martes, octubre 23, 2012

Jordi Arquer, catalanismo y obrerismo



Cuando en nuestra historia socialista se habla de marxismo y cuestión nacional se cita siempre a Nin y Maurín, pero tendríamos que hacer también de Arquer, del que incluimos un soberbio texto en catalán.
Quizás haya llegado finalmente la hora de hablar largo y tendido de Jordi Arquer i Saltor (Barcelona 1906-Per­piñán, 1981), precoz líder del singular PCC, y luego del BOC y del POUM, y autor de numerosos artículos y algunos ensayos centrados en dicha temática. Arquer era empleado de comercio, y fue un di­rigente obrero del sector, lugar en que desarrolló sus actividades y preocupaciones como sindicalista en colaboración y debate con el anarcosindicalismo. Destacó como socio del CADCI y miembro de la sec­ción de Trabajo. Colabora en su órgano de prensa, Lluita, desde donde combatió los sec­tores más reformistas del nacionalismo catalán. Era muy joven cuando inició su militancia en las fi­las del republicanismo federal.
En 1923, Arquer colabora a La Tierra, órgano de la Unió de Rabassaires de Ca­talunya que dirigía Lluis Companys, y entre 1923 y 1926 escribió en Justicia Social, el portavoz de la Unió Socialista de Catalunya, siempre desde sus postulados nacionalistas. Ejemplo de sus inquietudes en este terreno será el folleto aparecido en 1934 L' evolució del problema agrari a Russia desde la servitud feudal al comunisme. Durante la Dictadura entra en contacte con el Estat Catalá que anima Francecs Macia, pero a partir de 1926-1927 se encuentra entre los principales animadores del núcleo revo­lucionario deI Ateneu Enciclopedic Popular de Barcelona que, entre otras actividades, organizaba unos seminarios de es­tudios marxistas, desde una posición eminen­temente cultural abierta, pero que se orienta hacia un posicionamiento cada vez más crítico con el nacionalismo que posterga la cuestión social. Durante 1928 entró en contacte con un grupo de obreros de vanguardia que funcionaba en Lleida, y en el verano del mismo año viajó a París, donde se entrevistó con Maurín.
Este mismo año fundó, junto con Doménech Ra­mon, Amadeu Bernadó y el luego también destacado poumista Rodes, que tenía una gran influencia en Lleida, el PCC cuya influencia era superior a la del exiguo partido oficial. El nuevo partido lo nombra secretario (con 22 años). Arquer es el que elabora los cuatro puntos de una declaración de principios tan escueta como precisa: materialismo histórico, lucha de clases, dictadu­ra del proletariado y derecho de Ios pueblos a Ia autode­terminación. O sea se reclamaba del marxismo (“el apoliticismo que predica –el anarquismo-, delante del ejemplo de los partidos comunistas cada día más fuertes, de la triunfante revolución rusa, nos hacer creer que los anarquistas están equivocados y que es necesario que los obreros tengan también su partido político para combatir también desde el Parlamento”), anteponía la lucha de clases a la cuestión nacional, reconocía la importancia de la dictadura del proletariado “que tanto espanta a los anarquistas aunque hay ya grandes núcleos de trabajadores que están conformes. La conservación del instrumento coercitivo del Estado para combatir a los contrarrevolucionarios se ha visto claramente con la experiencia soviética...” Pero también coloca en un primer término el derecho a la autodeterminación de los pueblos en un tiempo en que el PSOE sigue mostrando su rechazo, y que el partido oficial carece de la más mínima inquietud en este sentido.
Desde 1928 hasta finales de 1929, Arquer será uno de los colaborares habituales del semanario L Opinió. Su nombre es uno de que toman parte en la famosa polémica sobre el arraigo deI anarquismo en Cataluña y lo hace contra las posiciones de su amigo Joan Peiró. Arquer está de acuerdo en considerar que dicho arraigo fue totalmente indiscutible hasta 1917, y está de acuerdo con el criterio expresado por Ricardo Mella según el anarquismo es “inseparable del movimiento obrero” catalán. “Que los éxitos y las derrotas de uno, lo son también del otro. Difícil será que llegue la hora de divorciarse. Correrán la misma suerte por mucho tiempo”. Para Arquer dicha apreciación deja de ser enteramente cierta cuando la revolución rusa pone en marcha una nueva variante del sindicalismo revolucionario. Cree que desde entonces las “ideas sindicalistas que en Francia ya disputaban la hegemonía con los anarquistas no habían entrado todavía en nuestro movimiento social. Durante la guerra (1914-1918), sin embargo, las ideas del sindicalismo puro ya comenzaron a minar los vagos principios anárquicos. El socialismo no ha arraigado profundamente en Cataluña porque ha sido presentado sin su sentido revolucionario, como un método legalista y falto de combatividad...” En otro artículo (30-XI-1929) titulado El partido de mañana, precisa todavía más sus criterios, Habla de “crear el partido político obrero, organismo combativo y disciplinado, dotado de órganos de propaganda y elementos de agi­tación. Inflexible en Ia oposición contra la burgue­sía y más todavía contra todas les tendencias re­formistas del movimiento obrero”.
El 1930 fue un año especialmente activo, empezando por la edición El comunisme i la qüestió nacional i colonial, con textos de Le­nin, Stalin i Bujarin. Suya es la traducción (del francés), las anotaciones y la introducción. Acusado de injurias contra la monarquía, por una conferencia pronunciada a Vilafranca del Penedés, fue detenido en junio de 1930 y permaneció en prisión hasta el 25 de agosto. En octubre, en plena reorganización del movimiento obrero, toma parte en Ia asamblea constitutiva del Sindicato Mercantil (de cuya junta directiva formaba parte), y en la que sería nombrado de­legado del Sindicato en el Comité de la Confederación Regional de la CNT de Cataluña. En un ambiente en el que se percibe el surgimiento de una creciente efervescencia social, Arquer se manifestó abiertamente parti­dario de iniciar un proceso de unificación entre el PCC y la FCCB, que lideraba Maurín, pro­ceso del cual tenía de surgir el Partido Político Obrero. Así, a finales de noviembre de 1930 encabezó el grupo mayoritario de su partido que decidió unifi­carse con la FCCB y constituir el BOC aunque el congreso formal de unificación –que significó un salto cualitativo considerable para el comunismo autónomo- no tuvo lugar hasta el 1 de marzo de 1931.
Arquer fue el primer candidato por el BOC en las elecciones municipales del 12 de a­bril de 1931 por el distrito cuarto de Barcelona; función que volverá a ejercer en otras ocasiones como serán las elecciones al Parlamento de Cataluña (19-X-1932); en las elecciones a diputado a las Cortes (19-X-1933), así como en las municipales barcelonesas (14-01-1934), siempre con resultados más bien testimoniales. En abril de 1931 figuró también como redactor del semanario L' Hora; también era uno de los colaboradores habituales de La Batalla. En el BOC fue miembro del comité central y de su comité ejecutivo y formó parte de la comisión encargada de redactar la tesis nacional del par­tido. Al mismo tiempo era miembro de la Escuela Marxista y el responsable de impartir cursos so­bre historia de Ios movimientos político-sociales.
En su folleto De Pi i Margall al Comunisme (1931), Arquer desarrolla un análisis de la tradición federalista encarnadas por Pi i Margall y toma el pensamiento de éste como eI antecesor más preclaro de las ideas leninistas en el problema de las nacionalidades. Volverá sobre el mismo tema un año más tarde con Los comunistas ante el problema de las nacionalidades ibéri­cas, un opúsculo en el que argumentaba a favor del derecho a Ia autodeterminación de los pueblos y donde criticaba tanto las actitudes tradicionales de anarquistas y socialistas como del PCE. Al poco de instaurarse la República será junto con o­tros dirigentes bloquistas, uno de los firmantes de una carta abierta al general de la división de Catalunya, Eduardo López Ochoa, y en la que exigía la disolución de la guardia civil. A consecuencia de ello será procesado a finales de mes de julio, junto con Jaume Miravitlles por injurias a la guardia civil. En mayo tomará parte en representación del Sindicato Mercantil en la Conferencia Regional de la CNT (31-06-1931), donde defenderá los planteamientos de la corrientes bloquista expresados en su folleto El proletariado mercantil. Los anarcosindicalistas no le dejaran hablar, y al poco tiempo será expulsado de la CNT, no obstante esto no le impedirá participar en la huelga convocada en octubre de 1933.
En junio de 1931, Arquer encabezará la lista del BOC por Barcelona en las elecciones legislativas, y un mes después será nombrado para la delegación del BOC que tenía como objetivo viajar a Moscú con la finalidad de resolver las diferencias con la Internacional Comunista, pero el viaje no tendrá lugar, y las diferencias seguirán y Arquer fue uno de los líderes del BOC que más claro tuvo siempre la necesidad de una “autonomía” de cara a la Internacional. Durante el segundo congreso de la FCCB (abril, 1932), será uno de Ios redactores de la importante tesis sobre la cuestión nacional. En enero de 1934 será uno de los oradores como representante de Ios sindicatos ex­pulsados de la CNT, en el primer mitin que Ia Alianza Obrera celebró en el Palau d' Arts Deco­ratives de Barcelona, y que será algo así como el acto constituyente de éste movimiento obrero unitario. Por sus actividades durante las jornadas del 6 de octubre de 1934 en Barcelona, se vio obligado a pasar a la clande­stinidad. Impul­sor del Frente Único de Ios Trabajadores del Comercio, tuvo un papel dirigente en la huelga mercan­til de julio de 1936.
Olvidando antiguos rechazos antitrotskistas, Arquer aparecerá como un firme partidario de la creación del POUM, y fue uno de los asistentes a la reunión constitutiva y será uno de los componentes de su comité ejecutivo. Será una de las plumas del nuevo partido tanto en La Batalla como en La Nueva Era, y suyo es el artículo (febrero del 36) en el que se criticaba las concepciones estalinistas sobre el Frente Popular. Otro de sus trabajos fue la traducción al catalán del librito de Marx Crítica del Programa de Gotha, con prólogo de Maurín. Otra colaboración suya con Maurín fue su edición y prologo de las inter­venciones parlamentarias de éste, así como del folleto que recogía la polémica que Maurín-Carrillo habían mantenido en 1935. En 1937, cuando la campaña estalinista contra el POUM se va haciendo cada vez más agresiva, Arquer publicó Las interpretaciones del marxismo, en la que trata de ofrecer una explicación de las diferencias con el estalinismo.
Durante las jornadas de julio combatirá en Atarazanas, y será, ,junto con Manuel Grossi, el animador de la columna de voluntarios poumistas que se dirige hacia el frente de Aragón y tomó Tardienta y Sariñena, Fue comisario político de la División Lenin y se manifiesta partidario que la zonas aragonesas que estaban bajo el control de las milicias catalanas fueran incorpo­rada a Cataluña, En diciembre de 1936 participa al Pleno del Comité Central del POUM, qua se desarrolla durante la crisis del gobierno de la “Generalitat”, y firma el manifiesto del POUM delante esta crisis. También fue designado como uno de los redactores de la ponencia política y de la ponencia sobre las nacionalidades que se tenía que discutir en un congreso pendiente del POUM, que nunca llegaría celebrarse. En su opinión, dicho congreso “hubiera tenido enorme resonancia nacional e internacional. Incluso preparábamos para después un congreso de juventudes, de las JCI al que iban a asistir delegados de las juventudes de todos los partidos relacionados con el Buró de Londres y algunos de los cuales ya estaban entonces en Barcelona, como Willy Brandt. El comité ejecutivo del POUM tenía además el proyecto de mantener diversas reuniones con los delegados de los diversos partidos que formaban el Buró de Londres para discutir las posibilidades de creación de una nueva internacional, auténticamente revolucionaria, al margen de la II y la III. Pero todos estos proyectos se frustraron”.
Los acontecimientos de mayo de 1937 lo cogieron desprevenido en Valencia, donde actuaba como el representante del POUM ante el gobierno. Una vez los conoce, los caracteriza como “una explosión espontánea de la clase obrera frente a la minimización y el debilitamiento de la revolución, de las conquistas revolucionarias”. También llama la atención sobre la responsabilidad del ERC a través del consejero de gobernación, Artemí Aiguadé. A su parecer, “los ganamos militarmente y los perdimos políticamente (...) si la CNT hubiera querido nos hubiéramos apoderado de la “Generalitat”, porque Cataluña era de la CNT y del POUM. Nosotros habríamos continuado la guerra con todo el entusiasmo revolucionario”. De haberse impuesto “una coalición nacional del POUM, la CNT, la FAI (...) y la fracción izquierdista del PSOE y la UGT, en la que en aquel momento era fuerte Largo Caballero, y haber dado una nueva orientación revolucionaria a la guerra (...) habría obtenido el apoyo de la clase obrera revolucionaria de todo el mundo y si los comunistas se hubiesen puestos en contra habrían probado internacionalmente que no estaban por el triunfo de la revolución. Nosotros queríamos una guerra revolucionaria, ellos una guerra antifascista, nosotros queríamos un gobierno obrero, ellos una república burguesa”.
Tras la desaparición de Nin fue llamado para ocupar su cargo, el mismo que había ocupado con el naciente PCC. En aquel entonces, “mal informados, creíamos todavía que la URSS era una sociedad donde imperaba la solidaridad y la fraternidad, mientras que en 1937 ya sabíamos que la contrarrevolución había triunfado (...) y que el estalinismo, bajo la bandera del Frente Popular, trabajaba para ofrecer a la burguesía liberal el cadáver torturado de la revolución de los pueblos hispánicos”. Esta es seguramente su época más creativa, Solano cuenta que trato de crear una “comisión” para investigar el destino de José Robles, el traductor de John dos Passos, o escribiendo artículos de gran interés, por ejemplo sobre las jornadas de mayo. Detenido el 16 de junio de 1937 con el ejecutivo del POUM y trasladado a Valencia, quedará en libertad el 27 de julio porque el juzgado de Valencia no encontró materia delictiva contra él. En salir de la prisión formó parte del Co­mité ejecutivo clandestino del POUM y realizó ges­tiones a favor de Ios presos del POUM cerca del ministre del gobierno de la República Julián Zu­gazagoitia y del comité nacional da la CNT. Vuelve a ser detenido al día 29 de julio da 1938 y juzgado en octubre del mismo año, con el resto de los miembros de la dirección de este partido por el Tribunal Especial de Espionaje y Alta Traición. Condenado a once años de “segregación de la convivencia” por el cargo de “cómplice del delito” de rebelión, o sea por revolucionario.
Acabada la guerra, Arquer marchó hacia el exilio, primero a Francia y después a México, hasta que se estableció en París y en Perpiñán. Participa en un grupo de resistencia en Lyón. Pro­gresivamente desvinculado del POUM, durante un tiempo estuvo militando en las filas del MSC. Nunca dejó de escribir sobre los temas que más le preocupaban, e instalado en el Rosellón, Arquer colabora en numerosas revistas de exilio publicadas, en México como Mundo, Endavant, L'Insurgent, Quadern de l' Exili y La Nostra Revista, así como Oda a Sant Jordi y El futur de Catalunya i el deures politics de l´emigració catalana. Igualmente colabora en Resorgiment y Germanor, la primera publicada en Argentina y la segunda en Chile. Regresará en diversas ocasiones a Cataluña a partir de los años cincuenta, pero no será hasta 1977 que no residirá de una manera más estable. Bibliófilo empedernido, alba lo describe preocupado por recuperar los libros en medio de las luchas callejeras. Arquer dedicó buena parte de su actividad en el exilio a crear un archivo sobre la guerra y el exilio catalán que Pierre Broué reconoce en su libro sobre la guerra y la revolución española, como la principal fuente para su estudio sobre la guerra y la revolución española. También tomará parte en un grupo de resistencia en Lyón, hasta que marcha hacia México en 1942.
Durante la Transición, Arquer no consiguió identificarse con ninguna formación política. Una idea de por donde se orientaba sus proyectos se puede deducir de su tentativa por reconstruir BOC con componentes de las nuevas generaciones que se reclamaban por igual del marxismo y del independentismo catalán. Permaneció largo tiempo postrado por un cáncer incurable, y estaba ya agonizando cuando aceptó una aparición en la revista Interviú para un reportaje sobre Los que cayeron en las chekas, escrito por M. Villamuera, que ofrece la que sin duda fue sería su última declaración (y su última foto bajo la cual se inserta una frase bastante tajante: “Nunca habrá abrazo de Vergara con los responsables de la muerte de los poumistas”. Entre otras cosas acusa a un militante conocido comunista estalinista de haber participado de “uno de los suyos” y su “cadáver desnudo arrojado desnudo al Rhöne. Se apellidaba (Llibert) Estartús y su padre había sido abogado de la Unió de Rabassaires”; Llibert había sido uno de los militantes del BOC que engrosó en el PSUC en 1936.
Al fallecer, Arquer dejó inconclusas unas memorias, y ahora se sabe que mantuvo una interesante correspondencia con George Orwell…

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Catalanisme i obrerisme

per Jordi Arquer

El problema català no es pot dir que hagi tingut fins ara el suport de les masses obreres. Aquesta tardança és motivada essencialment a causa d’haver estat el desvetllament catala­nista promogut per la classe econò­mica dominant.
Passat el primer moviment romàntic-sentimental que es traduí en la nos­tra renaixença literària, la pèrdua de les colònies espanyoles, produí entre els industrials catalans un moviment de reacció contra el govern central que donà lloc al naixement del cata­lanisme polític. Aquest, controlat i di­rigit per !a «Lliga regionalista» actuà en dues direccions oposades. Ací, afalagava el sentiment catalanesc de la petita burgesia ‑desgraciadament força nombrosa- i fins de les classes populars amb una bandera de front únic: -«a la Lliga hi cap tothom»‑ dient-los que els homes de la «Lli­ga» quan es trobaren a Madrid, obli­daren que eren homes d'un partit determinat, per convertir-se en repre­sentants de tot Catalunya. Aquestes eren les paraules. Els fets, però, divergien completament d'aquest enun­ciat. Davant del Govern central, la «Lliga» feia cotitzar-se la direcció del moviment català per obtenir privile­gis econòmics de «classe», a l'ensems que col·laborava en els ministeris i ajudava el govern a reprimir el mo­viment social. Aquesta segona direc­ció de l'actuació de la «Lliga» contra el nostre obrerisme és la causa que el catalanisme no s'hagi bifurcat lògica­ment, en dues direccions.
Els obrers, en lloc de procurar prendre a les seves mans el moviment català que a mans de les dretes esde­venia lògicament reaccionari -Sants Jordis i Morenetes, llònties, cera, Jocs florals i sardanes, misses i comunions, Pomells de Joventut, banderes beneï­des, sometents, salaris baixos i divi­dends grossos, tot sintetitzat en la fór­mula: «Monarquia? República? Cata­lunya-, i donar-li el matís revolucio­nari i proletari que ha pres última­ment, empraren la mala tàctica de combatre'l, no pel que tenia de cata­là, sinó pel que tenia de reaccionari.
I aquesta adversió dels obrers pel catalanisme fou hàbilment aprofitat pel Govern que per mitjà de Lerroux desféu el moviment obrer i retardà la seva incorporació al moviment català. El divorci entre el catalanisme i l’obrerisme li servia al Govern per a calmar tota Espanya davant del perill separatista i dir des del Congrés que el catalanisme era un problema artificial agitat i mantingut per minories i que no interessava al poble.
Però davant del fet de la Dictadu­ra engendrada en part per la gran burgesia catalana, catalanisme i obre­risme han estat combatuts pel mateix Govern, i això ha fet reaccionar els obrers que s'han incorporat al movi­ment català, prenent-lo -en l'expres­sió més radical- de mans de les dre­tes.
I avui, sortosament, la gent ja s’ha donat compte que el problema nacio­nal forma part del problema social.
I que els pitjors enemics de Catalunya són precisament els capitalistes cata­lans.
El catalanisme és un fet biològic indestructible i que té la seva base en la catalanitat, ben arrelada, en la consciència del nostre poble. El que cal, és que aquest moviment sigui dirigit per obrers, en representació de la gran massa explotada, ja que aquests no confondran Catalunya amb l'aranzel ni amb una missèrrima qües­tió de finances.

( “L'Hora”, núm. 6, 4 de febrer de 1931, p. 6. AHCB)

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