Javier Milei no se puede quejar: huérfano de diputados, senadores, gobernadores propios, cada vez impone con más holgura su agenda. En un parlamento dominado ampliamente por la oposición, ya ni siquiera debe apelar a los vetos -como hizo con los jubilados y la universidad- cuando no acuerda con lo que ahí se vota. En las últimas semanas se han caído sesiones especiales convocadas por la oposición porque dentro de los bloques de los mismos convocantes se produjeron deserciones a la hora de garantizar el quórum para funcionar.
¿De dónde viene la capacidad de Milei de imponerse a partidos que han sustentado el poder durante décadas? De que el conjunto de esas fuerzas políticas tradicionales comparten lo esencial de la agenda del liberfacho. Y el papel central en el sostenimiento de Milei lo juega sin ninguna duda el peronismo en todas sus variantes. En primer lugar la burocracia sindical.
La CGT de Milei
Es más que evidente que hay un acuerdo entre los burócratas de la CGT y el gobierno. El martes se cayó la pretensión de Martín Tetaz de la UCR de hacer una sesión especial para que salga el despacho de reforma sindical y laboral que no logra los votos en la Comisión de Trabajo porque el bloque de La Libertad Avanza no acompaña. De esa manera quedó fuera la pretensión de impedir las reelecciones indefinidas en los sindicatos y el aporte compulsivo a los no afiliados, que afectaba a los burócratas. La burocracia les está garantizando a las patronales la reforma laboral –como lo había dicho Barrionuevo- gremio por gremio, fábrica por fábrica, sin necesidad de apelar a una ley general.
Esta contribución de la burocracia es fundamental para mejorar la productividad a costa de una mayor superexplotación del trabajador, modificando jornadas laborales, ritmos de producción, dotaciones, tareas, etc. El acuerdo de los gremios de Aerolíneas Argentinas con el gobierno es un caso testigo; su puesta en marcha no solo implica un régimen laboral que barre con conquistas de convenio sino que abre el camino para producir despidos masivos -500 pilotos por ejemplo-, y acerca más la privatización, que ya tiene despacho en Diputados. En muchos lugares de trabajo la dictadura patronal se impone con el aval de la burocracia.
Daer salió no hace mucho a asegurar que no habría ningún paro contra el gobierno y planteó la necesidad de un diálogo tripartito que incluyera a la patronales. ¿Cuál sería la agenda? El gobierno ya reclamó poner un freno a las actualizaciones salariales; las patronales quieren profundizar la reforma laboral y bajar el “costo laboral” -como salida a los reclamos de mejorar la competitividad ante la negativa del gobierno a devaluar- y una rebaja tributaria. La burocracia no solo se postula para impedir que la agenda y los reclamos de los trabajadores cobren fuerza, sino para defender un programa de los capitalistas.
Milei, basura, vos sos la dictadura… del capital
La colaboración del peronismo no se limita a la burocracia. Un papel clave lo juega el kirchnerismo y sobre todo Cristina Fernández de Kirchner. El “reto” de Máximo a sus seguidores por “patalear” frente a los vetos no se reduce a una táctica que privilegia concentrar fuerzas en las elecciones del año que viene en detrimento de la lucha. Es más profundo. Hay una concordancia en la esencia de la política mileísta.
Cristina fue explícita en defender la necesitad de la reforma laboral, de poner un coto a las organizaciones sociales, avanzó en la defensa del “equilibrio fiscal” –hecho a costa de un salvaje ajuste que aumentó la pobreza-, y agregó la necesidad de la “eficiencia” del Estado. Incluso en el terreno “ideológico”, el de la “batalla cultural”, Cristina se postuló como una verdadera trumpista cuestionando el trumpismo del “idiota” de Milei.
En un acto en Rosario, cuando sus seguidores cantaban “Milei, basura, vos sos la dictadura”, CFK salió a amonestarlos. Milei no es la dictadura, Milei es un presidente de la democracia, por eso tiene derecho, según Máximo, de vetar el aumento a los jubilados o a las universidades.
Los rasgos fascistas de Milei, de sus seguidores, de sus “Fuerzas del cielo”, su autoritarismo, la pretensión de barrer con derechos, de imponer un control ideológico –todo lo que implica una modificación del régimen político- se desenvuelven en el marco de la “democracia”. La reforma laboral antiobrera se hace con el concurso de los sindicatos, no con el método de la guerra civil propio de un régimen fascista. La persecución a los luchadores, la condena al derecho a organizarse, el protocolo de Bullrich hostigando la movilización popular, además de un despliegue represivo en las calles, cuenta con los fallos judiciales del actual régimen político, los mismos que hacen la vista gorda frente a los ilícitos que involucran a los capitalistas. El fallo de la cámara de apelaciones –macrista- acusando a los compañeros del Polo Obrero de extorsión y coacción por impulsar y organizar movilizaciones y la decisión del juez de cerrar la instrucción para elevar a juicio la causa a los ¡7 meses! de iniciada es la muestra más alevosa del carácter reaccionario y de clase de la justicia, plagada de macristas, peronistas, radicales, etc.
Cristina no quiere que se “ensucie” a Milei acusándolo de ser la dictadura, para defender la verdadera dictadura que se esconde detrás de las formas democráticas: la dictadura del capital.
La fiesta capitalista
Lo que une a Milei con Cristina, con la burocracia, con la oposición dialoguista –que se está inmolando en aras de la gobernabilidad- es seguir la voz de orden de los capitalistas, los mismos que gobernaron con el peronismo, con los radicales, que incluso impulsaron la candidatura de Massa en el balotaje, y ahora reclaman asegurarle la gobernabilidad a Milei, y aprovechar el momento para avanzar fuertemente contra los trabajadores en aspectos clave como el régimen laboral y beneficiarse con los negocios financieros. El caso emblemático es el de Mastellone, dueño de La Serenísima: mientras cae el consumo de lácteos obtuvo resultados netos –tienen en cuenta las variables financieras- positivos del 2.050%, en el mismo momento que creció la pobreza, que los jubilados de la mínima no superan la línea de indigencia, que los comedores no tienen comida, que se derrumban la salud y la educación.
Avanza el ataque a los trabajadores, funciona la timba financiera –carry trade, etc.-, el Rigi permite negocios leoninos en la explotación de minerales y combustibles: a la burguesía le alcanza para sostener al gobierno. Además, la estabilidad de la moneda y la decisión del gobierno de establecer como prioridad el pago a los acreedores acercan la posibilidad de que Argentina refinancie sus vencimientos y sus capitalistas pueden recurrir al mercado de capitales en mejores condiciones e incluso avanzar en un canje de deuda sin pasar por el Congreso.
Lógicamente esto no disimula los problemas que se avizoran, ni los reclamos particulares (como la apertura de las importaciones, el dólar barato mientras se devalúa el real -agregando más tensiones sobre la política cambiaria-, etc). Un punto que preocupa en los círculos capitalistas es la precariedad de este “veranito financiero”, la sequía de dólares en el Central, que no afloja, y el triunfo de Trump, que amenaza con invertir el flujo de capitales secando a los países emergentes; ya sucedió con los efectos “tequila”, “caipiriña”, la crisis asiática en los 90, etc., que golpearon a la estabilidad de Menem-Cavallo. Una revalorización del dólar a nivel internacional impulsaría una devaluación en regla en la Argentina, a la que agarraría con una industria con un alto índice de su capacidad productiva ociosa y en los niveles más bajos, con una caída del consumo y con un alto endeudamiento.
Preocupa también que no habría presupuesto; eso otorga al gobierno un manejo discrecional de los fondos que están por encima del presupuesto de 2022 y obliga a las provincias a que hagan uso de sus propios fondos, pero crea un cuadro de inseguridad jurídica para garantizar un flujo de inversores.
Pero, mientras tanto, la voz de orden es sostener al gobierno y eso es lo que hace la oposición, la burocracia sindical, los gobernadores.
Fuera Milei
Todo esto revaloriza el planteo de que el gobierno de Milei es incompatible con los intereses de los trabajadores, con sus más elementales reclamos, que su permanencia solo puede agravar la difícil situación que vive la inmensa mayoría de la población. Y las razones son claras: es un gobierno de los capitalistas. Y la oposición acompaña porque son partidos de los capitalistas.
Esto no hay que perderlo de vista. Milei está colaborando para que CFK no quede fuera de las próximas elecciones –obstaculiza que se apruebe el proyecto “ficha limpia” que la dejaría sin posibilidades de presentarse- porque quiere polarizar la elección y terminar de comerse al macrismo y la UCR. CFK también busca la polarización pero para mostrarse garante de las “conquistas” capitalistas bajo Milei, no en oposición a ellas.
Nuestra política es la opuesta. Es organizar la lucha contra el gobierno, levantar fuertemente los reclamos y reivindicaciones y con ello impulsar una intervención independiente de los trabajadores que dé vuelta la situación.
Con esta perspectiva participamos de la reunión del sindicalismo combativo, el movimiento piquetero y las organizaciones de lucha, que el pasado martes se realizó en el Garrahan, para fijar una posición independiente frente a la convocatoria de la CTA a Plaza de Mayo -que tiene una orientación al servicio de la parálisis del peronismo-, el apoyo a las acciones de lucha que prepara el movimiento piquetero, y reunir todas las fuerzas independientes de los trabajadores para organizar un 20 de diciembre con marchas y actos en todo el país.
Eduardo Salas
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