martes, marzo 27, 2018

“Cuando obreros y estudiantes desafiaron al poder...” recorrer París con un libro



Un viaje por la historia de la huelga del movimiento obrero que paralizó Francia por casi dos meses en 1968 y que aún hoy sigue presente. Recorrer París con este libro sobre el Mayo Francés fue una experiencia de viaje muy distinta.

“Le pouvoir aux travailleurs (El poder a los trabajadores)”: esta fue la primera frase que se me vino a la cabeza cuando, después de tanto esperar ese momento, finalmente arribé en micro a París. Pensar esa frase en París, justamente allí, donde vive el espíritu que se gestó hace más de cincuenta años y que hace exactamente cincuenta años, en 1968, le dio lugar a la huelga más importante hasta ahora del movimiento obrero no es casualidad.
Me refiero al Mayo Francés, que tuvo lugar entre los meses de mayo y junio de 1968, donde una fuerte crisis económica en Francia tras un período de prosperidad dejaba a centenares de miles de trabajadores en las calles, excluía del sistema laboral a los jóvenes que posteriormente cuestionarían la sociedad de consumo, deterioraba la capacidad adquisitiva y movilizaba a los obreros a perseguir condiciones más dignas de trabajo e igualdad de condiciones para los trabajadores extranjeros. El protagonismo de los estudiantes en el Mayo Francés fue vital: las tomas de las fábricas y las barricadas del Barrio Latino, a unas pocas cuadras de la universidad de La Sorbonne, los tuvieron como protagonistas codo a codo con los trabajadores. Las mujeres fueron fundamentales para la gestión del comité de huelga de Nantes, que emuló aspectos organizativos de la Comuna de París de 1871, siendo quienes planificaron y movilizaron a estudiantes, vecinos y comerciantes para participar en un funcionamiento de la ciudad donde primó la solidaridad de clase y el alineamiento de los campesinos detrás del movimiento de trabajadores.
Aún hoy los fantasmas del mayo Francés están presentes en París y en todos los lugares del mundo donde su ejemplo ha repercutido, tanto en Europa como en el resto del mundo, y Argentina no fue para nada la excepción (El Cordobazo, por ejemplo). Casi un año antes de viajar pude conseguir un libro que me interesaba mucho: Cuando obreros y estudiantes desafiaron al poder: reflexiones y documentos, editado por las Ediciones del IPS con motivo del 40 aniversario del Mayo Francés en 2008 [1]. ¿Y por qué busqué este libro? Porque al comenzar mi búsqueda de material sobre el tema pude apoyarme en la biblioteca de un amigo y ojear este libro, que además le llegué a pedir prestado por un mes. Y fue justamente este libro mi guía para recorrer el Barrio Latino, pero sobre todo para poder profundizar en un acontecimiento que marcó para siempre al movimiento obrero. Es por eso que en esta nota siempre que se lea “el libro...” es obviamente en referencia a este libro.
Ya apenas abrir el libro y después de la presentación, encontramos una cronología desde 1967 a 1969, mes a mes con las fechas destacadas de movilizaciones tanto nacionales como internacionales. El mismo nos sirve de puente para poder introducirnos en el contexto europeo de la época, como la Aliya de Polonia en marzo de 1968(el libro cita en su cronología un enfrentamiento entre estudiantes y policías un año antes), donde estudiantes e intelectuales se manifestaron en contra del gobierno polaco del Partido Comunista, que se sostenía en base a autoritarismo y discriminación principalmente hacia los judíos, con la excusa de una fuerte campaña antisionista. Aparece mencionada también la guerra de los seis días, donde Israel ocupó la totalidad de la Ciudad Vieja de Jerusalén y la Franja de Gaza. La Primavera de Praga, donde la hoy conocida como República Checa quiso modificar las bases del régimen autoritario stalinista en como parte del proceso de des-stalinización y fue reprimido hacia agosto de 1968. Las Panteras Negras en EEUU y también las protestas contra la guerra de Vietnam con la aparición del movimiento Hippie. Y hay mucho más en esta cronología que, al inicio del libro, ya nos ofrece también un recorrido por toda Francia en la medida que las huelgas iban comenzando y la gravedad de las mismas: cantidad de obreros en cada fábrica sobre el total de obreros en la misma, toma de la fábrica con los patrones adentro, y otros tantos métodos.

El rol de los estudiantes en el Mayo Francés

La juventud no se desentendió en Europa y en otros rincones del mundo de los distintos procesos de lucha de clases que sucedieron durante la década de los ’60 (y de otros hechos posteriores en la siguiente década. En Francia, durante las huelgas de mayo y junio de 1968, la juventud y los estudiantes tuvieron un rol protagónico en las calles, las fábricas y las universidades. Fueron ellos quienes lucharon codo a codo con los huelguistas en la noche del 10 de mayo, donde se levantaron múltiples barricadas en el Barrio Latino y la policía reprimió ferozmente. A los pocos días, el 13 de mayo, la huelga general convocada para esa jornada terminaría con la toma de la Universidad de La Sorbonne y hacia fin de esa semana tendría más de 100 fábricas tomadas.
En las fábricas fueron los obreros más jóvenes quienes en varias oportunidades presionaron a los sindicalistas y a los delegados de la CGT y la CFDT (Confederación Francesa Democrática del Trabajo) para que las huelgas se extiendan en horario (aquellas huelgas que contemplaban una suspensión de actividades de una o dos horas por turno) y hasta motivando a sus compañeros de fábrica en las protestas. Los estudiantes motivaron también huelgas y ocupaciones de fábricas, a tal punto que desde las patronales hasta el mismo sindicalismo llegaron a querer negarles la entrada a las distintas fábricas.
En el libro nos interiorizamos también sobre la toma u ocupación de La Sorbonne, donde los mismos estudiantes abrieron las puertas de la universidad para que toda la comunidad discutiera libremente los problemas de la sociedad. Al día siguiente se toma la fábrica de Sud-Aviaton en Nantes, ciudad con mucha población estudiantil y que tendría un hito muy importante en las huelgas de mayo y junio de 1968. Para destacar, en un hecho común a todos los tiempos y las luchas desde que el sistema que impera es el capitalista, la burocracia quiso separar a estudiantes y trabajadores, como día a día pretende dividir a los mismos trabajadores por sus actividades con la ambición de borrar la noción de un colectivo como clase.
Al leer sobre la ocupación de La Sorbonne, el libro nombra al paso a la Internacional Situacionista, cuyo principal ideólogo fue Guy Debord (recomiendo leer “Enragés y situacionistas en el movimiento de las ocupaciones”).
Capítulo no tan aparte, debemos ir a Nanterre, a la universidad de esa ciudad que, más allá de los infames egresados que tuvo en este tiempo para clase trabajadora, tuvo el surgimiento del Movimiento 22 de Marzo, que agrupó maoístas, trotskistas y otros grupos de izquierda de dicha universidad, y que tuvo entre sus referentes a un personaje muy importante para el ámbito estudiantil, el en ese entonces anarquista Daniel Cohn-Bendit.

La lucha de los obreros extranjeros

Durante las huelgas de mayo y junio de 1968, los extranjeros también se levantaron en lucha por el mejoramiento de las condiciones cotidianas de trabajo y de calidad de vida. El libro nos orienta dentro del contexto de la lucha de los obreros extranjeros con una declaración de los mismos donde expresan la importancia de la participación de los estudiantes para la estructuración y el fortalecimiento de la lucha, y donde además llaman a toda la clase obrera en Francia a solidarizarse para con ellos. Encontramos también una descripción del contexto de los obreros extranjeros dentro y fuera de las fábricas.
Como hoy en día, donde los distintos conflictos en diferentes lugares del mundo obligan a la inmigración y condenan a estas personas a la más brutal de las precariedades a las que el sistema los pueda relegar, los trabajadores extranjeros en Francia se encontraban segregados y sus condiciones de vida notablemente desmejoradas. Usualmente ingresaban a Francia con Libretas de Trabajo que los habilitaba para realizar un único oficio, se les obstaculizaba burocráticamente para acceder a la educación, se les pagaba menos que a un obrero francés por el mismo trabajo y se los culpaba de todos los problemas de actualidad, desde enfermedades hasta la crisis económica, por ejemplo. Muchos de ellos no hablaban francés, y se veían automáticamente excluidos socialmente.
Los obreros extranjeros, organizados en conjunto con los estudiantes, reivindicaban mejores condiciones de vida, terminar con la deshumanización que sufrían día a día desde sus viviendas, donde varias familias convivían en pequeños ambientes, hasta la condición de bestias con las que se los trataba en distintos ámbitos.
Además, y en el ámbito de la fábrica, exigían la igualdad con respecto a un obrero francés con respecto a recibir el salario por la misma labor y la libertad sindical y política.
Los trabajadores extranjeros participan con su trabajo a enriquecer la sociedad francesa. Por lo tanto deben tener los mismos derechos que los demás (p. 303 del libro).

La diferencia entre reivindicativo y político

No es muy complejo desarrollar sobre esto, y temo quedarme corto, pero podemos señalar que la diferencia principal entre esos dos posibles fines justamente es el objetivo final, la instancia de fondo o más allá al fin aparente. Las protestas reivindicativas o que así lo resultaron fueron las que encabezaron los partidos no revolucionarios; aquellos que apelaban simplemente a una conciliación de clases donde, obtenida la reivindicación motivo de la protesta, se volvía a la “normalidad” y a las líneas de trabajo. Como intuyen, en el Mayo Francés fueron los distintos sindicatos y las centrales de trabajadores como la CGT las que abogaron por instancias reivindicativas, y en casos como el de los Acuerdos de Grenelle, donde la misma CGT participó como firmante, fueron repudiados por un amplio sector de la clase obrera, que se negó a acatarlo y volver al trabajo. Pero la instancia reivindicativa no fue el límite de la CGT, que junto con el PCF (Partico Comunista Francés), también levantó la bandera de la llegada al poder como gobierno de manera legal a través de un Frente Popular; sí, a través de una conciliación de clases que no cambiaba el paradigma social capitalista y mucho menos el orden dentro de las fábricas. Esta falta de representación de la CGT, mayoritaria en varias fábricas, mientras que en otras fábricas la más representativa era la CFDT (Confederación Francesa Democrática del Trabajo) que supo tener una actitud menos severa para con los obreros pero no así más representativa, dio origen a organizaciones de trabajadores por fuera de los sindicatos.
Las protestas políticas son aquellas que tienen un objetivo final revolucionario. Ante la posibilidad de finalmente lograr la reivindicación buscada, a ésta le sucedía otra y otra y así hasta el objetivo revolucionario. Justamente porque lo que éstas protestas demuestran es que dentro del mismo sistema capitalista es inviable una distribución del capital tal que preservando la propiedad de los burgueses no haya un sector de la sociedad económicamente segregado. Las mismas las hubo gracias a trabajadores y estudiantes principalmente, y en un rol menos de vanguardia –que el libro cuestiona justificadamente– el grupo trotskista VO (Voz Obrera, hoy LO, Lucha Obrera), y cuyos motivos el libro desarrolla de forma muy interesante.
El fin de las huelgas de mayo y junio de 1968 en Francia fue fiel reflejo de la política reivindicativa y contrarrevolucionaria que habían adoptado la CGT y el PCF –este último con mucha presencia en las bases obreras– en connivencia con los intereses de De Gaulle. La acción principal hacia junio del ’68 fue la de dividir a los distintos sectores del proletariado con la excusa de brindar una lucha más específica; a esta acción el libro la denomina como “atomización”. La atomización, al separar a los trabajadores y reducir la comunicación entre ellos, logró hacer mermar las fuerzas de la huelga, que ahora se dividía en distintas huelgas. La respuesta de los trabajadores fue persistir con la lucha en conjunto con los estudiantes, que la CGT ansiaba alejar de las bases obreras. Finalmente, y tras represiones violentas, tanto la CGT como el PCF aceptaron las futuras elecciones anticipadas anunciadas por De Gaulle. Otra vez la postura del PCF demuestra que, lejos de una actitud revolucionaria, abogó por mantener el régimen capitalista y el mando de De Gaulle en Francia. Charles De Gaulle dejaría definitivamente el poder en 1969 y al año siguiente moriría.

El rol de la mujer en el Mayo Francés y el Comité de Huelga de Nantes

La intervención de las mujeres en el Mayo Francés, sobre todo en la ciudad de Nantes, lejos estuvo del papel al que el patriarcado las relegó históricamente. Fueron las esposas de los trabajadores en huelga las que dieron inicio a lo que sería la organización del Comité de Huelga de Nantes, que imitó ciertos aspectos autogestivos que tuvo la Comuna de París 97 años atrás, en 1871. Ellas fueron las que se movilizaron agrupadas en las asociaciones de familia desde el barrio de Batignolles convocando a la población y a los pequeños comerciantes a oganizarse.
Posteriormente se crearon comités de aprovisionamiento que establecieron contactos directos con los distintos sindicatos campesinos. Se realizaron reuniones entre el sector campesino, el obrero y los estudiantes para organizar una red de distribución sin intermediarios.
Fue el Comité de Huelga el que coordinó el aprovisionamiento de los distintos insumos, tanto para sustentar la producción agrícola como para los transportes y la distribución de los productos para toda la población. Estudiantes y obreros trabajaron los campos cultivando y ayudando en la producción de nuevos cultivos. La noción de campesino-trabajador se había instalado en el campesinado de Nantes, y de esto podemos profundizar en el libro de uno de los referentes de este movimiento: Bernard Lambert en “Les paysans dans la lutte des classes”.
En unas pocas semanas desde comenzadas las huelgas de mayo y junio de 1968 en Francia, el Comité de Huelga había ocupado la municipalidad. La organización en pos de la solidaridad de clase fue sorprendente: desde los sindicatos, los estudiantes universitarios y mismo dentro de las universidades se organizaban guarderías para no perjudicar la huelga de los maestros. Muchos de los productos se vendían al costo y se había acordado el precio de cada uno con los comerciantes; inspectores iban todos los días a corroborar que en los negocios los productos estaban al precio acordado y le ponían a los negocios que, por cumplir con la reglamentación de precios, estaban habilitados a funcionar. A las familias con menos capacidad adquisitiva se les entregaba bonos por hijo, y se tenía la misma previsión para cubrir las necesidades de enfermos y ancianos. Estos bonos eran más tarde canjeados por los comerciantes en el lugar indicado por el comité de huelga.
Nantes fue un ejemplo de lo que podría haber sido el siguiente paso en las huelgas de mayo y junio de 1968, y que ya sea por la acción de los partidos y sindicatos con actitud reivindicativa y conciliadora o por las insuficiencia de los partidos revolucionarios, únicamente allí fue donde se demostró de lo que es capaz la clase trabajadora cuando tiene en sus manos la gestión directa de la economía.
Es hasta hoy que Nantes continúa teniendo en sus gobernaciones una tradición de izquierda.

La huelga, la nueva sociedad y las mujeres

Desde los estudiantes, tanto universitarios como de Liceo, la discusión de la construcción del “hombre nuevo” formó parte de la cotidianeidad. Pero fueron las mujeres las que, como un sector sistemáticamente segregado y condenado a salir de la fábrica para seguir trabajando en casa, planteó la construcción de una nueva sociedad con igualdad de oportunidades para todas las personas.
Si ya en Nantes las mujeres tuvieron un rol más que protagónico para iniciar un proceso de gestión directa de la economía, el ámbito universitario no sería la excepción. El libro cita una carta que desde ya invito a todos a leerla, donde el Movimiento Democrático Femenino de La Sorbonne invita a todas las mujeres a tomar el rol que por derecho les corresponde en una huelga que se plantea el cambio de paradigma social: a las mujeres que desde los Liceos hasta las universidades, desde las fábricas a las casas, luchan codo a codo con los trabajadores, que tomen las riendas de una lucha por la igualdad de oportunidades.
Cito, entonces, parte de esta carta:
[...]En el inmenso debate instaurado en el país, en el enorme cuestionamiento a las estructuras y los valores, ninguna voz se levantó para declarar que el cambio en las relaciones entre los hombres implica también el cambio en las relaciones entre hombres y mujeres.
Las estudiantes y las jóvenes quieren una moral idéntica para las chicas y los chicos. Es un aspecto del cambio. Nada más que un aspecto.
Otros tabúes tienen que ser derribados.
Es necesario que la sociedad que va a construirse sea obra tanto de mujeres como de hombres, que dé a todas las mujeres oportunidades iguales a las de los hombres.[...] (p. 313-314)

Recorrer el Barrio Latino

Si cuando llegué a París me hubieran dicho que la Torre Eiffel me esperaba para ver esa transición entre la tarde y la noche donde se ilumina de una forma sorprendente y toda la ciudad se convierte en un espectáculo luminoso, no hubiera cambiado mi ansiedad por ir al cementerio de Père-Lachaise, o mismo de recorrer el Barrio Latino y meterme unos minutos en alguna de las facultades de la Universidad de La Sorbonne.
Y así fue: mi primer destino al llegar a París fue el cementerio de Père-Lachaise, a unos tres kilómetros de donde me hospedaba al norte de la ciudad. A poco de entrar ya se ve un mapa que nos dice dónde están las tumbas famosas, destacando la de Jim Morrison, el multifacético cantante de The Doors. Pero el hito más importante del mapa, para mí, era el Muro de los Federados, homenaje a los comuneros de la Comuna de París de 1871, mencionada en este artículo para hablar sobre los sucesos en Nantes. Durante dos meses desde marzo hasta mayo de 1871 París funcionó como una comuna, con medidas revolucionarias como mandatos revocables de los políticos y que los mismos cobren un salario similar al de un obrero calificado, se escindió la iglesia del Estado y se practicó la emancipación económica del trabajo.
En mayo de 1871 la comuna tuvo un violento final, y, donde hoy se levanta el Muro de los Federados, es donde yacen en una fosa común los comuneros fusilados por el Estado.
Cada 18 de marzo, fecha en la que inició la Comuna en 1871, se realiza un importante homenaje en el cementerio de Père-Lachaise. Como no pude estar allí, mi homenaje fue cantar “La Internacional” ante el muro con la leyenda “Aux morts de la Commune 21-28 Mai 1871” en referencia a las fechas entre las que se sucedieron los fusilamientos.
Inmediatamente después caminé hacia el Barrio Latino, donde a unas pocas cuadras se encuentra la Universidad de La Sorbonne. Justamente el Barrio Latino recibe este nombre porque, hace varios siglos, el latín cumplía el rol de lenguaje común que hoy ocupa el inglés, por ejemplo, y las clases en la universidad se realizaban en esa lengua. Esto separaba a los parisinos de los estudiantes y la población del Barrio Latino, y así quedó denominado ese sector de París que hoy, ya sin fronteras idiomáticas, es testimonio de las barricadas y de la feroz represión del 10 de mayo de 1968. Justamente el libro ofrece un mapa del Barrio Latino que nos indica dónde se levantaron las barricadas. Hoy, de eso, no queda nada, sólo un fantasma que sobrevuela el ambiente político de derecha y un espíritu de lucha que se materializa en los partidos de izquierda que, hoy en día, siguen levantando las banderas del Mayo Francés, pero si alguien se esperanzó con encontrar algo en recordatorio de las barricadas, lamento informar que no encontré, pero que gracias al mapa que incluye el libro pude recorrer esa zona y, más aún, comprender otro material que vi sobre las huelgas de mayo y junio del ’68. El libro no es sólo una lectura en sí misma, sino que es un puente a otras lecturas más específicas de los distintos autores y participantes del Mayo, a distintos otros materiales más generales o específicos sobre las huelgas.
Donde hubo una barricada, hoy hay –y tal vez lo había en ese momento– un colegio religioso, un bar, un poste de luz; pero si tienen la oportunidad y el valor, pregunten en la calle a cada transeúnte de esas manzanas si sabe o recuerda algo, y quizá se lleven alguna sorpresa interesante como la que me llevé yo.
¡Vive la commune! ¡Vive la lutte des travailleurs! ¡Vive L’international!

I. J. Ivi

Para quienes, por algún motivo sobre esta nota, quieran contactarme, dejo mi blog riseandfallofnacho.blogspot.com

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