lunes, julio 23, 2018

Teresa de Calcuta, el aborto y el verdadero rostro del clero



Un reciente escándalo por tráfico de bebés en la India ha puesto ante los ojos de la población la podredumbre de las Misioneras de la Caridad (MC), la orden fundada por la fallecida Madre Teresa de Calcuta (Agnes Gonxha Bojaxhiu) –quien fuera canonizada por el Papa Francisco en 2016.
Todo comenzó con la denuncia de una pareja contra Anima Indwar, empleada de un hogar para embarazadas solteras de las MC en la ciudad de Ranchi (estado de Jharkhand), quien les había vendido un bebé por 1.760 dólares para luego sustraerlo alegando la necesidad de unos trámites.
Detenida junto con la hermana Konsalia, a cargo del hogar, Indwar confesó la venta de al menos cuatro bebés -quienes ya habrían sido rastreados por las autoridades-, lo que podría ser la punta de un iceberg de medidas desconocidas, habida cuenta de años de denuncias previas y de la extensión de la organización en el país -con 244 casas, entre ellas 30 orfanatos- y en el mundo –4.500 misioneras en 130 países.
El gobierno determinó el cierre de la residencia y la investigación en todo el país de los centros de MC –que se había retirado del sistema oficial de adopción en 2015, porque se permitía adoptar a personas solteras y divorciadas-, mientras la policía estadual solicitó que sean investigados los fondos extranjeros que llegan a la organización.
MC se vio obligada a reconocer institucionalmente el crimen en cuestión, que se integra a la oscura historia de esta organización eclesiástica fundada por Teresa en 1950: a la investigación del doctor indio Aroup Chatterjee sobre la instalación de una “cultura del sufrimiento” -mostrando cómo en los hogares de MC se negaba medicamentos a enfermos terminales, se ataban niños a las camas y se reutilizaban agujas hipodérmicas, todo bajo la noción de Teresa de que “hay algo hermoso en ver a los pobres aceptar su suerte”- (público.es, 4/9/16) se suma la recepción de millonarias donaciones del dictador haitiano Duvalier y del criminal financiero Charles Keating y las múltiples denuncias contra la líder por manejo fraudulento de fondos.
Pese a todo esto, la organización ha sido respaldada por diversos referentes del clero católico y también del frente opositor nacionalista Congreso Nacional Indio –inclusive referentes del Partido Comunista, que forman parte de este: “la miembro del Politburó (…) Brinda Karat declaró que esta decisión es una ‘táctica deliberada para dañar a la Madre Teresa y a las Misionarias de la Caridad’” (Sputnik, 19/7)
Todo parece indicar que el gobierno nacional y estadual, ambos del derechista e hinduísta Partido Nacional Indio (BJP), sacan ahora a la luz las suciedades del clero católico en India –hace tiempo denunciadas-, en el marco de un creciente enfrentamiento con el mismo: “recientemente, el jefe de la Iglesia Católica Siro-Malabar, el cardenal George Alencherry, estuvo involucrado en un escándalo por las ventas de tierras que atrajo la intervención del Vaticano, y otro monje fue acusado de violación por una monja” (Turkey Telegraph, 18/7). Con todo, el BJP tiene poco de qué vanagloriarse: tanto su Secretario General Nacional, Kailash Vijayvargiya, como la dirigente Juhi Chowdhury, han sido denunciados por vínculos con el tráfico de niños, mientras que dos ministros del gobierno han manifestado su apoyo a los miembros de una banda acusados de violar y asesinar a una niña de 8 años, por las creencias hinduístas de los agresores (BBC, 14/4).
De conjunto, “la adopción ilegal es un gran negocio en India y se calcula que unos 100.000 niños desaparecen cada año” –se trata de datos del gobierno denunciados como subestimaciones- y “muchos de ellos son vendidos por familias pobres pero en otros casos son secuestrados en hospitales o estaciones de tren” (La Nación, 17/7).
Tal negocio criminal, que no podría funcionar sin el amparo del Estado, se ve alimentado por las infinitas trabas burocráticas en el sistema de adopción y ante todo por la opresión vivida por millones y millones de mujeres. A la población femenina no se le garantiza ni la educación sexual y la anticoncepción –“El Guttmacher Institute ha advertido de que la mitad de los 48 millones de embarazos que hubo en el país en 2015 no eran planificados” (europapress, 12/12/17), ni los recursos materiales para llevar adelante la maternidad (en un cuadro de pobreza superlativa), ni las herramientas para abortar de forma segura: pese a que la práctica es legal desde 1971, “una investigadora ha denunciado que las mujeres indias se enfrentan a ‘considerables retos’ para acceder a los cuidados médicos necesarios en caso de aborto, entre los que se incluyen la ‘limitada disponibilidad’ que hay en las instalaciones de sanidad pública” y “de los “15,6 millones de abortos provocados mediante el consumo de medicamentos sin receta” cada año, el “80 por ciento (…) se producen en los hogares particulares” (ídem). Se estima que hay 30 millones de huérfanos en el país.
En este cuadro de barbarie desenvuelve MC, con la venia del Vaticano, el lucrativo negocio de la caridad, cuyos costados más perversos han puesto de manifiesto los hechos recientes. Estos dan una nueva luz a la sentencia de Teresa de que “el aborto es la mayor amenaza para la paz mundial” -y caen en mala hora para los curas villeros de Argentina ligados a Francisco, que en el marco de su tenaz lucha contra el derecho al aborto legal han lanzado centros de “apoyo” a embarazadas.

Tomás Eps (@tomaseps)

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