Sin embargo, Netanyahu postergó durante semanas las negociaciones y el viernes propuso prorrogar la primera fase otros 42 días, manteniendo los canjes sin comprometerse a poner fin a la guerra. La fase 1 del acuerdo estuvo llena de provocaciones por parte del sionismo: bloqueó en gran medida la entrega de grúas, excavadoras, materiales de construcción, carpas y la ayuda acordada en virtud de los términos del alto el fuego. También solo autorizó con cuentagotas la salida de palestinos gravemente enfermos y mató más de 130 personas desde que éste entró en vigor, el 19 de enero. Nunca pensó avanzar a la segunda fase “que significa declarar el fin de la guerra. Eso nunca sucederá. Israel mantendrá la mayor ambigüedad posible”, confió a Ynet un alto vocero militar.
En los últimos días, varios miembros del gobierno azuzaron la reanudación de los bombardeos en un contexto en que la mayoría de la población considera correcto vaciar Gaza de palestinos (Hareetz, 28/2). El ministro de Defensa, Israel Katz, dijo que la mejor forma de recuperar rehenes es que “Hamás sepa que Israel está preparado para reanudar la guerra”. Y Nissam Vaturi, jefe de la bancada del Likud y vicepresidente del parlamento, pidió en sesión que se mate a todos los hombres de Gaza y que los niños sean separados de sus madres. Vaturi prometió pronto “convertir Yenín en Gaza” y deploró la “excesiva indulgencia” del gobierno con los gazatíes (MOM, 25/2).
En la misma línea, el general de brigada Amir Avivi afirmó que el próximo ataque a Gaza será decisivo para erradicar por completo a Hamas y liberar a los rehenes restantes. El tipo de ataque, aseguró, es de un tipo que aún no fue utilizado en los últimos 15 meses (Ynet 26/2).
A pesar de los bramidos fascistas, la prensa israelí desestima que los combates se reanuden inmediatamente porque “se entiende que Donald Trump quiere un acuerdo regional más amplio” y piensan avanzar en sintonía.
Netanyahu también pretende que Hamas entregue las armas y se autoexilie. Días pasados, uno de sus más veteranos dirigentes, Ismail Radwan, dijo que Hamas no pretende gobernar Gaza en soledad, sino que aceptaría un «consenso nacional» palestino sobre el órgano de gobierno que gobernaría tanto la Franja como Cisjordania y Jerusalén (Mondoweiss 2572). Sin embargo, puntualizó, el derecho a resistir la ocupación es innegociable, sigue siendo una «línea roja». Es evidente que Israel ha fracasado en su propósito de destruir a las milicias que, por el contrario, han reclutado miles de nuevos combatientes y se han ganado una enorme autoridad política en Cisjordania y en todo el mundo árabe.
Por otra parte, Egipto desestimó ásperamente la propuesta formal del líder de la oposición israelí, Yair Lapid, que pretendía que El Cairo tomara el control de Gaza por 15 años y timoneara la reconstrucción a cambio de cancelar su deuda externa de más de 150 000 millones de dólares.
En Tel Aviv
Este es el primer sábado en que no se libera a ningún rehén. La ruptura de las negociaciones pone al rojo vivo la relación de las familias de los rehenes con el gobierno Netanyahu. Los choques comenzaron muy temprano, cuando se hizo evidente que la prioridad del gobierno era la demolición de Gaza, aunque esto les costara la vida a los rehenes. Otro factor fue la negativa a crear una comisión que examinara las responsabilidades militares y del gobierno por “el increíble fallo de seguridad” que permitió el ingreso de cientos de milicianos a Israel.
Las familias de los 251 rehenes secuestrados el 7 de octubre representan a todos los sectores de la sociedad israelí y “se han convertido en un bloque poderoso que influye en la política israelí, aunque tienen opiniones diferentes sobre la guerra” (NYT 27/2).
Un puñado de familias se opone a cualquier acuerdo con Hamas, aunque eso signifique que sus parientes mueran en Gaza, pero la abrumadora mayoría exige un acuerdo que devuelva los rehenes a casa a cambio de un alto el fuego y la liberación de los prisioneros. Los choques ganaron en virulencia e incluso sitiaron la casa de Netanyahu. La policía israelí no tuvo empacho en reprimir más de una vez las manifestaciones y cortes de ruta de los familiares y de quienes los apoyan.
Los familiares, que se movilizaron durante toda la semana, han dicho de muchas maneras que consideran que retomar los bombardeos significaría la muerte segura de sus familiares y la pérdida de los cuerpos. Aunque pocos la mencionan, nadie ignora que el ejército israelí tiene una normativa -la doctrina Hannibal- que ordena matar a los propios con tal de evitar que caigan prisioneros. “Si todo el proceso se detiene ahora, la ira pública, contra Hamas y su propio gobierno, aumentará”, vaticina la BBC.
Tres de los cuatro rehenes devueltos el último miércoles murieron en cautiverio, “aunque se desconoce si en los bombardeos israelíes o a manos de sus captores”, dice El País (28-2) en una digna diferenciación del grueso de la prensa occidental y argentina, repetidoras automáticas de la campaña sionista contra Hamas urbi et orbi. Israel acusa a las milicias palestinas de torturas y de haber asesinado a los niños “con las manos desnudas” (sic) sin molestarse a explicar por qué los palestinos matarían a quienes son la llave maestra para postergar un nuevo ataque sobre Gaza o para liberar más prisioneros de las cárceles sionistas. Son mentiras de la misma calaña que los bebés decapitados y las mujeres violadas, denuncias que carecen de denunciantes, según la misma fiscal que lleva la causa en Tel Aviv.
Este jueves, Danny Elgarat, hermano de Itzhak, cuyos restos fueron devueltos el miércoles, prometió iniciar un juicio penal contra el primer ministro. Lo demandará como responsable de la muerte de su hermano. Durante meses, Danny lideró campañas para exigir un acuerdo y se convirtió en una de las primeras voces críticas contra el gobierno de Netanyahu, a quien acusó de “sacrificar a los rehenes en el altar de su coalición”.
El miércoles pasado, una multitud acompañó los funerales de la familia Bibas, que pidió expresamente que ningún funcionario se acercara al cortejo. También hubo concentraciones masivas en la Plaza de los Rehenes en Tel Aviv, con carteles de pésame y “cierren el trato ahora, tráiganlos a casa”.
Todos los discursos en el entierro apuntaron al gobierno. “Ahora no buscamos venganza”, dijo Ofri, tía de los niños. “En este momento difícil, seguimos exigiendo la devolución inmediata de los rehenes que aún están en cautiverio. No hay misión más importante que esta”. Muchos de los rehenes que siguen en Gaza son del mismo kibutz de los Bibas.
La familia también exigió al gobierno “que se calle” y no dé detalles sobre el asesinato de la mujer y los niños dado que la familia no ha recibido ningún informe oficial al respecto. “Solo digan que fueron asesinados” fue el reclamo, una fórmula que no explicita quién los mató. En noviembre de 2023, Hamas había informado que los tres habían muerto por los bombardeos israelíes. Los intentos de devolver los cadáveres fueron frustrados por el gobierno israelí.
La hermana de Shiri también acusó al gobierno y al ejército "que no estuvieron para la familia ese día y que tardaron tanto en traerlos de vuelta a casa". "Podrían haberlos salvado, pero prefirieron venganza. Perdimos. Nuestra imagen de triunfo nunca se hará realidad. Nuestra lucha contra los enemigos será eterna, pero siempre debemos santificar la vida, el respeto a los muertos, y nunca dejar a nadie atrás", sentenció.
El miércoles pasado, como parte de la campaña de victimización, Netanyahu pidió un minuto de silencio por los Bibas al acudir a testificar en su juicio por corrupción, según recogió el medio israelí Haaretz.
En Ginebra, el británico israelí Daniel Levy, que participó en las conversaciones de paz en los Acuerdos de Oslo II (1995), le contestó que era muy justo el minuto de silencio por los niños Bibas “como también lo sería un minuto de silencio por cada uno de los más de 18.000 niños palestinos asesinados en la devastación de Gaza por parte de Israel. Ese silencio se prolongaría durante más de 300 horas”.
Según Naciones Unidos, Israel asesinó a un niño cada diez minutos en Gaza, incluidos a los que hoy llora Israel y cualquier persona decente. Los últimos son por lo menos seis bebés que murieron debido al frío y a la falta de refugio y calefacción adecuadas, y otra beba en la zona de al-Mawasi. Su tío relató que la niña estaba sana pero que cuando su madre la tomó en brazos para amamantarla durante la noche la había encontrado "tiesa como una madera por el frío".
En Gaza, las familias siguen sacando cadáveres de entre los escombros, a veces con sus propias manos.
Olga Cristóbal
01/03/2025
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