martes, agosto 30, 2016

El encuentro del Águila y el León



Apuntes sobre el encuentro de Trotsky y Breton en México en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, último exilio del revolucionario, donde más tarde fuera asesinado por un agente del stalinismo.

En marzo del año 1986, Gérard Roche publica en el número 25 de la revista Cahiers León Trotsky, un trabajo en el que relata el encuentro entre León Trotsky y el poeta fundador del movimiento surrealista, André Breton. El encuentro sucedió en 1938, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, en México, última morada en el exilio de Trotsky, donde un par de años más tarde, fuera asesinado por el agente del stalinismo, Ramón Mercader.
Determina Gérard Roche: “Pocos encuentros han arrojado una luz tan viva, al punto de entrar en la leyenda, como el encuentro entre Trotsky y Breton en México en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Aquel hombre del que un periodista mexicano describe el rostro “de trazos enérgicos”, la “abundante melena de león”, de quien emana una “dinámica interior”, está entonces en la cima de su madurez de poeta y de jefe incuestionado del movimiento surrealista, cuyas bases teóricas había sentado a principios de los años 20. Trotsky, la “joven águila” de la revolución rusa, según la expresión del crítico americano Edmund Wilson, el par de Lenin, el prestigioso jefe del Ejército Rojo, vive para entonces su último exilio, acorralado y amenazado cada día por los asesinos de Stalin. Es un hecho notable que en el momento más trágico de la entreguerra, cuando triunfa el fascismo y se perpetra uno de los más grandes crímenes de la historia con los procesos sangrientos de Moscú, pero también igualmente en el momento más negro de su vida personal, Trotsky se incline nuevamente hacia los problemas artísticos. En agosto de 1939, Trotsky escribe que “es bueno que sobre la tierra exista no sólo la política, sino también el arte. Es bueno que el arte sea inagotable en su virtualidad, como la vida misma”.
Breton y su compañera, Jacqueline Lamba, arribaron a México a mediados de abril de 1938 como corolario de un proceso político signado por algunos conflictos contra el pacifismo del Partido Comunista Francés (PCF) y con la Internacional Comunista. Así se acerca a Trotsky y a la Oposición de Izquierda que llamaban a pelar por un frente único contra el fascismo y la guerra. En el año 1934 se opone a la expulsión de Trotsky de Francia y rompe con el PCF. No obstante esto, el artista surrealista reivindica en el trabajo colectivo Du temps que surréalistes avaient raison (De la época en que surrealistas tenían razón), las ideas de Trotsky en sus escritos de los años 20 sobre arte y literatura.

México maravilloso

Cuando Trotsky recibe a Breton en la casa azul de Coyoacán, está informado de su evolución. Entiende rápidamente el interés que representa la llegada de este aliado e invita a los redactores de la reedición de la revista Partisan Review a entrar en contacto con el artista francés: “André Breton, la cabeza reconocida del surrealismo, está ahora en México. Como ustedes sabrán seguramente, tanto en el plano artístico como en el político, él no sólo es independiente del stalinismo, sino que le es claramente hostil. Tiene sinceras simpatías por la IV Internacional”.
A lo largo de su estadía en el México maravilloso, el León, que encontraba en su paisaje en la mezcla de razas “el lugar surrealista por excelencia”, en los encuentros con el Águila, discuten acuerdos y diferencias, autores, Nicolái Gogol, Emile Zola, Joris-Karl Huysmans, Louis-Ferdinand Céline, Jules Romains, William James, y cuántos más habrán sido.
Gérard Roche plantea que estas apasionadas discusiones, “no estuvieron exentas de escaramuzas ni de incidentes” y que, la divergencia más seria, “concierne al azar objetivo, concepto clave de la búsqueda surrealista”. Breton lo define como “la forma de manifestación de la necesidad exterior que se abre un camino en el inconsciente humano”, y Trotsky objeta esta definición de azar objetivo, “que no alcanza a conciliar con su propia concepción del materialismo dialéctico”, y teme que en Breton, desemboque en el misticismo:
- “Camarada Breton, el interés que usted le otorga al fenómeno del azar objetivo no me parece claro. Sí, sé perfectamente que Engels había hecho uso de esa noción, pero me pregunto si, en vuestro caso, no hay otra cosa. No estoy seguro de que usted no tenga la preocupación de mantener –(dijo) mientras sus manos delimitaban un pequeño espacio en el aire- una pequeña ventana abierta hacia el más allá”. No había terminado aún de justificarme, cuando él continuó: “No estoy convencido. Y, por otra parte, usted ha escrito en algún lado... ah, sí, que estos fenómenos presentaban para usted un carácter inquietante.
- Perdón, le dije, yo escribí: inquietantes en el estado actual del conocimiento, ¿quiere usted que lo verifiquemos?” Se levantó bastante nerviosamente, hizo algunos pasos y volvió hacia mí: “Si usted dijo... en el estado actual del conocimiento... no tengo más nada que responder”.

Manifiesto por el Arte Revolucionario Independiente

De este encuentro surge el MARI, Manifiesto por el Arte Revolucionario Independiente, escrito por Breton y corregido por Trotsky, aunque nació, de la discusión entre ambos y el artista Diego Rivera, en la perspectiva de reagrupar a los artistas que no querían quedar atados a las dos opciones que se presentaban frente al fascismo, que, justamente eran el régimen stalinista y el liberalismo burgués. El MARI, demostraría que la relación entre trotskismo y surrealismo en el marco de la proximidad de la segunda guerra, con el trotskismo perseguido por el stalinismo y el fascismo, aún estaba vigente.
No fue por un camino cercado de azahares y rosas que se llegó a esa instancia. Cuando Trotsky solicitó a Breton la redacción de un proyecto de manifiesto que pueda reagrupar a esa vanguardia, el artista, no logra hacerlo. Cuenta Gérard Roche, “En la ruta de Guadalajara, en medio del viaje, Breton es obligado a descender del auto que encabeza la caravana”. El retraso del León surrealista había provocado el enojo del Águila que, luego de unos días se apaciguó y repusieron la cálida relación, aunque sintió la necesidad de manifestarse acerca de su inhibición, en una carta a Trotsky, escrita en el barco que lo llevaba de regreso a Francia.
Sigue Roche, “El proyecto que Breton presentó finalmente a Trotsky, escrito en tinta verde, fue discutido y modificado en el curso de varias sesiones. Trotsky recortaba el manuscrito de Breton, pegaba en su propio manuscrito dactilografiado los pasajes que se habían seleccionado en la discusión, que él mismo corregía a mano”.

La mirada del águila

La última cita entre Breton y Trotsky, cuentan, fue muy cálida. La segunda guerra se aproximaba y Breton tenía en claro que podría ser reclutado no bien llegara a Francia. Jean Van Heijenoort, secretario, guardaespaldas y traductor del dirigente de la Revolución Rusa, relató los últimos momentos entre estos dos hombres apasionados: "Mientras estaban a punto de separarse en el patio soleado de la casa azul de Coyoacán, en medio de los cactus, los naranjos, las Santa Rita y las estatuas, Trotsky fue a buscar a su escritorio el manuscrito común del manifiesto y se lo dio a Breton. Breton se emocionó mucho. Era, por parte de Trotsky, un gesto inusual, único incluso durante todo el tiempo en que yo había vivido con él”.
Breton llega a Francia con el compromiso de poner en pie la Federación Internacional del Arte Independiente (FIARI). Rápidamente reúne hacia fines de septiembre de 1938, a unos sesenta intelectuales, artistas y escritores, que le dan su adhesión, aunque también hay ausencias. A la vez, Trotsky intenta acelerar el proceso en México, pero los resultados son pobres. Diego Rivera falta a la cita porque que está enfermo y deprimido. Las cosas se dilatan en los Estados Unidos, más una discusión triangular entre París, Nueva York y México, y diferencias entre algunos pasajes del Manifiesto, relacionados con el psicoanálisis, retardan el proyecto. Breton, es afectado por la ruptura entre Trotsky y Rivera.
A pesar que luego, Breton se alejará de las ideas de la IV Internacional, nunca renegó del Manifiesto y mantuvo su admiración por el Águila. Al cumplirse el 40º aniversario de la Revolución de Octubre en 1957, escribió evocando la mirada de Trotsky: "guardar fidelidad a una causa, la más sagrada de todas, la de la emancipación del hombre... Nada logrará extinguir a una mirada tal y la luz que de ella se eleva, de la misma manera que el Thermidor no pudo alterar los rasgos de Saint-Just".
“Es bueno que sobre la tierra exista no sólo la política, sino también el arte. Es bueno que el arte sea inagotable en su virtualidad, como la vida misma”. (León Trotsky)
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Gabriela Rub Boyadjian
@gabyrub_

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