lunes, febrero 19, 2018

Bajo los adoquines, la playa



A 50 años del Mayo francés, nos preguntamos por el rol del movimiento estudiantil y la juventud ante un Gobierno que empieza a reemplazar el “sí, se puede”, por el “por favor que se pueda”.

Un republicanismo en problemas

Un año antes del Mayo francés, el Gobierno de De Gaulle combinaba dos aspectos explosivos socialmente: un fuerte ataque a los trabajadores por la vía de recortes en la seguridad social, símbolo del llamado estado benefactor de la post guerra, y una avanzada sobre el movimiento estudiantil, tanto secundario como universitario, que por una parte buscaba limitar la participación política de la juventud y por otro recortaba el ingreso a las universidades.
Sumado a los ataques existió una evidencia para toda la juventud: la guerra de exterminio que había desplegado Francia sobre Argelia había demostrado que la brutalidad fascista era muy parecida a la de los “civilizadores” republicanos.
Hoy, 50 años después, el republicanismo trucho de Mauricio Macri repite la receta: ataque a los trabajadores vía reforma previsional, despidos, recorte de salarios y ataque a las organizaciones sindicales, y disciplinamiento social por la vía de la “doctrina del gatillo fácil” y la represión a la juventud, como se vio con Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, y en las jornadas del 14 y 18 de diciembre.
Hoy no estamos en aquellas jornadas del 68 ni en la Francia de De Gaulle, pero vuelve a surgir la pregunta: ¿Qué hacer cuando los gobiernos atacan a los trabajadores y la juventud?

¿Qué hacer?

Los jóvenes franceses respondieron saliendo a la calle junto a los trabajadores. Tomaron las universidades, y transformaron París en dos ciudades: la de las barricadas y la del poder político de los capitalistas. Fue tan grande su rebeldía que obligaron a las timoratas centrales sindicales dirigidas por el Partido Comunista Francés, a declarar una de las huelgas más grandes de la historia de Francia, con unos 10 millones de huelguistas.
En Argentina 2018, aún no se han desarrollado este tipo de respuestas. Sin embargo, el diciembre pasado cambió algo: mostró que los ataques del gobierno van a tener respuesta pese a la borrada de las burocracias sindicales y la falsa oposición. Esa tendencia continúa vigente en los conflictos (pocos aún y sin ataques generalizados) en los que los trabajadores están dando respuesta a los despidos pese a tener direcciones burocráticas en sus sindicatos que los quieren dejar pasar. El encuentro obrero que se realizó en el Hospital Posadas, es expresión de eso.
Pero en aquel Mayo del 68 la burocracia política y sindical del Partido Comunista francés, no dejó que aquella tendencia se desarrolle. Era un gran peligro que millones de obreros y estudiantes tomaran conciencia de que podían superar los límites que le imponían sus direcciones conciliadoras. ¿Y cómo lo logró? Dividiendo al movimiento. Ofreciendo conquistas sindicales parciales a los obreros para que se alejen de los estudiantes, y llamando a dejar las huelgas.
Lo que faltó en aquellas jornadas fueron dos elementos: por un lado, organismos de autoorganización de los sectores que salían a pelear, tanto obreros como estudiantes, que fueran instancias democráticas y de deliberación que permitieran superar a las direcciones traidoras del PS y PCF; por otro, un partido revolucionario que se propusiera desarrollarlos y unir a obreros y estudiantes en una verdadera lucha por derrotar al gobierno imperialista de De Gaulle.

¿Cómo?

¿Cómo se frena hoy al Gobierno de Macri y su plan de ajuste? ¿Qué lecciones podemos extraer de Mayo del 68?
En primer lugar que la unidad en la acción de obreros y estudiantes puede ser decisiva para lograr grandes acciones históricas independientes, que muestren el poder de esta alianza y de los trabajadores como mayoría indiscutible de la sociedad. Acciones que muestren el poder real que tiene la clase trabajadora de parar el país.
Claro que para lograrlo hay que superar a las conducciones actuales, tanto en el movimiento obrero como en el movimiento estudiantil, que quieren que todos peleemos divididos, por nuestras demandas parciales sin mostrar que en definitiva tenemos que sumar esfuerzos para enfrentar el plan de conjunto de los capitalistas que actúan coordinados bajo el gobierno de Macri.
Para esto es necesario apoyar las luchas en curso y buscar su unidad. Hacer de cada lucha, una causa nacional contra los despidos y el ajuste, al mismo tiempo que con esos ejemplos, exigir a las burocracias que convoquen acciones para que esas luchas triunfen.
La otra gran conclusión es construir una organización propia de los trabajadores, un partido revolucionario que pueda superar las futuras traiciones de las burocracias sindicales y políticas, que reúna a decenas de miles de trabajadores y estudiantes que se propongan ir hasta el final con el gobierno de los capitalistas.
Hoy gran parte de la oposición pide que esperemos a 2019 para vencer a Macri en las urnas. Es solo una vía para no salir a pelear ahora y ponerse a la cabeza de enfrentar el ajuste. Nuestra vía también es la unidad, pero en las calles, y con una delimitación inflexible de todos aquellos que quieren que nos olvidemos de la historia, de todos aquellos que quieren que nos conformemos con migajas y que los capitalistas ganen una y otra vez.
En diciembre volaron las baldosas de la Plaza Congreso. Tal vez abajo, está la playa.

Gabriel Piro

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