sábado, marzo 17, 2018

El precio de la magia: trabajadora de Disney muere en el auto donde vivía



La realidad de los trabajadores de Disney relatada en primera persona.

Este artículo fue publicado en la cuenta de Facebook de una ex trabajadora de Disney, cuenta su experiencia trabajando en Disney y sobre la muerte de una compañera. Fue re publicado bajo su autorización en Left Voice y traducido para La Izquierda Diario

Fue en octubre de 2013 que conocí a la mujer que ven en esta foto. Se llamaba Yeweinisht Mesfin, le decíamos “Weiny.” La primera vez que hablamos fue cuando me ofreció una tajada de la manzana que estaba comiendo. Desde ese día nos vimos todos los días y se convirtió en una de mis compañeras más queridas en Disney
Empecé a trabajar en Walt Disney Company en la ciudad de Anaheim el 18 de febrero de 2012 como custodia full time ganando alrededor de $10 mil dólares al año. Una madre soltera con dos hijos, luchando para llegar a fin de mes pero ganando “demasiado” para una ayuda del gobierno. Poco después de mi primer año trabajando “full time” (30 horas a la semana) me cambié al turno nocturno.
Empecé ganando unos $10,50 dólares por hora trabajando para “el ratón” - 75 centavos más que cuando buscaba materiales plásticos y latas de aluminio en la basura. Un dólar más que cuando limpiaba baños.
Pasé los cumpleaños de mis hijos en Disney. Navidad, Día de Acción de Gracias y Año Nuevo trabajando, sin posibilidad de celebrar. Me perdí a mis hijos abriendo sus regalos por estar juntando basura en la calle Buena Vista. Me perdí las clases abiertas de mis hijos en la escuela por refregar inodoros en los muelles Paraíso. Me perdí de ver a mis hijos crecer por hacer tus sábados, domingos y vacaciones extra especiales.
Trabajaba por $270 dólares por semana -$260 cuando pagaba la cuota sindical y $240 cuando tuve que empezar a pagar seguro médico. Cada semana mi cheque se veía más o menos igual.
Una vez que me transferí al turno noche (11:30 pm a 8:00 am) mi salario llegó a los $12 mil anuales, nunca más que eso. Mientras tanto, veía los precios de las entradas y la comida subir. Nuevas áreas abrían, el entretenimiento iba y venía. Los empleados iban y venían. A veces me ponía triste, otras feliz.
Trabé relaciones con muchos trabajadores y puedo decir que, si no hubiera sido por ellos, no hubiera durado tanto tiempo trabajando para Disney.
Pero volvamos a esta mujer que ven en la foto. Como dije, la conocí en octubre de 2013. Carsland era su hogar, la podías encontrar trabajando de 11:30 pm a 8 am, seis días por semana. Siempre sonreía al saludar. Los baños eran su especialidad.
El primer mes que trabajé con ella en los baños fue muy difícil. Tenía su propia manera de hacer las cosas y, ni bien entramos en confianza aprendí que le gustaba y que no. Era muy buena en su trabajo y nunca la escuché quejarse sobre su trabajo o su pago, ni una vez.
Solía almorzar una pera o una manzana, ocasionalmente un muffin. A veces me compraba el almuerzo pero nunca me dejaba devolverle el dinero. Así que, cada vez que podía, pagaba en secreto por su almuerzo. “No querida, está bien” le respondía a la encargada de la cafetería cuando ella le decía que su comida estaba paga. Después venía a agradecerme y al día siguiente se adelantaba y pagaba por mi comida. Era así con todos, no solo conmigo. Si tenías un cumpleaños te ayudaba a comprar la torta. Así era ella, una persona amable y que todos querían.
En mis años trabajando para Disney escuché a cientos de mis compañeros quejarse del trabajo o del pago. Nunca me ocupé demasiado de eso porque un trabajo es un trabajo. Era mi forma de poner el pan sobre la mesa, aunque fuera muy poco.
Noviembre de 2016: Weiny desaparece justo después del fin de semana de Acción de Gracias. Habiendo trabajado más de 5 años en Disney, estaba acostumbrada a ver a los trabajadores ir y venir. Algunos se iban y nunca volvían. A veces lo podías prever, otras no. No estaba lista para que se fuera, nunca pensé que lo haría.
Nos tomó alrededor de un mes encontrarla. Cientos de mensajes, posteos en Facebook, llamadas por teléfono y horas de manejar por la ciudad. Una mañana de diciembre recibimos un mensaje de su primo “la encontramos, falleció. Gracias por todo lo que hicieron.” Mi corazón se detuvo y lo único que quería era desaparecer. Sentía que no había hecho lo suficientes, que era mi culpa.
Rápidamente me enteré más cosas sobre mi amiga Weiny. Me enteré que la encontraron en su auto en el estacionamiento de un gimnasio después de haber sufrido un ataque cardíaco. Estuvo en su auto casi un mes esperando que la encuentren ¿Por qué? Porque vivía en su auto y ese estacionamiento era su casa. Iba al gimnasio para bañarse y usar el baño.
No le alcanzaba el dinero para pagarse un lugar donde vivir, eso me rompió el corazón porque lo único que hacía era dar y dar. Nunca se quejó. Pero detrás de esa sonrisa y ese “buen día corazón” vivía otra persona totalmente diferente. Una mujer luchando y trabajando turnos de 8 horas, 6 días a la semana en una empresa que ni siquiera se molestó en mandarle un arreglo floral. Para una empresa que solo le exigía y que la echó después del tercer día de ausente sin aviso. Una empresa que pidió que le devuelvan la ropa de trabajo lo antes posible para poder dársela a la próxima.
Hay alguien en el turno noche de Disney que ahora usa su ropa, su gorro, su sweater, camisa y pantalones. Hay alguien que está a punto de dar tanto como Weiny a una empresa que se niega a pagarle a sus empleados un salario digno.
La quejas finalmente me tocaron y abrí los ojos. Vi de lo que todos se quejaban desde el primer día. Caí en la depresión y tuve que dejar el trabajo. Era demasiado para mi trabajar en una compañía a la que no le importan sus empleados.
Vi muchos artículos sobre Disney y los trabajadores pidiendo aumentos y estoy muy contenta de que se haya corrido la voz. Pasó casi un año desde que dejé Disney y puedo decir que estoy mucho mejor. Leí un artículo sobre los trabajadores de Disney que decía que ganaban $34 mil dólares por año y me causó gracia porque yo no gané eso ni siquiera en dos años. Me asombra que una empresa tan grande no pueda pagarle un salario digno a sus empleados.
Así que, Bob Iger (CEO de Disney NdelT) si por casualidad lees esto, solo quiero decir: Dale a los trabajadores lo que te piden, no se los hagas más difícil. Bájate el sueldo por uno o dos años si eres una persona seria y quieres ayudar a tus empleados. Ellos son los que se pierden las cenas familiares, vacaciones, cumpleaños y ocasiones especiales. Ellos son los que lidian con el día a día de Disney. Ellos son los que conocen el parque como la palma de sus manos. Escúchalos.
Y a mis compañeros de Disney, sigan peleando. El momento llegó. Es tiempo de rebelarse.
Así que Disney, guárdense esos helados de Mickey y cámbienlos por billetes. Denles a sus empleados un bono de Navidad en vez de negarles la posibilidad de pasarlo con sus familias. Páguenles lo que se merecen.

Vanessa Munoz

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