lunes, octubre 29, 2012

Grecia: Un frente de izquierda y los sindicatos contra el fascismo



El diario Financial Times no se incomoda al advertir “sobre un alarmante ascenso de la violencia de ultraderecha” en Grecia, ni en citar la admisión del ministro de Orden Público y Protección Civil, de “que algunos oficiales podrían tener simpatías hacia el neo-fascista Amanecer Dorado”, que obtuvo el 7% de los votos en junio pasado y continúa ascendiendo en los sondeos de opinión. En realidad, el propio ministro es un encubridor del fascismo y un promotor de la colaboración de la policía con los fascistas.
Así lo testimonia él mismo cuando dice que “si la policía fuera efectiva, Amanecer Dorado no tendría razón de existir” (Financial Times, 19/10). O la policía ejecuta en forma cabal los objetivos del fascismo o éste encuentra justificación para llevar hasta sus últimas consecuencias los propósitos represivos de la policía. Los nazis griegos se han ido entrenando en la golpiza y el asesinato de inmigrantes y homosexuales, para impulsar el camino hacia la etapa superior de la guerra civil contra la clase obrera. Toda esta circunstancia delata la ficción democrática que representa el gobierno de la ‘doble Troika’ en Grecia: ‘doble’ porque de un lado tiene a la coalición de la derecha con el partido socialista y la Izquierda Democrática (esta última, una escisión de Syriza), y del otro al verdadero gobierno de Grecia, que forman el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo.
La lucha incansable para derrocar al gobierno del ‘ajuste’ feroz y de la entrega, y reemplazarlo por un gobierno de trabajadores, es obviamente la prioridad de los revolucionarios griegos. Grecia está siendo sometida a la mayor ‘reingeniería social’ capitalista de su historia, y sin precedentes en la de Europa. El objetivo es transformarla en una ‘zona franca’ del capital internacional, sin impuestos al capital y sin protección laboral. A diferencia de Irlanda, que ha servido al capital norteamericano para desarrollar una ‘competencia desleal’ al capital europeo, Grecia debería convertirse en una plataforma del capital europeo para disputar al capital norteamericano el Medio Oriente y parte de Asia -neutralizando las veleidades que alberga Turquía en esa dirección. Cuando la obra se encuentre completada, Grecia sería retirada de la zona ! euro (pero no de la Unión Europea), para que pueda financiar las exportaciones europeas con una moneda devaluada.
La lucha para aplastar al fascismo es, sin embargo, inseparable del objetivo estratégico, porque de paso quebraría a los aparatos de represión que se apoyan en los fascistas. Las fuerzas armadas de Grecia son las tutoras reales de las fuerzas policiales, con la bendición (activa) de la Iglesia ortodoxa. Esas fuerzas armadas son una sucursal de la Otan. El aplastamiento del fascismo plantea una lucha consecuente de las masas contra el gobierno, o sea la huelga indefinida y la formación de comités de huelga y de fábrica, por un lado, y una acción armada definitiva contra las bandas fascistas, por el otro, apoyada en esas masas en lucha. O sea, un frente único de los partidos de izquierda y de los sindicatos, para organizar batallones y milicias obreras. El desarrollo concreto de este planteo ofrece la posibilidad de atraer hacia la izquierda revolucionaria a los miembros m! ás enérgicos y combativos de la izquierda democratizante y del aparato sindical. La debilidad histórica del Estado en Grecia y los golpes mortales que le asesta la bancarrota capitalista, la privan del ‘lujo’ de una fuerza de represión socialmente satisfecha. De acuerdo con el mismo Financial Times: “como ocurre con el resto del sector público griego, los efectivos de la policía están siendo disminuidos en número. Menos de la mitad de los 52 mil oficiales del país ganan más de mil euros por mes y están enfrentando cortes salariales en aumento”.
Cinco meses después de las elecciones, las encuestas ponen en la cabeza de la opinión pública a Syriza -el partido de la izquierda ex estalinista, que plantea la formación de un “Gobierno de Izquierda”, con un programa de anulación del programa de ‘ajuste’, por un lado, incluido el rechazo a las privatizaciones, y, del otro, contradictoriamente, una firme defensa de la participación de Grecia en la Unión Europea. Esos mismos sondeos sellan el derrumbe colosal del Pasok, que se alternó en el gobierno de Grecia durante los últimos cuarenta años y puso a su servicio a la burocracia sindical y a la intelectualidad democratizante (una secta, El Militante, que reivindica para sí el ‘verdadero marxismo’, se ha visto obligada a transferir su ‘entrismo’ en Pasok a Syriza, evidenciando que es una marioneta de cola de la historia). Los observadores políticos coinciden en caracterizar que la dirección de Syriza busca adaptarse o acomodarse a las presiones del imperialismo -se cita como ejemplo de ello la reunión que mantuvo su líder, Alexei Tsipras, con el presidente sionista, Shimon Peres, en medio de la continua ocupación de territorios palestinos y el bloqueo a los barcos humanitarios a Gaza por parte de la armada sionista; así como sus repetidos viajes a Bruselas y París, para obtener de los adversarios del ajuste que insiste en imponer Angela Merkel, como serían el francés Hollande y el italiano Monti, un frente común por el ‘crecimiento’. No puede producir una sombra de sorpresa que Syriza se afane por ser aceptada por el capital mundial como “partido de gobierno”, porque ése ha sido su objetivo fundacional desde que inició el tránsito del estalinismo al eurocomunismo -en l! os ’70. La defensa del bloque imperialista que constituye la UE, forma parte de los genes del eurocomunismo. Esto no modifica un ápice, sin embargo, la importancia de un llamado a Syriza y a los sindicatos para organizar milicias para acabar con los fascistas, porque es precisamente una consigna de autodefensa, que permite, de paso, desnudar todas las contradicciones de la política democratizante y apaciguadora de aquéllos, y a los revolucionarios ir por la vía “del armamento del proletariado”. Syriza desearía poder realizar en Grecia un gobierno políticamente ‘viable’, como el de Lula o Chávez, y así lo dice en forma continua, pero es claro que se trata de ‘un sueño mediterráneo’. Lo único ‘viable’ en Grecia es un gobierno de trabajadores -se trata de desarrollar las condiciones políticas de esa viabilidad.
Es claro, para el lector de Prensa Obrera, que nuestro seguimiento apasionado de la lucha de los explotados de Grecia y de los duros desafíos que tiene la suerte de enfrentar la izquierda revolucionaria de Grecia (EEK), obedece a la enorme necesidad de aprender de su experiencia, para desarrollar mejor el partido revolucionario en las condiciones de Argentina, y las posibilidades que debería seguir ofreciendo el Frente de Izquierda.
Como internacionalistas, estudiamos todas las huellas que deja el proletariado en su lucha por la revolución socialista mundial.

Jorge Altamira

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