domingo, febrero 25, 2018

Control de armas en Estados Unidos: un debate sobre violencia y Estado

El asesinato de 17 personas en el colegio Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida, ocurrido la semana pasada a manos de un ex alumno que utilizó un fusil AR15, mantiene conmovida a la sociedad estadounidense y reabrió el debate sobre el control de armas.

Los estudiantes de aquel colegio junto a sus familiares se pusieron a la cabeza de manifestar el hartazgo ante este tipo de matanzas que lamentablemente no son ninguna novedad en Estados Unidos. Mientras preparan una masiva convocatoria para el 24 de marzo en Washington bajo el lema “por nuestras vidas” (“March for Our Lives”), ya se han realizado varias caminatas en señal de protesta alrededor de diferentes colegios y protestas frente a edificios gubernamentales.
Hashtags como #NeverAgain (Nunca más) o #MeNext (¿soy el próximo?) han inundado las redes sociales expresando solidaridad con los estudiantes y familiares de las víctimas, sumándose al pedido de terminar con la violencia y el miedo que se vive en los colegios.
Su reclamo no pudo ser ignorado y varios de los sobrevivientes fueron recibidos por diversos representantes políticos incluyendo al propio Donald Trump. El presidente republicano había quedado en la mira tras reducir el problema a un tema de salud mental evitando así ir a un análisis más profundo. En la reunión en la Casa Blanca, Trump estuvo lejos de revertir esa imagen. Su propuesta de armar a los profesores fue ampliamente rechazada. Un fotógrafo logró captar los apuntes del mandatario, previendo su insensibilidad, el recordatorio número 5 decía: “I hear you” (“los escucho”).
Otra instancia seguida por millones, fue el debate organizado por la CNN realizado en el BB&T Center de Florida. En esta ocasión los estudiantes y familiares de las víctimas, tuvieron la oportunidad de discutir con dos senadores de Florida, el demócrata Bill Nelson y el republicano Marco Rubio, el republicano Ted Deutch y una representante del NRA (Asociación Nacional del Rifle en sus siglas en inglés), una organización ultra reaccionaria.
El debate fue intenso y giró particularmente a favor del control de armas. El representante demócrata hacía hincapié en restringir la ventas de armas de guerra y excluir a aquellos que presenten trastornos mentales. Por su parte, el republicano fue increpado por un estudiante por recibir donaciones durante su campaña por parte del NRA y rechazó el pedido de no aceptar más dinero por parte de dicha institución.
La posición de los demócratas no es inocente. Buscan tratar de hacer daño a sus competidores republicanos en un año electoral, y también intentar horadar la figura de Trump en este terreno. Si bien la NRA hace lobby parlamentario sobre ambos partidos, los demócratas aprovechan que este sector ha estado ligado sobre todo a los republicanos para plantear una serie de medidas limitadas de control de armas que no modifican en lo más mínimo el riesgo de nuevas masacres, ya que el problema central no está en el control de armas sino en otro lado.
Para encontrar las razones profundas de estas masacres hay que al menos, hacerse esta pregunta ante la exigencia de un mayor control: ¿Cómo puede un Estado guerrerista que fomenta el racismo, la xenofobia y el nacionalismo terminar con la violencia?.

Un historia de violencia

En la naturaleza del Estado norteamericano se encuentra la raíz de los principales hechos de violencia. Su nacimiento estuvo marcado por la eliminación física de los pueblos originarios y luego por la esclavización de millones de negros traídos desde África. Se convirtió en una nación imperialista que está involucrada en casi todas las guerras, tiene bases militares en infinidad de puntos del planeta, impulsa el guerrerismo y su poderío tras banderas falsas como las “luchas” contra el narcotráfico y el terrorismo. Y no hay que olvidar que fue la única nación en el mundo en atacar a otro país arrojando una bomba atómica.
Su política guerrerista entrena y exporta soldados para realizar los peores crímenes alrededor del mundo. Después, vuelven a su país con una carga de violencia y traumas que se cuela por los poros de la sociedad norteamericana. En un país donde hay entre 265 millones y más de 310 millones de armas, no es un dato menor.
Además, desde el propio Estado se fomenta una cultura individualista, basada en la meritocracia y la competencia. De la ideología “America First” que busca imponer la supremacía de los Estados Unidos sobre la voluntad del resto del mundo en cada negociación, se desprende otro aspecto que bien podría llamarse “Me First” entre los propios norteamericanos que exalta la competencia en el camino hacia el cada vez menos alcanzable sueño americano. Esta ideología individualista fue exportada al mundo a través del neoliberalismo. Su lema es que el éxito es individual y está por encima de todo beneficio colectivo. Por eso es que el Estado no tiene ningún rol clave en la seguridad social, no garantiza una mínima atención de salud ni educación gratuita, todo se lo tiene que pagar uno mismo, si no puedes, no lo tienes. Las organizaciones sociales incluyendo los sindicatos quedan relegadas a un último plano. Como resultado, existe una presión enorme de querer salvarse uno mismo cargando con que si no sos exitoso quedas por fuera de la sociedad y es tu propia responsabilidad.
Es un Estado que constantemente le recuerda a su población que tiene enemigos en el exterior y en el interior. Trump en su primer discurso “Estado de la Unión” se encargó de reforzar el carácter imperialista de Estados Unidos y trató a los inmigrantes como los principales responsables de la delincuencia y asesinatos al interior del país, llamando a reforzar los controles fronterizos.
Desde la crisis abierta en el 2008, ha quedado aún más al desnudo la enorme brecha que existe entre el poder económico y político, y el resto de la sociedad. Sin embargo, Trump ha acusado a los inmigrantes de ser los responsables de la falta de trabajo, de rebajar las condiciones de trabajo y presionar a la baja del salario. Tal discurso favorece al accionar de grupos como Ku Klux Klan, Oath Keepers, grupos antimusulmanes y otros sectores de derecha.

Los partidos del régimen norteamericano no pueden resolver la violencia

El discurso de los republicanos que buscan ampararse en la segunda enmienda, que permite la tenencia de armas en la población, rebalsa de hipocresía. La constante política de criminalizar, encarcelar masivamente y llenar de causas a la comunidad afroamericana, termina excluyendo a este sector de derechos civiles como el poder votar en las elecciones y tener la posibilidad de poseer armas. Aquellos que si portan legalmente un arma, si son negros, correr el peligro de ser asesinados sin motivo alguno por la policía, como fue el caso de Philando Castile en Minnesota. El objetivo de esta política de carácter segregacionista es evitar que la comunidad afroamericana vuelva a armarse en forma legal, tal como hicieron con las Panteras Negras como forma de autodefensa.
El Partido Demócrata necesita levantar su imagen de cara a las elecciones de este año para recuperar terreno frente a Trump e intentará aprovecharse demagógicamente del hartazgo de millones contra la violencia. Sin embargo, estas maniobras no alcanzan para ocultar su nefasto rol en la historia de los Estados Unidos: el bombardeo nuclear contra Japón, las recientes guerras de Irak y Afganistán, y la continuación de la “guerra del terror” entre otras invasiones.
Las armas que ya están bajo el control del Estado, son aquellas que disparan contra la comunidad afroamericana, inmigrantes y las protestas. Aumentar el control de armas, como proponen los demócratas, tiene el límite de que no puede hacerse sin cambiar de fondo los factores de violencia inherentes al estado capitalista de los Estado Unidos del cual ellos son parte fundamental. Cualquier política de control debería mínimamente partir de que no pueden ser la administración de Trump o los parlamentarios del bipartidismo sobre los cuales hacen lobby la industria armamentística y organizaciones de derecha blanca y supremacistas sino que debería ser realizado por organizaciones de trabajadores, estudiantes, sociales y de derechos humanos. Mayor control, sin criticar las razones profundas, solo fortalece a un Estado que hoy cuenta con el arsenal y el presupuesto militar más grande de su historia.

Luigi Morris
@LuigiWMorris

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