lunes, noviembre 23, 2020

Armando Acosta Cordero: Una vida dedicada a la Revolución


Al lado del Che, su jefe en la etapa insurreccional. 

 Hace 100 años nació este luchador por las ideas del socialismo en Cuba y destacado guerrillero durante la etapa insurreccional, como lo calificó Fidel .
 Solía afirmar que fue una decisión propia la de marchar a la Sierra Maestra. No lo hizo en representación del Partido Socialista Popular (PSP, comunista) –al cual pertenecía–, como algunos han aseverado erróneamente. Un amigo de la infancia, quien ostentaba grados en el Ejército batistiano, le alertó unos días después de la Huelga del 9 de Abril que su nombre aparecía en una lista de opositores al régimen, enviada por altas esferas gubernamentales con la orden expresa de asesinarlos. Desde su natal Sancti Spíritus, marchó precipitadamente hacia La Habana. 
 A la casa de la madre de su primogénito, en Guanabacoa, acudió a detenerlo el jefe de la Policía, el sanguinario Pilar García, pero no lo encontró. Convenientemente disfrazado, Armando Acosta viajó hacia Manzanillo, donde halló refugio, según testimonio familiar, en casa de su amigo, el poeta Manuel Navarro Luna. Militantes comunistas, partidarios de la lucha armada, contactaron con el Movimiento 26 de Julio y el espirituano pudo enrumbar hacia el lomerío.
 A través de Teté Puebla logró entrevistarse con Fidel, a quien no le ocultó su ideología y afiliación política. El Comandante en Jefe lo envió donde el Che. El argentino le sugirió que ocultara su identidad bajo un nombre de guerra. Al respecto, Acosta le aclararía a un periodista: “Te podrás imaginar que la propaganda contra el comunismo era muy fuerte y una gran parte de la población lo veía como un imponente y terrible fantasma, por tanto yo no podía aparecer con mi nombre y esa es la causa por la que llego a la provincia de Las Villas en la invasión con el de Erasmo Rodríguez”. 
 El Guerrillero Heroico, al hablarle sobre el plan delineado por Fidel acerca de enviar columnas rebeldes a la región central del país cuando se dieran las condiciones, le subrayó al espirituano la necesidad de enrolarlo en una de ellas, debido a sus estrechas relaciones con el movimiento obrero de la mencionada región. Por ello, cada vez que se incorporaba un miembro del PSP de ese territorio, como fue el caso de tres villareños a finales de julio de1958, Acosta se lo presentaba al Che. Uno de ellos, Medardo Cabrera, relataría años después: “El Comandante Guevara tomó la decisión de enviar a Borrell y a mi hermano para la Escuela de Reclutas de Minas de Frío y, conociendo de mi preparación militar por haber estado en el otro Ejército, me incorpora directamente a un pelotón de la Columna”.

 Excelente orador 

Armando Acosta, a la dereha, durante una visita con Fidel al Pico Turquino en los años 60. Celia puede verse al fondo. Durante una visita con Fidel al Pico Turquino en los años 60. Celia puede verse al fondo. Armando Acosta Cordero nació en Taguasco, entonces perteneciente al municipio de Sancti Spíritus, en la antigua provincia de Las Villas, el 15 de noviembre de 1920. A los ocho años abandonó la escuela y se puso a trabajar en las escogidas tabacaleras. Niño aún se vinculó con el movimiento obrero y participó en huelgas. En 1938 ingresó en el Partido Comunista. El líder sindical Jesús Menéndez pronto se fijó en él por su inteligencia y combatividad, y comenzó a darle responsabilidades. Entre ambos se forjó una estrecha amistad.
 Dicen que una vez a Menéndez lo cogió la noche en Taguasco y Armando lo llevó a su casa. Sus padres rechazaron al dirigente proletario porque era negro. “Si Jesús no puede entrar en la casa yo también me voy”, dijo a sus progenitores, quienes se vieron obligados a admitirlo. Con el tiempo el General de las Cañas se ganó el respeto y afecto de ellos. 
 Aseguraba mi padre, el periodista radial Pedro García Yanes, quien ejerció parte de su carrera en Santa Clara, que Acosta era un excelente orador: “Y para que sepas, creo que ni aprobó el tercer grado”. Coincidente con él, Enrique Acevedo ha relatado que, ya la Revolución en el poder, ante una multitud manipulada por contrarrevolucionarios solapados, “Armando comienza suavemente, se inspira y con una brillante pieza oratoria llama a la cordura, a tener fe en la Revolución, a tener confianza en Fidel. Hace un recuento de las medidas tomadas en favor de los desposeídos. Hay un silencio total en la plaza, el mensaje va llegando, ya algunos bajan los cartelones más agresivos. Al final clama por lo que debe ser la palabra de orden en esos momentos: la unidad. Al oír la salva de aplausos, suelto un suspiro de alivio”.

 Hacia Las Villas

 Acosta partió de El Jíbaro como soldado de la columna invasora número 8 Ciro Redondo comandada por el Che. Lo asignaron al pelotón #5 bajo el mando del capitán José Ramón Silva. De acuerdo con el testimonio de César Alba, también integrante de esa tropa, en tierras camagüeyanas lo ascendieron a teniente y le entregaron el mando de una escuadra. En el homenaje que le brindaron los CDR (2005) –por su destacada labor en los años 80 al frente de la organización–, junto a Raúl, Guillermo García, Machado Ventura y el entonces coordinador de esta organización, Juan José Rabilero. Armando Acosta, en el homenaje que le brindaron los CDR (2005) –por su destacada labor en los años 80 al frente de la organización–, junto a Raúl, Guillermo García, Machado Ventura y el entonces coordinador de esta organización, Juan José Rabilero. 
 El paso de la columna por suelo agramontino fue lento y penoso, no solo por el hostigamiento continuo del Ejército batistiano, sino porque la dirección provincial del M-26-7, incumpliendo las orientaciones de Fidel, no los aprovisionó durante el recorrido ni siquiera les proporcionó guias ni información sobre los movimientos del enemigo. 
 Al llegar la tropa a la zona del central Baraguá, las fuerzas gubernamentales intentaron cercarla aprovechando la línea del ferrocarril que va desde la fábrica de azúcar a Júcaro. Los revolucionarios necesitaban urgentemente un práctico que los sacara de la zona. El Comandante Guevara consultó con sus oficiales acerca de aquién enviar a Ciego de Ávila a contactar con el PSP. Acosta Cordero le propuso a Medardo Cabrera, quien conocía a militantes en esa ciudad y tenía una larga experiencia en el clandestinaje. La vida le dio la razón. Cabrerita no solo halló un guia y provisiones conseguidas por sus correligionarios, sino que logró dialogar con la dirección de su partido en Las Villas, que se preparó para la llegada de la columna.
 El 12 de octubre el Che y sus hombres atravesaron el río Jatibonico, entonces el límite entre las dos provincias. Los invasores habían cumplido la encomienda de Fidel de llegar a la región central. 

 El comandante 

Ya en territorio espirituano, de acuerdo con el testimonio de César Alba, Acosta fue ascendido a capitán por el Guerrillero Heroico, quien le ordenó operar en la zona de Taguasco. El 19 de diciembre el argentino le asignó una misión más compleja: atacar la ciudad de Sancti Spíritus con unos 120 efectivos, la mitad mal armados. Armando Acosta en un juego de pelota con el Comandante en Jefe, Augusto Martínez Sánchez y José Llanusa. En un juego de pelota con el Comandante en Jefe, Augusto Martínez Sánchez y José Llanusa. 
 “Organicé la tropa, efectué una operación envolvente y tomé la ciudad –contaría a un periodista. Cuando culminé la acción, fui hasta Placetas, que el Che recientemente había tomado. Él se entusiasmó mucho y fuimos juntos para Sancti Spíritus donde pronunció un discurso y entonces me dijo: ‘Creo que te puedo ascender a comandante’. 
 “Yo no le dije nada porque me cogió de sorpresa, pero cuando terminó la guerra me mandó a llamar y fui con los grados de capitán. Conversó conmigo y dijo: ‘Yo creo que eres el único hombre en esta Revolución que no quiere ser comandante’. Mandó a buscar a su ayudante y me entregó las estrellas”.

 Revolución en el poder 

Tras el triunfo del 1º de enero de 1959, se le encomendaron diversas responsabilidades: segundo al mando de las fuerzas acantonadas en La Cabaña; la construcción de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en el Caney de las Mercedes, hoy provincia de Granma; la jefatura de las fuerzas tácticas del Ejército Rebelde en la región central del país; el cargo de primer secretario del Partido en la antigua provincia de Oriente. Miembro fundador del Primer Comité Central del PCC constituido en 1965; en los años 70 se le designó la dirección del Departamento de Organizaciones de Masas de ese organismo.
 Fue electo diputado a la Asamblea Nacional, integrante del Consejo de Estado y miembro suplente del Buró Político. En 1980 asumió como Coordinador Nacional de los CDR. 
 Falleció el 6 de octubre del 2009 y sus restos fueron depositados en el panteón del Frente Norte de las Villas, al pie del Mausoleo del Comandante Ernesto Che Guevara. En una ocasión, al designarle al frente de una delegación cubana a Laos, Fidel lo calificó de “veterano luchador por las ideas del socialismo en nuestro país, dirigente de los obreros azucareros en las grandes luchas que precedieron al proceso revolucionario, combatiente en nuestras guerrillas de la Sierra Maestra y compañero que, a las órdenes de nuestro inolvidable Comandante Ernesto Che Guevara realizó con él la invasión de oriente al centro de nuestra Isla”. 

 Pedro Antonio García 

 Fuentes consultadas:

 Los libros Una mancha azul hacia el occidente, de Luis Rosado y Felipa Suárez; Guajiro, de Enrique Acevedo; y Del cerco de Baraguá al monte Hilario, de Roberto Yera y Alexis Pérez. 
El texto periodístico Cuanta historia acumulada, de Yolainis Cárdenas.
 Testimonios de familiares y compañeros de lucha recogidos por el autor de este trabajo.
 Documentos y testimonios localizados y gentilmente cedidos por Rafael Alcántara.

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