sábado, julio 14, 2018

Inessa Armand: Revolucionaria y feminista



Acaba de aparecer Inessa Armand: Revolucionaria y feminista, un ensayo biográfico del historiador británico Ralph Carter Elwood…Que sepamos es la primera que se publica en castellano sobre una de las bolcheviques más notorias del Partido Comunista ruso. Primera responsable de la sección femenina de dicho partido, fue una de las mujeres más importantes antes de la revolución y solo Aleksandra Kollontai ocupó un puesto más alto en el escalafón bolchevique, un territorio en el que las mujeres tuvieron una importancia capital. En nuestros lares se la citaba muy de paso. Alguna gente había oído hablar de ella, por ejemplo mediante la miniserie televisiva El viaje en el tren blindado inspiró una coproducida televisiva El tren de Lenin (Damiano Damiani, 1988) que contaba con un extenso plantel de actores conocidos: Ben Kingsley como un Lenin hierático y envarado; Leslie Caron encarna a una Krupskaya dulce e impersonal, Dominique Sanda es una Inessa Armand que parece una gran dama perdida en una historia que le resulta un tanto lejana, así como Timothy West como un Parvus ambivalente, con una ambición secreta por ser reconocido por la revolución que había abandonado. Algunas obras como La amante de Lenin (Random House, Londres, 2002) que todavía no ha sido vertida al castellano.
Ahora, al calor del centenario y de la revalorización de la opción feminista se hace obligado hablar de Inessa Armand nacida Elisabeth Inés Stéphane de Herbenville (París 1874–Beslán, Rusia, 1920) fue una escritora y militante revolucionaria que vivió la mayor parte de su vida en Rusia, y que fue alguien muy especial para Lenin cuyo puritanismo estuvo en consonancia con su dedicación total al proyecto de una revolución rusa e internacional. Aunque se ha escrito de todo, lo cierto es que no parece que existiera ellos nada que no fuese una relación platónica. Algo que se explica probablemente por el ambiente neopuritano en que se desenvolvía el socialismo en general y el bolchevismo en particular. Nadezha se limita a contar en sus memorias como Lenin se alegraba particularmente cuando Inessa les visitaba, e ignora todos los comentarios y sugestiones al respecto Todo parece indicar que, fuese lo que fuese, él tenía un concepto muy estricto sobre la fidelidad y estaba, sino enamorado, si profundamente identificado en Nadezha.
Lenin pidió a Inessa que abandonase sus ideas sobre el amor libre, pues, según su criterio, correspondía a un concepto burgués, no proletario del amor, que lo reducía a la libertad para tener hijos y para cometer adulterio. Inessa rebatió a Lenin diciéndole que no comprendía cómo se podía confundir e identificar la libertad en el amor con el adulterio. Lenin rebatió otra vez la postura de Inessa en una carta de 1915. “Me atacas olvidando el objetivo y el punto de vista de clase,.. Me dices que hasta una pasión pasajera o un amorío son más poéticos y puros que los besos sin amor de los matrimonios vulgares y corrien­tes. ¿Es lógica esa comparación? Conforme en que los besos sin amor de las parejas vulgares son algo sucio; pero ¿qué se puede contraponer a ellos? Me parece que los besos de amor. Pero tú los pones en contraposición con la pasión (¿Por qué pasión, y no amor?) “pasajera” (¿Por qué pasajera?), En pura lógica, de ahí se deduciría que los besos sin amor (de pasión efímera) se oponen a los besos sin amor (conyugales)… Extraño.”
A pesar de su corta vida, Inessa Armand dejó huella. A los 19 años, se casó con Alexander Armand y juntos abrieron una escuela para niños campesinos, también organizó un grupo de ayuda para las mujeres de sectores populares. Cuando las autoridades le prohibieron establecer una escuela dominical para trabajadoras, se unió al Partido Socialdemócrata Ruso. Tras ser arrestada en 1907, fue condenada a dos años de exilio en Siberia, pero logró huir y llegar a París, donde encontró a Lenin y otros bolcheviques. Ocupó diversos cargos en el partido bolchevique y ayudó a Lenin a establecer una escuela partidaria de formación marxista en Longjumeau (Francia). En julio de 1912, regresó a Rusia para organizar una campaña que les permitiera, a los bolcheviques, obtener diputados en la Duma. Nuevamente encarcelada, tras su liberación se fue a vivir con Lenin y Nadezdha. En estos años desarrolló una militancia incansable.
Como internacionalista distribuyó propaganda urgiendo a las tropas aliadas a volver sus armas contra su propia burguesía y dar inicio a la revolución socialista. Fue a Suiza, en marzo de 1915, para organizar la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas contra la guerra y presidió la delegación bolchevique en las Conferencias de Zimmerwald y Kienthal que reunieron a los socialistas internacionalistas. En octubre de 1917, Inessa regresó a Rusia en el “tren blindado” hacia la Estación de Finlandia y al poco tiempo era miembro del Comité Ejecutivo del Soviet de Moscú. En el Congreso de Mujeres Obreras y Campesinas de 1918 dijo: “Bajo el capitalismo, la mujer obrera debe soportar el doble fardo de trabajar en la fábrica y luego realizar las tareas domésticas en el hogar. No solamente debe hornear y tejer para el patrón, sino que también debe lavar, limpiar y cocinar para su familia… Pero hoy es diferente. El sistema burgués está en vías de desaparición. Nos acercamos a la época de construcción del socialismo. Para reemplazar los millones y millones de pequeñas unidades económicas individuales, de cocinas rudimentarias, malsanas y mal equipadas y el incómodo lavado a colada, debemos crear estructuras colectivas ejemplares, de cocinas, comedores y lavanderías”.
En su biografía de Inessa, Lenin´s Mistress, Michael Pearson nos presenta a una mujer de carácter tan fuerte que hasta Lenin quedó impresionado. Como la mayoría de su entorno, expresó sus ideas sin tapujos y tuvo una experiencia directa de las turbulencias prerrevolucionarias. “No era una Anna Karenina”, observa Pearson. No obstante, ni la política ni la cárcel fue impedimentos mantener una vida amorosa muy activa. Armand es un personaje secundario familiar dentro del cuadro de los acontecimientos revolucionarios. Viajó en el “tren cerrado” que, en 1917, aseguró el regreso a Rusia de Lenin y sus allegados. Le escribía con una vehemencia un tanto envarada: “Querida amiga, me alegró tremendamente recibir tu amable, amistosa, cálida y encantadora carta”.
La muerte de Inessa fue ocasión extraordinaria en que Lenin lloró en público. A partir de entonces, la importancia de Inessa en su vida daría pie a muchas controversias. El papel de Armand en la vida de Lenin fue un aspecto problemático de la leyenda de éste. “Ella presentaba una dificultad -escribe Pearson-. El hecho de que Lenin mantuviera una cálida amistad con una mujer no del todo decente y blanco de rumores no cuadraba a la imagen deseada del líder nacional.”
Aun así, era imposible erradicar su historia: ella pertenecía al círculo íntimo del Lenin exiliado, un grupo que empezó a cobrar una importancia fabulosa en la mitología soviética. Cierta vez, Lenin le envió esta orden: “Por favor, trae todas las cartas”, lo cual indica cómo podría haber desaparecido su correspondencia más íntima. Entre las que quedaron, menos personales, algunas fueron censuradas. Con todo, a lo largo de su extensa y turbulenta relación con Inessa emerge, por descuido, un aspecto de Lenin que contrasta, y mucho, con la realidad sangrienta de los acontecimientos que se desarrollaban alrededor de ambos. “¡Cómo he reído con tu postal! -le escribió con abandono juguetón-. En verdad, como dicen, me desternillé de risa.”

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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