jueves, abril 23, 2020

El mundo en disputa después de la pandemia



Protesta frente al Frigorífico Penta de Quilmes | Foto Enfoque Rojo

El gran plan empresario para hacer de la crisis una oportunidad y “solucionar” las contradicciones con una nueva contrarrevolución laboral. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite los domingos por Radio Con Vos, 89.9.

Circulan muchas interpretaciones de los analistas en relación a cómo será el mundo pospandemia. El grueso de los futurólogos predice que el capitalismo saldrá de la crisis algo cambiado, pero indemne y algunos aseguran incluso que estará más fortalecido. Están reflexionando sobre la recuperación del “día después” cuando aún no se conoce la intensidad de una crisis que recién comienza.
En primer lugar, hay que partir de algunas cuestiones que ya son indiscutibles. Por un lado, que la catástrofe provocada por el virus no es “natural” y tiene mucho que ver con la intervención despótica y anárquica del capital sobre la naturaleza y la destrucción de los sistemas de salud públicos que se produjo -con mayor o menor intensidad- en casi todo el mundo. Por otro lado, es evidente que el avance descontrolado del coronavirus, lejos de producir una crisis totalmente nueva, ha contribuido a exponer descarnadamente las crisis que el capitalismo ya venía desarrollando.
Hay datos para todos los gustos sobre la catástrofe social que se avecina: según economistas de JP Morgan, la parálisis industrial restará U$S 5 billones de la economía global en los próximos dos años, 8 % del PBI mundial; la Organización Mundial de Comercio prevé la retracción de entre 13 % y 32 % en el intercambio global de bienes; la agencia Bloomberg informa que los mayores bancos del mundo esperan que el PBI de Estados Unidos caiga 7,5 % en el segundo trimestre; la economía china caerá alrededor del 9 % anualizado en el primer trimestre, según algunas estimaciones. Analistas del establishment hablan del peligro de “turbulencias sociales, revueltas e incluso revoluciones”. Hasta “Manu” Ginobili se percató del “peligro de la rebelión del proletariado”, haciendo pesar mucho más su condición de nuevo rico por encima de su estrellato deportivo.
Las perspectivas son catastróficas, lo que no es sinónimo de un derrumbe de capitalismo por sí mismo. De hecho, los empresarios y las clases dominantes en todo el mundo tienen un plan para reestructurar el sistema a su favor hacia la pospandemia: aprovechar el terror -real o exagerado- al virus o a la economía para profundizar la “uberización” del trabajo, con empleados “listos para actuar” a cualquier hora del día sin derecho laboral, la moda del teletrabajo para aumentar la productividad; se estudian incluso en algunos países, sistemas de “intercambio” de trabajadores precarios entre distintas empresas. Se apuesta a una contrarrevolución laboral, que esclavice más a la clase obrera como forma de salida de la crisis.
Nuestro país no es ajeno esa tendencia. Y en este tiempo que pasamos de cuarentena se multiplicaron los reclamos en relación a despidos, suspensiones e incumplimientos salariales. Es llamativo porque la inmensa mayoría de los medios no informa sobre todos estos conflictos, o no por lo menos con la misma intensidad que elogia el “éxito”, hasta ahora, de la cuarentena, en gran parte porque se compara con el desastre que hacen desquiciados como Jair Bolsonaro o Trump. Pese al decreto de prohibición de los despidos y las suspensiones, gran parte del empresariado avanzó sobre derechos laborales, ignoró la resolución y quiere aprovechar la crisis para imponer nuevas condiciones que luego se mantengan de manera permanente.
Para hacer solo un paneo, se registraron denuncias sobre despidos masivos en gran cantidad empresas: transporte de pasajeros (Ersa en la provincia de Corrientes, Vía Bariloche, Terminal Salta, entre otras), en actividades ligadas al comercio (Supermercado el Túnel, Supermax, Famacity), a la gastronomía, a la energía y construcción (YPF, Techint que confirmó sus 1.500 despidos) o servicio de salud (SAME La Plata, Hospital Bariloche). En la industria manufacturera y en las actividades ligadas al entretenimiento y la cultura. En el primer caso se destacan los despidos en el frigorífico Agroservice, en la empresa Dánica (sin acatar la conciliación obligatoria), Frigorífico Penta (cierre de la planta y despido de 240 trabajadores que fueron reprimidos por la Policía Bonaerense), Laboratorio Craveri, Lavaderos Apparel, Panificadora Pan Pan, Frigorífico Senillosa, entre otras. En el segundo caso hubo denuncias por despidos en el complejo Cinemark, el Teatro Colón, la Revista Pronto (que decidió sin previo aviso cerrar), Cablevisión (GSA tercerizada de call center). Por su parte, la industria del cine denunció la pérdida de 4.000 puestos de trabajo.
Además de los despidos, algunas empresas han recurrido a otras modalidades de recortes de salario: 1) suspensiones, 2) pago de salarios en cuotas, 3) recortes salariales sin argumento o argumentando quitas por presentismo, premios de productividad, etc.
También en de estas prácticas hay un sinfín de ejemplos: Pol-Ka (anunció el pago del salario en dos cuotas), Verónica (anunció el paso salarial en cuatro cuotas), la Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán (acordó pago en cuotas), Editorial Atlántida, Grupo América (pago en dos cuotas), Corporación Médica.
Otro grupo hizo descuentos que van del 20 % al 50 % del salario: Danone (La Serenísima), Osplad, Radio Metro, la totalidad de los mega-locales de comida rápida (Wendys, Mc Donals, Burguer King, Starbucks), Todo Moda/Isadora, Tenaris-SIAT (Grupo Techint), Garbarino (quita del 30 % a 4.500 trabajadorxs), Flybondi, LATAM, Ingenio San Isidro, Mabe, Tres Arroyos, Pecom (la firma de Pérez Companc abonará el 50 % de los salarios y amenaza con despidos), las principales compañías de turismo online (Despegar, Al Mundo, Avantrip) y siguen las firmas.
Muchos de estos datos son parte del informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA-Autónoma y en su mayoría están cronicados en La Izquierda Diario.
Finalmente, gremios importantes como Smata y la UOM están acordando suspensiones con rebajas salariales en muchas fábricas.
Pese a que la pandemia y la cuarentena generaron efectos coyunturalmente adversos para la resistencia o la organización y pareciera que la lucha quedó suspendida, ésta disputa está abierta. Si se la observa de conjunto queda en evidencia que es una “gran estrategia” de los empresarios para hacer de la “coronacrisis”, una “oportuncrisis”. La verdad que hasta ahora han encontrado resistencias de bases con todo los límites que impone la cuarentena, pero un camino allanado por parte de la dirigencia sindical y las autoridades gubernamentales. Porque una cosa es la letra en los papeles de los decretos y otra las prácticas en la realidad de la vida.
Entender que éste es un plan de conjunto es un primer paso para pensar las formas de resistencia. Porque tanto contra los agoreros del fin del mundo, como contra los que ya avisoran una nueva normalidad, preferimos pensar como Antonio Gramsci que en su parodia a los mecanicistas les decía que la única predicción verdaderamente “científica” es la de la lucha.

Fernando Rosso
@RossoFer
Domingo 19 de abril | 23:24

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