lunes, noviembre 12, 2018

La caída de Triaca



Se va un ex ministro de Trabajo patronal y vendrá un secretario tanto o más patronal que él. Pero esa circunstancia no puede ocultar que ha caído otro de los ministros fundacionales del gabinete macrista, lo que constituye un eslabón más de la crisis de gabinete disparada por la corrida cambiaria y el desbarranque devaluatorio desde abril a la fecha.
Triaca “culminó un ciclo, según lo reconoce en la intimidad” (Clarín, 11/11). Su función estratégica fue asociar a la burocracia sindical a la transición macrista que transformó al Ministerio de Trabajo de la institución de arbitraje que lo caracterizó con Tomada bajo el kirchnerismo en un instrumento de la ofensiva patronal contra los “costos laborales”, “la industria del juicio”, los “privilegios de los convenios colectivos que dificultan la inversión”, contra “las paritarias que se apartan de la lucha contra la inflación”, “contra la paritaria docente nacional no prevista en la ley”, contra el derecho de huelga y los fueros sindicales en protección del activismo, aunque todo ello no haya podido plasmarlo en una megaley de reforma laboral a lo Temer, que queda como una de las tareas pendientes hacia su reemplazante.
No es menor su caída, porque Triaca “que conoció a los sindicalistas peronistas desde la cuna”, heredero de su finado padre ministro de Menem, le quita el hombre de nexo a la CGT colaboracionista que acompañó tres años de macrismo contra la clase obrera. Durante su mandato se produjo la ley de ART que arrasó con los derechos de los trabajadores en materia de salubridad y seguridad, por la cual Daer y Cía brindaron en Olivos en las fiestas del 2016. Fue el nexo que evitó que el veto a la llamada “ley antidespidos” derivara en un paro general.
Todos estos honores propios para un pergamino en Davos, no bastaron para evitar cuatro paros generales y formidables huelgas como las docentes del 2017 o la de las Universidades de este año o más puntualmente, grandes luchas como la huelga docente neuquina de 43 días este año y ocupaciones de fábricas y huelgas de lugares de trabajo como AGR-Clarin, Pepsico, INTI, Telam o Río Turbio.
El desgaste de este ex diputado del PRO, se vio agravado con los escándalos de corrupción y nepotismo que han envuelto a su gestión, los cuales demandarían que sea investigado y procesado judicialmente. En enero de este año, sus maltratos a una empleada desataron la revelación de manejos espurios en la intervención del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (Somu), convertido en una caja del oficialismo y donde el macrismo colocó 250 personas de su palo (entre ellos el cuñado de Triaca). Días atrás, se conoció un desvío de fondos de quince millones de pesos en otra intervención a su cargo, la del sindicato de vigilantes privados (UPSRA), que quizá haya precipitado la salida-rescate del funcionario.
Su viaje al Vaticano a la salida de la devaluada Secretaría de Trabajo que hasta ahora integraba, lo ubica posiblemente en el ala Vidal, Larreta, Monzó, que buscan mantener los lazos creados en la batalla antiaborto para contar con los valiosos servicios de contención social de la Iglesia ante el agravamiento constante de la crisis social que plantea el desplome económico y el plan de guerra del FMI que lo inspira. Entre sus destinos posibles estarían la Embajada en el Vaticano.
Su salida refuerza el control directo de toda relación laboral del Estado en la órbita de Dante Sica, es decir de la Unión Industrial. La Secretaría de Trabajo es una oficina de recursos humanos de los grupos económicos y de la patronal en general. Una tendencia que usará como excusa ahora el triunfo de Bolsonaro en Brasil, para colocar en la agenda la necesidad de asegurar la “competitividad” y “productividad” del capitalismo argentino a expensas de la clase obrera.
Las jornadas de diciembre, con la rebelión obrera ante el robo a los jubilados y la reforma tributaria, que hoy se perpetúa con la rebaja de aportes patronales desfinanciando el Anses, indudablemente golpearon a Triaca junto a la burocracia sindical colaboracionista.
Pero quien venga no tendrá un camino de pétalos, sino más bien de espinas. El reciente paro general de Aerolíneas por incumplimiento de una cláusula de actualización por inflación, le sumó críticas al ministro que se va por no dictar una conciliación obligatoria. Pero el secretario que asuma tendrá los mismos problemas porque si el ministerio está blindado a los reclamos obreros, estos conflictos se radicalizan, como se probó en las huelgas generales del INTI o Telam. Ahora lidiarán con los reclamos paritarios que escapan a la entregada del bonotrucho de Daer, Acuña y Sica, como ya ocurre con el gremio de la Alimentación. Las multas a los gremios que desafiaron las obligatorias fracasaron, los carpetazos dosificados le resbalan a los trabajadores. El problema no es el ministro sino el fracaso de un gobierno entero empeñado en una política antiobrera.
La letra del acuerdo con el FMI indica un camino de guerra contra la clase obrera. La caída de Triaca es otra muestra de la fragilidad política del gobierno que no tiene otra política que redoblar la ofensiva aunque le cueste la vida en el intento. Las luchas obreras nos marcan el camino del paro activo nacional de 36 horas, para superar la condena a la atomización del movimiento obrero por parte de la CGT. Que atrás de Triaca se vaya todo el gobierno antiobrero como consecuencia de la irrupción del movimiento obrero. Defensa de los sindicatos y su activismo combativo, por un congreso de delegados mandatados de todos los sindicatos para derrotar mediante un programa y un plan de lucha, la política que encarnó Triaca hasta su caída.

Néstor Pitrola

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