que el Estado opera para estas corporaciones. El activismo de la juventud que interpeló al primer ministro Scott Morrison –quien en medio del conflicto ambiental se tomó vacaciones- fue atacado en los medios de comunicación como adolescentes que tenían lavado el cerebro o sufrían “ansiedad climática”. Lo cierto es que fueron más de 300.000 adolescentes organizados en las calles durante enero de 2020, movilizados por todo el país y hasta interviniendo directamente en asambleas organizadas por ellos mismos, son un ejemplo para la juventud del resto del mundo. 
 “Burning” puede ser extrapolado a cualquier territorio que sufre incendios y pérdidas irrecuperables en los territorios. Especialmente por cómo operan las políticas económicas en favor del gran capital, cuyos intereses se contraponen la atención de las advertencias de científicos y expertos en el cambio climático. La desidia del Estado ocurre en nuestro país en Córdoba o la Comarca Andina en la Patagonia, implica que las emergencias climáticas solo sean declaraciones impostadas, sin adjudicación o efectivización de los presupuestos necesarios. 

 Julieta Rusconi

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