sábado, noviembre 24, 2018

Movilizaciones y miles de bloqueos desafían a Macron



Desde el fin de semana pasado Francia se encuentra virtualmente sitiada por protestas callejeras.

Unos 300 mil franceses participaron el sábado pasado de las manifestaciones en un movimiento que se extendió por todo el país. Según datos del Ministro del Interior, Christophe Castaner, hubo 2.000 puntos de bloqueos de acceso a estaciones de servicio, aeropuertos, peajes de autopistas y calles emblemáticas, como los Campos Elíseos, en París. Desde Estrasburgo a Bordeaux, Frejus, Antines en la Costa Azul, Normandía, Dijon, Toulouse, Montpellier, Biarritz, Bandol fueron bloqueados. En el este del país, la Costa Azul y Normandía fueron en las donde más se produjeron bloqueos. También fue afectada la frontera española. Hubo protestas frente a supermercados y a empresas multinacionales, como Peugeot. El mismo día, miles de franceses se movilizaron hasta el parque de Versalles, donde estaba hospedado Macron, antes de partir hacia Alemania. La represión policial, ordenada por el gobierno, dejó un saldo de 500 heridos y más de 150 detenidos. En el departamento de Saboya, sureste del país, una conductora embistió con su auto a un piquete y mató a una mujer jubilada que por primera vez participaba de una protesta.
En una acción espectacular el domingo, manifestantes bloquearon 7 de los 9 accesos del famoso parque de diversiones Disneyland y permitieron, sorteando un despliegue policial, el ingreso gratuito de los visitantes. El precio del estacionamiento allí es de 30 euros la hora. Otra acción del día fue la “Operación peaje gratuito”, en donde se le permitió a los autos pasar sin pagar los peajes. Para el sábado 24 se convoca al llamado "Acto 2: ¡toda Francia en París!". Se espera que la movilización sea multitudinaria.
Las movilizaciones son convocadas vía redes sociales por el autodenominado movimiento de los “Chalecos Amarillos” (Gilets jaunes, en francés), al margen de los partidos tradicionales y los sindicatos. El nombre responde a la prenda fluorescente que es obligatoria llevar dentro de los vehículos y recoge particularmente el descontento de la clase media-baja de las zonas rurales. Se calcula que los “Chalecos amarillos” deben recorrer hasta 80 kilómetros diarios para llegar a sus trabajos, con un salario que no supera los 1.300 euros mensuales, cuando necesitan al menos 350 euros para sostener el auto (Clarín, 18/11). Pero las protestas desatadas ya no sólo cuestionan la suba del precio de las naftas, sino que también reclaman por el bajo poder adquisitivo de los salarios y exigen una baja de los impuestos. El 74% de los franceses apoya los reclamos, según una encuesta realizada por el diario 'Le Figaro'.
Cuando Macron llegó al poder en 2017, el litro de gasolina sin plomo costaba 1,37 euros y el diésel, 1,21. En Octubre costaba 1,56 y 1,52 respectivamente, según datos recopilados por Le Monde. Llenar el tanque en un ato promedio subió de 45 a 65 euros. La suba del precio del petróleo es uno de los principales factores, pero para aumentar su recaudación, el gobierno ha decidido aumentar los impuestos sobre los combustibles. Sin embargo, esto fue presentado a la población como un intento de “disuadir” el uso de energías contaminantes para combatir el cambio climático. En Francia, buena parte de la población vive la periferia de las ciudades. La dependencia del automóvil para desplazarse es vital. En las zonas rurales, el 93% de los hogares tiene un coche, frente al 59% de París. De acuerdo con datos divulgados por Le Monde, existen muchas familias con pocos recursos que destinan más del 15% de sus ingresos a pagar la gasolina.
Es necesario entender este movimiento a la luz de un proceso más general de huelgas y luchas que han conmovido a Francia durante el último tiempo: las huelgas generales ferroviarias contra la privatización, la de los aeronáuticos de Air France y la de vastos sectores del movimiento obrero contra la reforma reforma laboral, a la que se sumaron los jóvenes que ocuparon las principales universidades del país en solidaridad.
Macron, cuya popularidad se encuentra en caída libre, y que en las últimas semanas ha perdido a ministros clave de su gabinete, se dirigió esta semana a los franceses en una entrevista con la cadena TF1 desde el portaviones Charles de Gaulle. Admitió que las manifestaciones son un síntoma de la desconexión entre una parte de Francia y sus élites. "No he logrado reconciliar al pueblo francés con sus dirigentes", manifestó. Sin embargo, el primer ministro, Edouard Philippe, ratificó los aumentos y dijo que no iba a ceder frente a los reclamos. Al lunes siguiente, el diario Le Monde tituló en su portada que el Ejecutivo está frente a una crisis “inédita”. Un análisis que es compartido por casi toda la prensa francesa.
Es necesaria una gran deliberación en las centrales obreras, superar la política de freno de las direcciones sindicales y unir los reclamos de los “Chalecos Amarillas” a todo un programa de reivindicaciones de la clase obrera francesa para terminar con los planes anti obreros de Macron y su gobierno y abrir paso a la construcción de una alternativa política de poder propia.

Mariano Hermida

No hay comentarios.: