sábado, diciembre 25, 2021

Ucrania: la tentación de cruzar el Rubicón


En la antigua República de Roma, el cruce del río Rubicón hacia Roma, por parte de las legiones, se hallaba prohibido, para proteger a la capital de golpes de estado. El primero en violar esta ley fue Julio César. Así desató una guerra civil que terminaría con la destrucción de la República y su coronación como Emperador. El cruce del Rubicón significa un punto sin retorno. 
Desde hace años, lento pero seguro, la guerra en Ucrania se ha ido acercando a las orillas de su propio Rubicón. Desde principios de noviembre, comenzó a circular la versión de que Rusia había comenzado otra concentración de tropas, con el propósito de invadir Ucrania. En un primer momento, el propio ministerio de Defensa ucraniano negó estas versiones como propaganda psicológica orquestada por los rusos (Reuters, 1/11). No obstante, a los pocos días, Ucrania inició su propia movilización de tropas hacia las regiones del Este, que según el Kremlin estaría en el orden de los 125.000 soldados (Reuters, 1/12). Al poco tiempo, los mismos medios estadounidenses reportaron que los rusos estarían concentrando 175.000 soldados listos para invadir (Washington Post, 3/12). 
 Putin demanda garantías legales de que Ucrania no ingresaría nunca a la OTAN. La respuesta textual de Biden fue que él no acepta las ´líneas rojas´ de nadie (TASS 4/12). No obstante, entre lo que fue omitido y clarificado en los días posteriores emergen definiciones que apuntan a un intento de desescalar la situación. Por parte de EEUU se aclaró que el apoyo a Ucrania consistiría principalmente en fuertes sanciones económicas contra Rusia. La sola mención por parte de la flamante nueva ministra de Relaciones Exteriores de Alemania – del partido Verde, hostil a Rusia –, Annalena Baerbock, de que el gasoducto Nord Stream 2, recientemente terminado, podría ser bloqueado para presionar a los rusos (Der Spiegel, 13/12), provocó un salto automático en el precio del gas, para horror de los industriales alemanes y alegría de los rusos (RT, 14/12). Por otro lado, de acuerdo a fuentes norteamericanas, la membresía de Ucrania a la OTAN no se concretaría hasta dentro de por lo menos una década (Associated Press, 9/12). 
 Aún en este caso, una ´tregua´ de la Casa Blanca con Rusia no podría ser más que temporal. La estrategia del Pentágono para con Rusia no ha cambiado en tres décadas ni cambiará ahora por las necesidades coyunturales de un presidente perseguido por la debacle en Afganistán. Esa estrategia apunta a una eventual balcanización de Rusia por medio del uso de las sanciones económicas como un instrumento de guerra y la presión militar misma. Además, esta estrategia de larga data tiene un propósito adicional, que sería quitarle a China un aliado estratégico. China mira a Rusia como proveedora de los recursos que le serían negados por un eventual bloqueo naval norteamericano. Por lo tanto, la estrategia anti-china requiere desarmar la alianza sino-rusa, incluso mediante un cambio de régimen. Es otra manifestación de que la disolución de la Unión Soviética no es un proceso pacífico, ni respondió a una decisión ‘autónoma’ de la vieja burocracia stalinista. 
 En esta estrategia, la conversión de las ex repúblicas soviéticas limítrofes con Rusia en nuevas bases militares para la OTAN es un paso necesario. No hay ningún tipo de barrera natural que pueda servir como línea defensiva entre la frontera ruso-ucraniana y Moscú. El despliegue de misiles de ataque y/o armamento nuclear de la OTAN en Ucrania, constituiría un peligro existencial para el Estado Ruso, una suerte de crisis de misiles en Cuba a la inversa.
 Por su parte, desde el punto de vista de los intereses rusos, Ucrania tiene un sólo valor, que es el de servir como estado tapón. Pero en el caso de una ocupación de Ucrania, las tropas rusas terminarían en la frontera con Polonia; la OTAN reforzaría enormemente su presencia militar en los países bálticos y en la misma Polonia. Se entiende entonces que la opción militar aparece como último recurso para Moscú, porque implicaría abrir una Caja de Pandora. Tal vez por ello las versiones de un intento de golpe de estado en Kiev por parte de un sector pro ruso de la oligarquía no suenen totalmente descabelladas. El propio gobierno de Zelensky no logra hallar una salida a la crisis nacional de larga data. 
 Desde los tiempos soviéticos, la economía ucraniana -y sobre todo su sector industrial- estaba orgánicamente integrada a la rusa. La desaparición de la URSS y la restauración del capitalismo provocaron en Ucrania que la propiedad estatal de los medios de producción fuera reemplazada por una burguesía oligárquica de características absolutamente carroñeras. La economía ucraniana es la única de las ex-repúblicas soviéticas que no logró recuperar sus niveles previos a la separación de la URSS. El giro anti-ruso es entonces una suerte de último clavo en el ataúd para la economía nacional, ya que le quitó a esta el acceso al mercado que más necesitaba. Los rusos han podido replicar en sus propias fronteras las industrias (sobre todo militares) cuyos productos otrora importaban del país vecino. La esperanza de Kiev es que la integración a la UE pueda reemplazar el rol que antes tenía Rusia, pero esto no haría más que exponer a la propia industria, que acumula décadas de vaciamiento, atraso, desmanejo y quiebras, a una competencia que la supera en órdenes de magnitud en todo sentido. El importante sector agrario ucraniano quizás tendría algún tipo de esperanza pero las potencias de Europa occidental (sobre todo Francia) son muy proteccionistas con los propios. Por otro lado, Occidente tampoco está en posición de ayudar a Ucrania a fondo, ya sea porque no puede responder militarmente a una invasión rusa o porque no ve utilidad alguna en rescatar a la economía Ucraniana o bien porque de tener que elegir entre ésta y el gas ruso hasta ahora ha preferido el segundo. 
 Nos encontramos entonces con un impasse al cuadrado en la guerra de Ucrania. Pero la propia naturaleza y dinámica del impasse lo hacen insostenible. El curso político de Ucrania, siguiendo religiosamente a EEUU, la enfrenta a la tendencia a su propia desaparición como Estado unificado (oeste-este), ya no digamos “independiente”. 

 Leib Erlej 
 23/12/2021

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