domingo, octubre 28, 2018

Balotaje en Brasil: claves de una elección con consecuencias continentales



Este domingo Brasil vuelve a las urnas para definir la elección presidencial. Trece estados y el Distrito Federal definen también gobernador en segunda vuelta.

Desde las 8 de la mañana, 142,8 millones de personas están habilitadas para votar este domingo en todo Brasil. Las elecciones se desarrollarán hasta las 17 horas (local), aun que al abarcar 3 husos horarios por su extensión, el último estado en cerrar los comicios lo hará a las 19 horas (Argentina).
El ultraderechista excapitán del Ejército Jair Bolsonaro, de la hasta ahora intrascendente bancada unipersonal del PSL, enfrentará a Fernando Haddad, el petista ungido por el expresidente Lula da Silva, quien se encuentra preso y proscrito por la justicia.

Unas elecciones vertiginosas

Sin duda estas han sido unas elecciones vertiginosas. Empezando por las incontables maniobras judiciales que buscaron impedir la presentación del candidato más popular, Lula da Silva (PT), según las encuestas previas a su proscripción, e imponer a dedo un candidato que le de continuidad al proyecto del golpe institucional.
Con la inestimable colaboración de las corporaciones mediáticas golpistas, el poder judicial puso en marcha sus mecanismos más arbitrarios, usualmente reservados a los pobres y negros en las favelas y periferias, para fulminar la imagen del PT, pero controlando daños sobre los demás partidos del corrupto régimen brasileño.
De esta manera se manejó la operación Lava Jato, con declaraciones de empresarios corruptos “premiadas” con conmutación de penas, prisiones preventivas indiscriminadas, traslados forzados cinematográficamente cubiertos por los medios, filtraciones de escuchas telefónicas convenientemente seleccionadas.
Además del acompañamiento de la prensa golpista, el poder judicial actuó bajo la tutela de las Fuerzas Armadas, cuya cúpula no ahorró pronunciamientos intimidatorios frente a las decisiones cruciales del procesamiento de Lula.
Estas maniobras, sin embargo, no alcanzaron para sacar a Lula del primer puesto, lo que llevó el régimen a una segunda vuelta de arbitrariedades judiciales, con el fin de impedir el traslado de la intención de votos de Lula, cercana al 40%, hacia su sustituto Fernando Haddad. Lula fue impedido de dar entrevistas a la prensa, de filmar videos o grabar audios, en fin, de dirigirse a sus electores. El poder judicial brasileño le impuso a Lula restricciones que no las tuvo ni un criminal de lesa humanidad.
El control de daños tampoco tuvo la eficacia esperada, y las principales fuerzas del régimen, incluyendo la del candidato dilecto del golpismo, Geraldo Alckmin, se vieron inmersas en el torbellino de la crisis política.
Los resultados de la primera vuelta electoral fueron sorprendentes. La enorme polarización entre Bolsonaro y Haddad diezmó al centro político, llevando la bancada del PSL a ser la segunda minoría en Diputados, justo detrás del PT, en detrimento de partidos fundamentales del régimen, como el PSDB del expresidente Fernando Henrique Cardoso, que gobernó Brasil durante toda la década del 90, o el MDB del actual presidente, el golpista Michel Temer.
La elección sorprendió además por la enorme ventaja que logró el ultraderechista Jair Bolsonaro, que por momentos amagó con ganar en primera vuelta, y aun que no le alcanzó, se impuso por 17 puntos, en un 46% a 29%.
Este resultado dejó la pelota de Bolsonaro en la puerta del arco, y la estrategia de sus “marqueteiros” fue poner piloto automático y evitar cualquier error que cambie el curso natural de los grandes números, empezando por esquivar los debates públicos.
Sin embargo, no pudieron evitar los sincericidios del candidato defensor de la dictadura y la tortura o de sus hijos. Sus dichos racistas, misóginos y de odio hacia la diversidad sexual fueron acompañados de una onda de violencia que tuvo su expresión emblemática en el asesinato de un activista negro y una mujer trans.
Junto con sus expresiones conservadoras, también emergieron las contradicciones entre las fuerzas ultraliberales y privatizadoras representadas por su asesor económico Paulo Guedes, y las indicaciones militares para las grandes empresas de bandera como Petrobras y otras carteras centrales.
En este marco explotó el escándalo mediático de las Fake News y los crímenes electorales de Jair Bolsonaro. El candidato está acusado de haber utilizado financiamiento ilegal de empresarios multimillonarios para impulsar campañas de noticias falsas antipetistas a través de WhatsApp.
Frente a esta bomba, que explotó a una semana de los comicios, la justicia prefirió hacer la vista gorda, no sin aclarar que la carta de la destitución se la guardaba bajo la manga. Se activaron así los mecanismos del propio régimen para evitar una pasada de rosca ultraderechista.
La respuesta de los Bolsonaro se filtró por las redes: “para cerrar la Corte Suprema basta con un soldado y un cabo” dijo en un video el diputado electo Eduardo Bolsonaro (hijo del candidato a presidente), una afirmación que se les volvería en contra como un boomerang.
El domingo pasado, Bolsonaro se dirigió a sus electores congregados en la Avenida Paulista, capital de San Pablo, como un caballo desbocado. Con las riendas sueltas, se refirió a los trabajadores sin techo y sin tierra como terroristas, dijo que “hará una limpieza a fondo”, que “los marginales rojos” serán “borrados del país” y que Haddad le haría compañía a Lula en la cárcel. El diputado nacional del PTS-FIT, Nicolás del Caño, propuso en la Cámara de diputados repudiar esas amenazas.
El PT, que dirige las principales organizaciones del movimiento obrero del país, no se jugó a poner en movimiento la fuerza de los trabajadores y el pueblo. Ni para impedir la prisión de Lula, ni para defender su candidatura, ni para organizar la lucha contra el avance de la ultraderecha.
Fiel a su estrategia jurídico-electoral a pesar de todas las arbitrariedades del régimen -que siguen ocurriendo con censura y allanamientos a universidades y sindicatos- el PT se juega las últimas cartas de campaña para conquistar el voto de los indecisos, explotando los exabruptos antidemocráticos de los Bolsonaro.

La esperanza es lo último que se pierde

En los últimos días, el vecino país pasó del triunfalismo exacerbado del bolsonarismo a la ilusión esperanzada del petismo. Es que, más allá del furibundo antipetismo de un sector de la población sensibilizado por los escándalos de corrupción y la crisis económica, la ultraderecha no tiene asidero social para una política abiertamente antiobrera y antidemocrática.
Las últimas encuestas vienen mostrando en algunas grandes ciudades un cambio de tendencia y un achicamiento de la enorme brecha que se expresó en la primera vuelta. El PT espera que esta "virada" (reversión) se extienda a todas las grandes capitales, sumando además un sector de los indecisos, que les permita un ’sorpasso’. Sin embargo, por ahora la tendencia de las capitales no se estaría replicando en la periferia e interior.
El Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT), la organización brasileña de la Fracción Trotskista, adelantó su voto crítico a Haddad en el marco del avance de la extrema derecha en unas elecciones manipuladas, acompañando el odio y la voluntad de lucha contra Bolsonaro. Lo hace sin darle apoyo político de ningún tipo al PT, cuya estrategia de conciliación de clases abrió paso al proyecto golpista y a la extrema derecha. Consecuente con su estrategia de organización para la lucha en las calles, viene impulsando comités en los lugares de trabajo y estudio para derrotar a Bolsonaro. Al calor de esta batalla, Esquerda Diário se ha transformado en la prensa más leída a la izquierda del PT, alcanzando 3,5 millones de visitas en un mes.

Importantes gobernaciones en disputa

Además de elegir al próximo presidente, en 13 estados y en el Distrito Federal los electores deberán elegir gobernador, entre ellos los tres mayores colegios electorales del país: San Pablo, Rio de Janeiro y Minas Gerais, los tres de la región Sudeste.
De los 26 estados de la unión, 13 eligieron gobernador en primera vuelta: Acre (Norte); Alagoas, Bahia, Ceará, Maranhão, Paraiba, Pernambuco y Piauí (Nordeste); Goiás, Mato Grosso y Tocantins (Centro-Oeste); Espírito Santo (Sudeste) y Paraná (Sur).
Tanto en Rio como en Minas, el balotaje enfrentará a candidatos que no figuraban como favoritos. La campaña más caliente en este tramo se desarrolla en San Pablo, donde los dos candidatos buscan pegarse a la figura del ultraderechista Bolsonaro.
Si bien el alcalde de San Pablo, João Dória (PSDB) viene liderando las encuestas dentro del margen de error (empate técnico), es el que tiene mayor índice de rechazo, y se encuentra desmintiendo un video sexual que lo involucra en una orgía.
De las 13 gobernaciones ya definidas, el PT y el PSB eligieron 3 cada uno. El DEM se quedó con dos, mientras que el MDB, el PP, el PSD, el PHS y el PCdoB se hicieron de una cada uno. Por lo tanto, el mapa político todavía puede tener fuertes cambios.

Unas elecciones de consecuencias continentales

Brasil es un país de dimensiones continentales y el peso específico de su economía afecta al conjunto de América Latina.
El gran proyecto político-electoral iniciado con el golpe institucional que derribó a Dilma Rousseff, busca legitimarse electoralmente, con grandes contradicciones. Junto con los ataques a los derechos y condiciones de vida del pueblo trabajador profundizados por Michel Temer, se radicaliza la degradación de la democracia representativa brasileña.
El fortalecimiento de los poderes no elegidos por el pueblo, como el poder judicial, con todas sus arbitrariedades, o las Fuerzas Armadas y su creciente intervención en la vida política del país, las iglesias y la imposición de su moral conservadora, son un obstáculo para la organización y la lucha de los trabajadores, las mujeres, los negros, los jóvenes, la diversidad sexual, los pueblos originarios, por la defensa de sus derechos y condiciones de vida.
Lo que pase en las elecciones de este domingo promete sacudir el mapa político de todo el continente. Pero lo que pase después del domingo, la organización y lucha de los trabajadores y el pueblo en sus lugares de trabajo y estudio para superar a sus direcciones y barrer a la extrema derecha y el golpismo, serán determinantes.

Isabel Infanta
@isabel_infanta

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