domingo, agosto 19, 2018

Un ramo de rosas rojas y una foto



Este libro que apareció en Laertes (Barcelona, 2009) con el subtítulo de “Variaciones sobre el proceso del POUM”, se refiere a la tentativa estaliniana de escenificar unos “procesos de Moscú en Barcelona”, y explica las resistencias y las contradicciones que llegó a ocasionar entre las autoridades republicanas, y a la postre dentro del movimiento comunista oficial entonces rendido a las razones de la política exterior estalinista que lo último que quería era que hubiese una revolución basada en la democracia obrera en España…Desde sus páginas se pretende ser una adaptación (y ampliación) de otro, concretamente de El Proceso del POUM. Documentos Judiciales y Policiales se promovió una modesta edición (Lerna-Laertes, Barcelona, 1989), se ofrecía una trascripción del sumario, juicio oral y sentencia del Tribunal Especial con la presentación y notas de Víctor Alba y Marisa Ardevol. Estos papeles estaban en el Archivo Histórico Nacional y al cumplirse los cincuenta años del proceso quedaron a disposición de los estudiosos. En 1980, la fiscalía del Tribunal Supremo entregó al archivo todo el material –casi 4.000 cajas de documentos relativos a la guerra, que habían permanecido en una cámara acorazada de aquella institución- que compone la llamada Causa General: un procedimiento que se inició a partir de 1940 para conocer los “delitos” producidos durante la guerra en la zona republicana. Un Congreso sobre la justicia en la guerra civil celebrado en salamanca en 1981, contribuyó a acelerar su ordenación…
Como dirá el controvertido Víctor Alba, 1/ que fue principalmente el que gestionó la donación de los fondos (ahora en manos del Centre destupís Históricos de Barcelona): “en esos legajos sólo se halla lo actuado por los jueces, lo dicho por el fiscal y el defensor, lo declarado por los acusados y los testigos de cargo y descargo, y lo sentenciado por el tribunal. Las entretelas, los antecedentes, como es lógico, no constan en autos”. La edición se centra pues en el proceso judicial, y se reproducen textualmente las declaraciones prestadas ante el Tribunal Central de Espionaje, la de los plumistas, y también las de Largo Caballero, Zugazagoitia, Irujo, Federica Montseny y Luís Araquistaín. El libro incluye los informes del fiscal y de la defensa, así como la sentencia del polémico proceso, sin olvidar una serie de apéndices recogidos al final. Se trata claro está de una selección de los más de 1.400 folios que componen esos legajos, y en los que hay “muchas actuaciones de simple trámite: citaciones, diligencias, providencias, oficios y notificaciones que no tienen ningún interés fuera del mecanismo rutinario del trámite judicial” (p. 9).
Esta singular edición llegó poco después de los 50 años del proceso, aniversario que ya había motivado la edición de un “dossier” por parte de la Fundació Andreu Nin así como un librito de 89 páginas, El proceso contra el POUM. Barcelona no fue Moscú, que contaba con las aportaciones de dos protagonistas de los acontecimientos, Francesc del Cabo, miembro del CC del POUM y capitán de la 29 División, y de Wilebaldo Solano, secretario general de las JCI durante la guerra y del POUM bajo el franquismo, un anexo documental y un ensayo por parte de Carmen Grimau, miembro de la “Comisión de historia” de la Fundación Andrés Nin.
La edición de los Documentos produjo un cierto revuelo en la prensa, y fue recibida con entusiasmo por juristas como Juan Antonio Somalo, presidente del Tribunal superior de Justicia de Cataluña quien declaró en la presentación barcelonesa que de haberse celebrado hoy en día el juicio “se habría resuelto por pruebas no imputadas”. Según la crónica que la escritora Mercè Ibarz expuso en el Diari de Barcelona (sábado, 18-12-1989), dicho magistrado declaró que se trataba de “una obra apasionante, y no solamente para los especialistas”. A pesar de esto, la edición no tuvo la difusión que merecía, y quedó como una aportación documental para los estudiosos en tanto que a los lectores no especialistas, todo aquel amasijo de datos resultaba de difícil acceso y comprensión, indigesto y por su propia naturaleza de “legajos”, su interés general parecía limitado a algunos aspectos parciales.
Sin embargo, en estos documentos había demasiado trigo entre la paja burocrática para que permanecieran en la antigua edición. Además, en los últimos tiempos, en los que se está apreciando un creciente interés por el historial del POUM, y por lo, parecía que existía ya la suficiente perspectiva para que unos hechos tan terribles y vergonzosos para las izquierdas que habían protagonizado el Frente Popular (y más tarde el acuerdo de los Aliados contra el Eje), pudieran ser conocidos por un público lector mucho más amplio. Surgía la oportunidad de una reedición lo que valía decir a una “adaptación”, lo que significaba operar con el material para ofrecer una edición “popular”, lo más asequible posible. Que ilustrara sobre los documentos, sobre los hechos, amén que sobre los diversos protagonistas de dentro y de fuera que habían tenido un papel señalado en el curso del proceso.
No ha resultado una tarea fácil. Los cabos del ovillo eran muchos, y la madeja no ha dejado de rodar hasta el presente, baste señalar que el mismo año de la edición de los Documentos se cloraba la descomposición del estalinismo sin una resistencia significado. El tiempo transcurrido había sido primordial para un vuelco en la situación. En 1989 nadie medianamente razonable tenía ya duda sobre el suceso, y el problema ya no era tanto el restablecer la verdad como el de interpretarla lo más correctamente posible.
No era un solo proceso, hubo uno, y dos más (el de Rovira que era también contra toda una División, la 29, y también el de los cuartistas siempre con Trotsky como el “Gran Satán”) que fueron frustrados con el final de la guerra. En el fondo estaban los procesos de Moscú, así como las tentativas de reproducir sus métodos en diversos lugares, y por el mismo era importante tener en cuenta los que tuvieron lugar en las “democracias populares”, tan similares en los procedimientos. Estaban los procesos, la guerra, los diversos posicionamientos, de las autoridades y de las principales formaciones obreras, luego estaba la campaña estalinista y la importante movilización solidaria…Estaban los procesados, y al otro lado los acusadores, y por medio la caída del gobierno de Largo Caballero y el ascenso de Negrín, y a un lado la Generalitat. Había que explicar lo que en los documentos aparecían como datos básicos. Porque más allá de Nin y de los juzgados, unos cabos sueltos nos llevaban a Juana Maurín, y por el mismo hilo a Maurín, hoy todavía “culpable” para algunos por haberse encontrado La Coruña el 18 de julio de 1936. El mismo hilo nos llevaba hasta León Blum, al que la Defensa quiso citar, y con éste, al asunto de la política de no-intervención, respaldada por el Frente Popular francés en el tomaba parte el PC francés que trataba de impedir que los socialistas y la izquierda radical, se movilizaran.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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